Jueves 20 de Noviembre de 2025, 13:48

El TOC N°4 de San Isidro encontró culpable a Rosalía Soledad Paniagua por el asesinato ocurrido en febrero de 2024.
Rosalía Soledad Paniagua (36) fue condenada este jueves a prisión perpetua por el homicidio del ingeniero Roberto Wolfenson (71), cometido el 22 de febrero de 2024 en la casa del lote 397 del barrio privado La Delfina, de Pilar.La pena fue dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) N°4 de San Isidro, conformado por Esteban Andrejin, Osvaldo Rossi (los mismos que absolvieron a Nicolás Pachelo por el crimen de María Marta García Belsunce, aunque luego Casación le aplicó la máxima) y Victoria Santamaría Guglielmetti.
La fiscal Laura Capra había solicitado la misma condena en la tercera y última audiencia, realizada el viernes 7 de noviembre pasado.La defensa oficial de la acusada, por su parte, aseguró que
"Paniagua tuvo dolo de robar, más no de matar" y que fue descubierta por
Wolfenson que "la atacó" y, producto de ese forcejeo, ocurrió el homicidio, por lo que solicitó que fuera hallada culpable de
"homicidio en ocasión de robo", un delito que prevé una pena de entre 8 y 25 años.
"Yo le quiero aclarar muchas cosas, no voy a pedir nada. A los hijos del señor quiero decirles que me siento muy avergonzada, ahora voy a declarar la verdad, no dije la verdad antes. Me voy a hacer cargo de lo que yo hice", había dicho la acusada en la última audiencia del juicio por el crimen que se desarrolló a cabo en los Tribunales de San Isidro.
"Yo no me puedo quejar del señor porque era una buena persona, la señora también (en referencia a Graciela Orlandi -72-, la pareja de Wolfenson), pero ella hablaba de su esposo, se quejaba por el tema de la plata. Ella quería que vendiera para comprar una casita en Vicente López, quería separar y cada uno por su lado, estaba cansada de que le maneje la plata", recordó la mujer, madre de dos hijos, uno de 17 años y el otro de 2.
Con claras intenciones de reconocer el homicidio pero librarse de los agravantes, Paniagua negó haber robado en la casa de Wolfenson y Orlandi.
"Un día me dijo que se iba de vacaciones con la hija y yo me iba a quedar a trabajar en la casa. Me dijo ’me gusta como limpiás, me gustaría que se quedara con nosotros, nada que ver con cómo limpia Gladys’. Dijo que Gladys era muy tramposa. Ese día me dio una bolsita y me dijo que eso era para mis hijos, unas pulseritas, un parlante rojo y un auricular negro. Eso estaba sin usar", aseguró respecto de los elementos que fueron hallados en su casa en el allanamiento.
La mujer, de acuerdo a la acusación que describió la fiscal Laura Capra, se había robado distintos elementos de la casa de sus empleadores: un celular, un parlante, algunas cadenitas, 300 dólares y un candelabro.
Lo hizo "con el claro fin de procurar su impunidad, y aprovechando su calidad de empleada doméstica, dentro de la habitación de huésped ubicada en la planta alta de la finca mencionada, previo un forcejeo y golpes".
Para ello, sostuvo la fiscal, utilizó "un elemento en forma de lazo, lo colocó alrededor del cuello de Roberto Eduardo Wolfenson Band y provocó su asfixia hasta su muerte, para luego darse a la fuga con los objetos de valor sustraídos".
Tomás Farini Duggan, abogado de Esteban y Laura Wolfenson, los hijos de la víctima, había solicitado también el agravante de alevosía, con lo que coincidió Alejandro Broitman, en representación de Graciela Orlandi.
La empleada doméstica acusada de haber participado del crimen del ingeniero Roberto Wolfenson en su casa en un country de Pilar.A su vez, la acusada apuntó contra la viuda al asegurar que Orlandi le pidió que, durante sus vacaciones, le robara el celular a Wolfenson porque "quería saber en qué andaba".
"Ese día, cuando estaba terminando de limpiar, la señora me dijo ’yo quiero hablar con usted’. Me pidió el celular del señor. Que ella se iba de vacaciones y que cuando ella volviera, yo le entregara el celular. El señor me vio agarrando el celular y ahí empezó la pelea", recordó Paniagua.
La secuencia del crimen"Mi intención no fue robarle al señor ni matarlo, eso se me fue de las manos. Por decirle a la señora que iba a robar el celular...", insistió Paniagua durante su declaración, que se extendió por más de una hora.
