Martes 16 de Septiembre de 2025, 07:12
La presentación del Presupuesto 2026, que el presidente Javier Milei hizo anoche por cadena nacional, dejó dos lecturas claras: un mensaje en clave electoral a la población y a los políticos aliados -gobernadores y legisladores-; y otro para el FMI y los mercados, aun cuando no hizo mención directa al salto del dólar de las últimas semanas.
Por un lado, buscó hablarle de una manera más coloquial que en otras oportunidades al ciudadano común, al que lo acompañó y que, tal vez la extensión del ajuste y el escándalo de los presuntos audios, en los últimos tiempos comenzó a mostrar fastidio porque los logros (macroeconómicos) que celebra el Gobierno no le llegan al bolsillo.
“Más allá de los éxitos (de su gestión), entendemos que muchos no lo perciben en su realidad”, manifestó el Presidente en su discurso.
En forma directa, le agradeció a la población el esfuerzo de estos casi dos años de gestión y les prometió que “lo peor ya pasó”. Y, tal vez, en otra autocrítica tras la derrota en las elecciones de PBA y en la previa a una multitudinaria marcha contra sus vetos, anticipó aumentos -por encima de la inflación 2025- en las partidas presupuestarias para educación, salud, jubilaciones y discapacidad.
“El 85% del gasto del Presupuesto 2026 será para esas partidas”, aseguró. Pero, a la vez, ratificó los pilares de su plan económico: orden fiscal, monetario y cambiario, con lo que -insistió- “el superávit es innegociable”.
Ahí surgió el mensaje al FMI y a los mercados, que desde hace semanas están más que alterados y esperan que tras las elecciones un cambio en el esquema cambiario que permita acumular reservas y garantizar el pago de la deuda, tanto con el Fondo como con los bonistas.
Ratificó el rumbo -“el superávit no es un capricho, sino que es el único camino”- y planteó una regla de estabilidad fiscal que obliga a ajustar partidas si caen los ingresos o suben los gastos.
Además, hizo un guiño a los gobernadores y a los legisladores, en dos oportunidades. Por un lado, cuando remarcó la necesidad de alcanzar consensos para avanzar en las reformas pendientes (impositiva, laboral y previsional) que en el acuerdo de abril con el FMI fechó para 2026.
Por el otro, al anunciar una gran ola de concesiones para obras de infraestructura en la que el Gobierno utilizará el superávit para financiar a los privados, para que sean estos los que avancen en la construcción.
Ahí, tras resaltar que el empresariado debe ser visto como un aliado y no un enemigo, pareció dar en parte aviso de lectura a las quejas recurrentes de las provincias por el estado crítico de las rutas nacionales y el reclamo para que se hagan obras de infraestructura, paralizadas en los últimos dos años.
Habrá que ver si el tono medido, la ratificación del rumbo y las señales que buscó dar Milei tienen buena recepción tanto en el mercado, los gobernadores y, en especial, en los votantes.
En el mensaje que acompañó al proyecto, que ingresó al Congreso una hora y media antes de que venciera el plazo legal, presentó los supuestos macroeconómicos con los que se rige la hoja de ruta de ingresos y gastos que Nación tendrá en 2026.
A grandes rasgos, esos supuestos son los siguientes
Inflación: 10,1% anual;
Dólar (mayorista): 7,4% ($1423 a fin de 2026);
PBI: 5% interanual (el mismo crecimiento previsto para 2027 7 2028),