Dormía sobre cartones y pedía limosna obligada por su padre, pero logró salir adelante

Viernes 12 de Septiembre de 2025, 08:55

Desde los 6 a los 12 años, Karen Cooper vivió en el parque Los Andes, en Chacarita, junto a su padre. “Dormíamos entre los arbustos”, cuenta



Karen Cooper tenía apenas seis años cuando su padre la llevó “de paseo” y la dejó a dormir en un banco de plaza. Esa noche de invierno de 2011 fue el inicio de un período de seis años viviendo en la calle, entre plazas y arbustos, con frío, hambre y abandono. Hoy, a los 19, cuenta a Infobae cómo logró sobrevivir a esa infancia marcada por la violencia y la precariedad.

Durante ese tiempo, Karen y su padre se instalaron en espacios como Barrancas de Belgrano y el parque Los Andes, en Chacarita. Dormían sobre cartones, cubriéndose con frazadas y nailon para enfrentar el invierno. El acceso a duchas calientes era esporádico en paradores del Gobierno porteño, y muchas veces tenía que higienizarse en fuentes de plaza.

A pesar de todo, nunca dejó de ir a la escuela. Cada mañana se ponía el guardapolvo y caminaba dos cuadras hasta la primaria, donde encontraba abrigo, comida y un espacio de pertenencia. Sin embargo, también sufrió bullying cuando sus compañeros la vieron salir de entre los arbustos. “Quería ser como ellos, tener una casa, una cama, una heladera”, recuerda.

La relación con su padre fue contradictoria: por momentos le enseñaba valores básicos, como presentarse limpia en el colegio, pero también la obligó a pedir dinero en trenes para subsistir. “Decía que como yo era chica me iban a dar más plata. A veces tenía que inventar historias de hermanos enfermos o que él estaba internado”, relata. Además, soportó episodios de violencia y hasta un intento de abuso por parte de un desconocido.

Cuando tenía 12 años, regresó inesperadamente a la casa que habían dejado años antes. Encontró su ropa y juguetes intactos, pero la convivencia se volvió insostenible: su padre cayó en el alcoholismo y comenzó a maltratarla físicamente. A los 15, se reencontró con su madre, quien admitió que sabía lo que había pasado, pero nunca fue a buscarla. El golpe emocional la empujó a independizarse poco después.

En la adolescencia, Karen atravesó un proceso de enojo y dolor hacia sus padres, hasta que decidió buscar herramientas para sanar. Sin acceso a terapia formal, recurrió a videos de autoayuda y escribió cartas de perdón que luego quemó. “No quería quedarme atrapada en la bronca. Decidí transformar mi historia”, explica.

Hoy, convertida en mentora, acompaña a mujeres que atraviesan duelos o heridas emocionales. Estudió coaching y psicoterapia, y asegura que su experiencia es la base de su vocación: “Yo soñaba con ser la mujer que pudiera enfocarse en sí misma, decir que no sin culpa. Lo logré. Convertí mis heridas en un motor para seguir adelante”. Leé la entrevista completa en Infobae