"Ella me dijo, quiero saber en qué anda mi marido. Que yo sacara el celular de la casa, que sacara el chip para que no me siguieran. El señor me descubrió que estaba agarrando el celular, me empezó a decir cosas malas, que era una ladrona, que era una hija de p..., paraguaya ladrona. Me dio una cachetada, me agarró de los pelos, yo no quise hacer eso, no quise lastimar al señor, cuando me empezó a insultar a mi mamá, se me nubló todo. En ese momento no me acuerdo de nada", confesó la mujer.
Graciela Orlandi, la viuda de Wolfenson, con su abogado Alejandro Broitman. "Cuando vi que el señor bajó a ver el yogur, vi el celular y lo agarré. Me fui a la habitación queriendo guardar en mi ropa. Ahí fue que no escuché que él subió y me vio. Y ahí empezó todos eso. Él me cacheteó, me agarró de los pelos, me dijo que iba a llamar a la Policía, que quería robar. Ahí fue todo. Peleamos en la cama. Nos lastimamos con el placard, entre el placard y la cama empezó, si te digo que me acuerdo bien te miento", relató.
Luego dio una descripción confusa de la secuencia del homicidio: "Sé que en algún momento me agarró del cuello, yo también a él, me agarró de los pelos, le di un cabezazo con la cara, le dije que me suelte. Le agarré, nos peleamos, yo le agarré del cuello, él también a mí. Yo no le quería hacer daño, no se en qué momento terminé con todo esto".
"Me subí encima, me quería sacar un collarcito de hilo trenzado que tenía la inicial de mi bebé, yo no me dejaba y con eso lo lastimé. Él se quería sacar, yo veo todo el corte, no sé en qué momento se causó todo eso. Le puse por el cuello la cadenita que tenía, de hilo, y él me apretaba del cuello. Yo lo agarré del cuello, queriendo salir, ya no sabía qué hacer. No sé en qué momento, se me nubló todo, estábamos los dos que no dábamos más", completó.
De acuerdo a los testigos, al día siguiente del crimen, Paniagua ofreció el teléfono celular de Wolfenson a un vecino y vendió el candelabro de bronce de la familia.
Las reaccionesEl abogado de Orlandi, Alejandro Broitman, aseguró que la versión del teléfono celular era un "intentar lograr la condena de homicidio simple" y eludir el agravante de criminis causa, que prevé la pena de prisión perpetua.
Farini Duggan coincidió y remarcó que un pasaje de la declaración de la acusada la comprometía: "Ella dijo que tenía miedo, que él dijo que iba a llamar a la Policía y que ella no quería. Eso es el criminis causa, se incriminó".
"Es todo una tragedia, que la condenen también porque deja solo a un hijo chiquito. Lo único es que tenemos más posibilidades de que se de la condena más alta, la paz de que no va a estar en la calle y hacer algo así de nuevo. Pero justicia no es, no sé qué es la justicia. Es una tragedia", dijo Esteban, el hijo de la víctima.
El crimen del ingenieroPaniagua estaba reemplazando a la empleada doméstica durante sus vacaciones. Ese día, el 22 de febrero de 2024, era el último. Había comenzado a trabajar en esa casa el 2 de febrero, por recomendación de un vigilador del barrio.
Inicialmente había sido contratada hasta el 29 porque Gladys, que trabajaba con los Wolfenson "hacía años", se reincorporaría el 5 de marzo. Pero la mujer anticipó su regreso y aquel jueves Wolfenson le pagó a Paniagua y le pidió que ya no regresara.
La muerte violenta del ingeniero no estuvo clara desde el principio: pasó más de un mes hasta que las piezas del rompecabezas empezaron a encajar.
Al ingeniero lo encontraron en la planta alta, en un cuarto de invitados, tendido en el suelo, justo al costado de una cama.
El cuerpo estaba boca arriba, con sangre en la cara y en las manos. Wolfenson, se supo después, tenía la misma ropa con la que había salido a correr el día anterior. Y este dato sería clave para todo lo que vendría después.
La seguridad del barrio llamó a una ambulancia de la empresa Vital y tanto el supuesto médico como el primer forense que llegó a la escena indicaron el el fallecimiento era producto de un paro cardiorrespiratorio por "un ACV isquémico".
Fue gracias al trabajo de una oficial de la comisaría de Pilar que dieron intervención al fiscal Andrés Quintana, quien ordenó que fuera trasladado a la morgue para realizar la autopsia.
Quintana, además de ser el fiscal de turno, había sido parte del equipo que había investigado por segunda vez el crimen de María Marta García Belsunce, asesinada el 27 de octubre de 2002 en su casa del country Carmel de Pilar. Tenía claro lo que podía pasar si la autopsia no se ordenaba de inmediato.
Fue esa decisión la que cambió el rumbo de la investigación. La segunda, la definición de la data de muerte.
Finalmente la autopsia determinó que Wolfenson había sido víctima de un homicidio: estrangulamiento con lazo. /
Clarín
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