Todo empezó como tantas noches en el grupo de WhatsApp de vecinos organizados contra la inseguridad.
Nélida, una integrante del mismo, compartió una foto y lanzó la alarma:
“Vecinos alerta. Ese señor anda hace rato deambulando por la esquina, hablando por celular. ¿Alguien más lo vio?”.No tardó en sumarse
Pocho, que desde su ventana tenía vista privilegiada:
“Sí, lo estoy viendo parado frente a lo de la familia Gómez, relojeando la casa. ¿Alguien sabe si los Gómez están?”. La respuesta fue inmediata:
“No, están de viaje”.La tensión subió de golpe.
Pocho avisó: “Gente, se acaba de meter adentro de la casa”. Otro vecino ya había llamado a la policía y confirmaba que un patrullero venía en camino. Pero Pocho no soltaba el tema:
“Llamen de vuelta, que se acaba de ir y parece que se robó el perro. Se fue para el lado de la estación”.Las preguntas y la paranoia crecían.
“¿Se llevó algo más?”, consultó
Nélida. “No, ni idea”, respondió
Pocha. Nélida insistió:
“Sigamos informando por dónde va, volví a llamar a la policía y me dijeron que ya salieron para allá”. Marta sumó datos:
“Lo estoy viendo. Entró a la estación y ahí se quedó, vuelvo a dar aviso a la policía”.Pero cuando el barrio ya estaba en modo operativo comando,
apareció Liliana para cambiar el rumbo de la historia: “¿Qué es todo esto? No sé si reír o llorar, porque el sospechoso es Rubén, mi marido. Sale a la calle a hablar porque adentro no tiene señal. Y lo de los Gómez, nos dejaron las llaves para cuidarles el perro, lo debe estar paseando”.El grupo respiró aliviado, pero no por mucho tiempo.
Marta, con el radar encendido, preguntó:
“¿Vos estás segura que es tu marido? Porque se acaba de encontrar con una mujer y se saludaron muy afectuosamente”. El chat explotó:
“¿Una mujer?”.La policía llegó y empezó a interrogar.
Marta relató:
“Estoy acá, y no hay dudas que es tu marido, se llama Rubén. Y la mujer, Romina, dice que es compañera de trabajo”. Liliana, entre la bronca y la incredulidad, retrucó:
“Imposible que sea mi marido, no sería tan pavote de dejarse agarrar así”.Para despejar dudas,
Marta le hizo una videollamada a
Liliana. Después de dos minutos de imagen pixelada y audio entrecortado,
Liliana fue tajante: “Lo vi y 100% segura que no es él. Por favor, que se lo lleven preso y a la otra también”.La policía se llevó a la pareja a la comisaría y el perro quedó a cargo de
Marta. Liliana, lejos de calmarse, agradeció y lanzó la bomba:
“En los próximos días te voy a estar contactando para que me salgas de testigo de mi divorcio. No les van a quedar ni los calzones agujereados”.El grupo quedó en shock.
Marta preguntó:
“¿Entonces sí era tu marido?”. Pero
Liliana ya se había ido del chat. Y
Santos, otro vecino, cerró con humor:
“Qué bonita vecindad”. /
TN