Domingo 10 de Agosto de 2025, 13:21
La imagen de Kim Ju-ae, hija del dictador Kim Jong-un, ha adquirido una presencia destacada en la esfera pública norcoreana, lo que ha intensificado las especulaciones sobre su posible designación como heredera del régimen norcoreano. Desde su primera aparición junto a su padre en un acto de alto simbolismo militar, la joven ha pasado a ocupar un lugar central en los medios estatales, en lo que analistas consideran una estrategia para consolidar la sucesión dinástica en la hermética Corea del Norte. El fenómeno, examinado por The New York Times, abre interrogantes sobre el futuro político del país y el papel de la mujer en una sociedad tradicionalmente patriarcal y militarizada.
La irrupción pública de Kim Ju-ae se produjo en noviembre de 2022, cuando su padre la presentó ante el mundo tomándola de la mano frente a un misil balístico intercontinental. Aquella imagen, cargada de afecto -y amenaza-, marcó el inicio de una serie de apariciones cuidadosamente orquestadas en las que la hija del líder norcoreano ha compartido protagonismo con su padre en actos oficiales y visitas a instalaciones estratégicas. Desde entonces, la prensa estatal ha intensificado su cobertura sobre Ju-ae, a quien describe con títulos honoríficos como “la más querida”, “respetada” o “amada” hija del líder, sin llegar a mencionar su nombre.
La joven, cuya edad se estima en doce años, no ostenta ningún cargo oficial ni se ha escuchado su voz en público, pero su presencia recurrente junto a Kim Jong-un ha captado la atención de la inteligencia surcoreana y de expertos internacionales, que la consideran la candidata más probable a la sucesión.
Evolución de la imagen pública y rol de Kim Ju-ae
El debut de Ju-ae no fue un hecho aislado. Según el análisis de The New York Times sobre cientos de imágenes y videos de sus apariciones, la joven ha experimentado una transformación notable en su imagen y comportamiento. En su primera aparición, vestía una chaqueta blanca, similar a la de otros niños de la élite de Pyongyang. Con el tiempo, su vestuario se ha sofisticado, incorporando abrigos de cuero con cuello de piel y trajes de dos piezas de diseño, proyectando una imagen de autoridad y madurez.
Incluso sus gestos, como la forma de aplaudir, han evolucionado para transmitir mayor seguridad y dominio del espacio público.
Donald Southerton, autor de “Korea 101”, señaló al medio estadounidense que “la niña que apareció como una curiosidad familiar es ahora una figura pulida e integrada en la narrativa de poder dinástico norcoreano. Cada foto, desfile y saludo es una historia cuidadosamente escenificada de sucesión, legitimidad y continuidad para la dinastía Kim”.
El ascenso de Ju-ae ha desplazado a otras figuras femeninas de la familia Kim. Su madre, Ri Sol-ju, ha perdido visibilidad en los actos oficiales, y la tía de Ju-ae, Kim Yo-jong, quien en su momento fue considerada posible sucesora, ha quedado relegada en la proyección mediática.
Analistas surcoreanos advierten que la promoción de Ju-ae no implica necesariamente que su futuro como líder esté asegurado.
Kang Dong-wan, experto en Corea del Norte de la Universidad Dong-A, advirtió en declaraciones recogidas por The New York Times que, si en algún momento se confirma la existencia de un hermano varón, la joven podría quedar como figura transitoria. Por ahora, su presencia envía un mensaje claro a la población norcoreana: la dinastía Kim se prepara para una cuarta generación en el poder.
Estrategia de sucesión y contexto dinástico en Corea del Norte
El simbolismo de las apariciones de Ju-ae va más allá de la imagen. Kim Jong-un eligió el lanzamiento de un misil balístico intercontinental como escenario para presentar a su hija, y desde entonces la ha llevado a otros emplazamientos vinculados al programa nuclear, presentándola ante altos funcionarios y permitiendo que los mandos militares le rindan pleitesía. Esta estrategia recuerda al proceso de legitimación que vivió el propio Kim Jong-un cuando fue preparado para suceder a su padre, primero consolidando su autoridad ante el estamento militar.
Cheong Seong-chang, analista del Instituto Sejong en Seúl, explicó al diario neoyorquino que “en Corea del Norte, donde la sociedad no está preparada para aceptar a una líder femenina, Kim Jong-un está convirtiendo el estatus de su hija como sucesora en un hecho consumado al exponerla repetidamente en los medios estatales”.
La transformación de Ju-ae también se refleja en su estilo y comportamiento. A medida que su madre ha desaparecido de la escena pública, la joven ha adoptado elementos de su elegancia y sofisticación, reforzando su imagen de figura de autoridad. Los cambios en su vestimenta y en su manera de interactuar en actos oficiales han sido interpretados como parte de una estrategia para presentarla como una líder en formación, capaz de asumir responsabilidades en el futuro.
La dinastía Kim, que gobierna Corea del Norte desde su fundación tras la Segunda Guerra Mundial, es la única de su tipo en el mundo comunista. La sucesión dinástica ha sido un elemento central en la política norcoreana, y el hermetismo del régimen alimenta las especulaciones sobre la vida privada de la familia. Aunque la inteligencia surcoreana sostiene que Kim Jong-un tiene al menos dos hijos y existen informes no confirmados sobre un posible tercer descendiente, Ju-ae es la única que ha sido presentada públicamente. De confirmarse su designación como heredera, se convertiría en la primera mujer en liderar una sociedad profundamente patriarcal y militarizada, así como en la jefa de un Estado con capacidad nuclear.
La salud de Kim Jong-un, de 41 años, es otro factor que ha impulsado la estrategia de sucesión.
Según información de inteligencia surcoreana citada por The New York Times, el líder norcoreano mide aproximadamente 1,70 metros y pesa unos 140 kilogramos, además de mantener hábitos poco saludables como el consumo excesivo de tabaco, cenas copiosas y largas noches navegando por internet, especialmente en sitios relacionados con armamento. Los antecedentes familiares de enfermedades cardiovasculares, que contribuyeron a la muerte de su padre y su abuelo, refuerzan la necesidad de preparar a un sucesor desde una edad temprana.
Analistas recuerdan que la falta de previsión en la sucesión anterior generó incertidumbre y desafíos para la consolidación del poder de Kim Jong-un, quien debió recurrir a purgas y acciones drásticas para afianzar su autoridad.
La proyección internacional de la figura de Ju-ae también cumple una función estratégica. Sung-Yoon Lee, autor de “The Sister: North Korea’s Kim Yo Jong, the Most Dangerous Woman in the World”, explicó a The New York Times que la promoción pública de una heredera tan joven envía un mensaje a los adversarios de Corea del Norte, especialmente a Estados Unidos y Corea del Sur: mientras sus líderes están sujetos a límites de mandato, la dinastía Kim se presenta como un poder sin fecha de caducidad, dispuesto a perpetuarse más allá de cualquier ciclo político externo. /Infobae