Domingo 10 de Agosto de 2025, 18:47

Restos de vidrios, ladrillos y vehículos dañados habrían quedado como evidencia de los incidentes tras el partido entre el "Decano" y el "Canalla".
En la mañana después del empate entre Atlético y Rosario Central, la avenida Juan B. Justo todavía habría sido un muestrario de lo que sucedió la noche anterior. Sobre la calzada, restos de vidrios rotos que habrían pertenecido a ventanillas de colectivos y de autos; en las esquinas, ladrillos y piedras desperdigadas; y, en algunos tramos de las veredas, manchas oscuras que vecinos habrían identificado como sangre.Según los testimonios recogidos, todo habría comenzado con una piedra. De acuerdo con los relatos, un grupo de hinchas de Atlético habría arrojado un cascote contra un colectivo con simpatizantes “canallas” que salían del estadio Monumental “José Fierro”. Ese impacto inicial habría detonado una cadena de hechos que derivó en corridas, agresiones y destrozos.
“En la vereda de mi casa había una mancha de sangre esta mañana”, contó un vecino que prefirió no dar su nombre. “No vi el momento del conflicto, pero fue fuerte lo que pasó acá”, agregó.

Una salida caótica
Las versiones coinciden en que el operativo policial habría presentado fallas decisivas. “Al término del partido, la Policía hizo que la gente de Central se retire hacia la avenida Sarmiento, en vez de sacarla por Francisco de Aguirre. Venían dos colectivos custodiados, pero el resto sin escolta. Los hinchas de Atlético estaban saliendo por calle Chile y ahí empezó todo el conflicto”, relató Federico Suma, comerciante de la zona y dueño de una rotisería en la esquina de Juan B. Justo y Bolivia.
El comerciante aseguró que, en ese punto, el choque entre hinchas fue inevitable. “Rompieron vehículos, le pegaron a la gente… La Policía, un desastre. No pudieron contener 10 colectivos y los hicieron encontrarse con la gente de Atlético. Es una vergüenza lo que hicieron”, dijo. Y sumó: “No sé quién se va a hacer cargo de todo esto. A mi comercio lo rompieron todo; me destrozaron la camioneta, espejos, vidrios, chapa… Era sabido que si cruzabas a las dos hinchadas algo iba a pasar”.
Suma también apuntó contra los responsables del operativo. “La Policía sabía cómo tenía que manejarlo, pero no lo hicieron. Dejaron todo liberado. Esto se podría haber evitado”.

Testimonios de violencia
Otro vecino, Federico San Millán, fue más allá en la descripción de los hechos: “Anoche, cuando finalizó el partido, la Policía no acompañó a los colectivos de Rosario Central. Pararon aquí, se bajaron y empezaron a romper vehículos estacionados. Golpearon gente que pasaba caminando, tiraban las motos, robaban… La Policía nunca los acompañó hasta que salieran de la ciudad, y fue un vandalismo tremendo. No hubo muertos de milagro”, resaltó.
El testigo narró una escena puntual que lo impactó: “A un chico, en la esquina de Juan B. Justo y Bolivia, lo golpearon de manera salvaje. Fue lamentable todo lo que se vivió”, afirmó.
San Millán también pidió un replanteo en la organización, si es que se mantiene la presencia de hinchas visitantes. “Si van a seguir viniendo, que organicen bien porque esta falla fue tremenda. No puede volver a pasar algo así”, advirtió.
Los daños materiales se habrían multiplicado. “Le rompieron el auto a mi sobrino y una camioneta de un amigo de mi hijo. A un par que venían en motos, les pegaron una pedrada en la cabeza. Fue una vergüenza el accionar de la Policía de Tucumán”, señaló.
Más allá de las denuncias puntuales, varios de los consultados apuntaron directamente contra Joaquín Girvau, jefe de la Policía de Tucumán. Consideraron que las decisiones estratégicas de esa noche -como el recorrido de los micros y la falta de custodia a la mayoría de ellos- habrían sido determinantes para que se produjeran los incidentes.
“Esto es responsabilidad de la Policía y de Girvau, porque él estaba a cargo del operativo. Si vos dejás que los micros de una hinchada se crucen con los hinchas del otro equipo, lo que pasó no es casualidad, es consecuencia”, dijo Suma.
Un cierre amargo
El regreso del público visitante al estadio Monumental, que había sido celebrado como un paso hacia la normalidad en el fútbol tucumano, terminó dejando un saldo negativo.
Mientras tanto, la avenida Juan B. Justo sigue siendo una muestra silenciosa de lo ocurrido: vidrios, piedras y vehículos dañados permanecen como testigos de una noche en la que la fiesta del fútbol habría terminado en violencia. “Lamentablemente, hoy tenemos las veredas llenas de sangre y la avenida repleta de vidrios y piedras. Hubo incidentes y nadie quiere reconocerlo”, cerró Suma.
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