Pensaron que tenía apendicitis, la llevaron urgente al hospital y el diagnóstico final los dejó atónitos

Viernes 03 de Octubre de 2025, 08:22

Megan Isherwood, de 26 años, acudió al hospital con fuertes dolores y vómitos en lo que creía que era una patología digestiva; horas después terminó de una manera que ni ella misma esperaba.



Megan Isherwood, una joven británica de 26 años, vivió una experiencia que dejó perplejos a los profesionales de la salud y, sobre todo, a ella misma. Lo que comenzó como un dolor insoportable en el costado derecho del estómago y vómitos con sangre, que daba a sospechar a los médicos que era una apendicitis, terminó en el nacimiento de su hijo Jackson horas más tarde, un evento totalmente inesperado para ella y para el personal de la institución.

La joven, encargada de un bar en Burnley, Lancashire, fue trasladada de urgencia al Hospital de Blackpool. Los paramédicos evaluaron sus síntomas, que eran dolor agudo y náuseas, por lo que coincidieron que se trataba de apendicitis. Tras ser llevada a cuidados intensivos en el hospital de Blackburn y comenzar a sangrar abundantemente, un equipo de “unos 15 médicos” se congregó para entender la situación. Decidieron realizarle una tomografía y una ecografía para descartar un embarazo, y fue en ese momento cuando “vieron una cabecita y un pie y se dieron cuenta de que estaba embarazada”, según el relato de Megan.


Este descubrimiento fue un shock absoluto para Megan, quien se había realizado una prueba de embarazo días antes con resultado negativo y no presentaba “panza, ni síntomas, nada”, según relató. Inmediatamente, fue derivada con sirenas al Hospital de Burnley, que cuenta con maternidad. Durante el trayecto, el paramédico le indicó que si sentía ganas de empujar, lo hiciera con fuerza. “En cuanto me lo dijo, fue como si algo hiciera clic y simplemente tuve que empujar”, recordó Megan. Lo siguiente que escuchó fue “felicitaciones, es un niño”. Jackson nació el pasado 9 de septiembre, pesando 2,1 kilos.

El nacimiento, aunque milagroso, no estuvo exento de complicaciones. Jackson, nacido con 33 semanas de gestación, dejó de respirar apenas minutos después de nacer y se puso azul. Afortunadamente, los médicos lograron reanimarlo. Tanto Megan como el recién nacido fueron diagnosticados con sepsis debido a una infección, pero ambos se recuperaron completamente tras recibir tratamiento con antibióticos. El niño fue ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales, mientras que la mamá fue trasladada a la sala de partos y luego a una habitación en maternidad.

Unas horas después, Megan pudo ver a su hijo por primera vez, aunque la realidad aún le resultaba difícil de asimilar. “Aún no me parecía real”, expresó. “Me costaba entender qué había pasado, pensaba para mí misma ‘¿de dónde saliste?’”, agregó. Días más tarde, Jackson volvió a sufrir un episodio crítico al dejar de respirar, pero los médicos lograron salvarlo nuevamente. “Antes de nacer no se hizo notar, pero después de casi morir dos veces sí que lo hizo. Es un niño muy valiente”, afirmó Megan.

Jackson nació con problemas de salud, pero logró recomponerse (Foto: Mirror)

Megan había despertado el día del parto a las cuatro de la tarde sintiéndose mal y le pidió a su amiga Gabbie una gaseosa porque sospechaba que tenía la presión baja. Fue Gabbie quien, al verla “horrible, encorvada”, insistió en llevarla al hospital, al reconocer la gravedad de la situación dado el “umbral de dolor alto” de su amiga.

Los habitantes de su pueblo, al conocer su insólita historia, se movilizaron para ayudarla con donaciones de artículos esenciales para el bebé. “La comunidad se organizó y me ayudó con cosas para Jackson, lo cual fue muy amable. Ahora tenemos todo lo que necesitamos”, comentó Megan. Jackson fue dado de alta el 25 de septiembre y ahora vive feliz en casa con su madre, quien aún no puede creer lo sucedido. /La Nacion