Domingo 21 de Septiembre de 2025, 08:42

Este curioso fenómeno, conocido como efecto umbral, revela cómo la memoria se reorganiza con cada cambio de escenario, como si el cerebro levantara un nuevo telón en el teatro de la mente.
Entra a la cocina con una idea clara, pero al cruzar la puerta algo se desvanece. Ya no recuerda a qué iba. Se queda unos segundos frente a la nevera, como si el frío pudiera devolverle la intención perdida. Esta escena, tan cotidiana como desconcertante, tiene un nombre en la psicología cognitiva:
efecto umbral (doorway effect o location updating effect en inglés).
Un truco de la memoriaBasta con atravesar una puerta para que el cerebro interprete que una función ha terminado y otra comienza. Esto ocurre porque nuestra memoria semántica (la que usamos para recordar conceptos) se entrelaza con la memoria episódica (la que nos permite recordar lugares). La memoria episódica, a su vez, depende de claves contextuales. Por eso, al volver al mismo escenario en el que surgió la idea –aunque sea con disimulo si alguien nos observa–, la recordamos con mayor facilidad.
La metáfora teatral resulta inevitable: la memoria es como una actriz que interpreta mejor su papel cuando el decorado, el vestuario y las luces son los mismos que en los ensayos. Pero si el telón cambia repentinamente, puede olvidar sus líneas.
Experimentos bajo el agua y en la tierraYa en los años setenta, el psicólogo británico Alan Baddeley demostró cómo el contexto influye en la memoria. En un experimento célebre, un grupo de buceadores universitarios debía memorizar listas de palabras, unas veces bajo el agua y otras en tierra firme. Los resultados fueron claros: quienes aprendían y recordaban en el mismo entorno obtenían mejores puntuaciones.
Desde entonces, múltiples estudios han confirmado que tanto el espacio físico como el estado de ánimo juegan un papel fundamental en la evocación de recuerdos.
El olvido al cruzar la puertaEl término efecto umbral empezó a usarse en 2011, aunque los primeros estudios datan de 2006. En ellos, las personas participantes debían memorizar objetos en un entorno virtual y luego atravesar una puerta hacia otra sala. El simple hecho de cruzar el umbral reducía significativamente su capacidad de recordar.
Este fenómeno se explica con el modelo de horizonte de eventos: al cambiar de escenario, el cerebro segmenta la información y la vuelve menos accesible. El olvido no depende de la distancia recorrida ni del tiempo transcurrido, sino del cambio de “acto” en la obra de nuestra mente.
Entre la multitarea y la calmaNo todo se debe a las puertas. La multitarea también juega un papel importante: cuando el cerebro reparte su atención entre varias tareas, algunas se quedan “en el camerino” y se desvanecen con el cambio de contexto.
Sin embargo, los psicólogos coinciden en que estos olvidos son normales y no indican deterioro cognitivo. Afectan tanto a jóvenes como a mayores y parecen ser un subproducto natural de cómo nuestra mente organiza la experiencia.
El lado positivo de olvidarEl filósofo Nietzsche escribió: “el olvido es una facultad positiva, un guardián del orden y de la calma”. Sin él, nos sobrecargarían los recuerdos y no podríamos actuar.

De hecho, el efecto umbral también tiene su ventaja: al cambiar de escenario, el cerebro reduce las interferencias con tareas previas y se prepara para aprender con mayor claridad. Incluso cuando el olvido nos sorprende al ver a alguien querido en un lugar inesperado, no se trata de un déficit, sino de la hermosa confusión que genera la mente al reconstruir recuerdos cargados de emoción.
Un telón que se cierra, pero no definitivoLos lapsus de memoria que vivimos al atravesar una puerta no son señales de alarma, sino parte del complejo rompecabezas de la cognición. La mente actúa como una obra de teatro: cambia de decorado, reubica a los personajes y, a veces, nos deja en blanco entre actos. Pero siempre encuentra la forma de retomar el guion.
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La próxima vez que te quedes mirando la nevera sin saber qué buscabas, recuerda que no es un fallo, sino una muestra de cómo el cerebro organiza la vida en escenas.
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