Martes 26 de Agosto de 2025, 11:51
Molly Kochan, diagnosticada con cáncer de mama metastásico en etapa IV, tomó decisiones tan audaces como inesperadas: dejó su matrimonio, se embarcó en una exploración sexual intensa con casi 200 parejas y utilizó ese viaje íntimo como su modo de existencia. Su historia fue relatada en el exitoso podcast Dying for Sex y hoy inspira una serie televisiva protagonizada por Michelle Williams.
En 2015, Molly recibió la noticia de que la enfermedad se había propagado a sus huesos, cerebro e hígado. Su matrimonio de más de una década terminó y, como ella misma relató, la ruptura abrió un abismo en el que debía decidir cómo vivir lo que le quedaba de vida. Fue entonces cuando decidió priorizar su deseo. “Quería sentirme deseada, libre y presente… tenía miedo de morir sin haberlo hecho”, confesó en una de sus entrevistas.
Comenzó a tener encuentros sexuales con extraños, muchos en hoteles económicos o lugares improvisados. En total, sumó casi 200 parejas, viviendo experiencias que iban desde lo convencional hasta lo más inusual. El sexo se convirtió en su manera de existir, un refugio frente al dolor y el miedo.
Su historia tomó mayor dimensión cuando decidió contarla en el podcast Dying for Sex, conducido por su amiga Nikki Boyer. Allí habló sin tapujos de su enfermedad, del deseo, de la vergüenza y de las limitaciones de su cuerpo enfermo. El programa se convirtió en un fenómeno, con millones de descargas y premios de la industria, y mostró un costado íntimo y brutal de alguien que decidió ser radicalmente honesta frente a la muerte.
Molly también dejó un libro escrito en sus últimos meses de vida, Screw Cancer: Becoming Whole, en el que relató su experiencia con la misma franqueza.
Su viaje terminó en 2019, pero su mensaje sigue vivo. En 2025, su historia volvió a la pantalla con la miniserie Dying for Sex, protagonizada por Michelle Williams y Jenny Slate, que generó gran impacto en la crítica y el público.
La vida y el testimonio de Molly Kochan rompen con la narrativa tradicional de los pacientes terminales como héroes silenciosos. Ella no buscaba ser un ejemplo de superación, sino vivir auténticamente hasta el final. Para muchos, su decisión de aferrarse al placer se transformó en un mensaje de libertad, valentía y lucidez frente a lo inevitable.