Viernes 12 de Diciembre de 2025, 09:42
Desde agosto de 2024, pocos días después de las elecciones presidenciales en Venezuela, María Corina Machado vivía en la clandestinidad. El régimen de Nicolás Maduro la buscaba activamente luego de que el mandatario se proclamara reelecto en julio sin presentar pruebas, mientras la oposición exhibía actas electorales reconocidas internacionalmente que confirmaban un triunfo amplio de Edmundo González Urrutia. Durante meses, la líder opositora desapareció de la escena pública. Su última aparición había sido el 9 de enero, en una protesta, hasta que este miércoles por la noche reapareció en Oslo, tras una fuga cuidadosamente planificada que expuso las debilidades del aparato de control del chavismo.
La operación de salida comenzó a diseñarse dos meses antes, cuando se confirmó que Machado había sido distinguida con el Premio Nobel de la Paz y que la ceremonia se realizaría el 10 de diciembre en la capital noruega. Desde entonces, la gran incógnita era si lograría salir de Venezuela para recibir el galardón. Aunque finalmente llegó horas después del acto oficial, la dirigente consiguió abandonar el país con apoyo del gobierno de Donald Trump, según ella misma confirmó, y con la colaboración de una red venezolana especializada en operaciones de escape.
El lunes por la tarde, Machado abandonó el lugar donde permanecía oculta en las afueras de Caracas y se dirigió hacia un pueblo pesquero del litoral, en un trayecto de casi diez horas. Viajó acompañada por dos personas que estuvieron con ella durante toda la odisea. En el camino atravesaron más de diez retenes militares. Para evitar ser reconocida, la líder opositora utilizó una peluca y un disfraz que le permitieron engañar a los controles. Al llegar a la costa, descansó brevemente antes de iniciar la etapa más riesgosa del recorrido.
En la madrugada del martes, poco después de las cinco, Machado y sus acompañantes abordaron una pequeña lancha de madera y se internaron en el mar Caribe con destino a Curazao. El viaje se realizó en condiciones meteorológicas adversas, con vientos fuertes y oleaje intenso, lo que extendió los tiempos previstos. Aunque no trascendió el punto exacto de partida, la distancia entre el norte de Venezuela y la isla holandesa ronda los 65 kilómetros, aunque desde puertos más cercanos a Caracas el trayecto puede superar los 200.La extracción estuvo a cargo de una red internacional coordinada por Bryan Stern, ex miembro de fuerzas especiales estadounidenses y director de la fundación Grey Bull. Según relató, Machado fue trasladada en lancha hasta un punto de encuentro en alta mar, donde fue recibida por otra embarcación. El cruce total por agua demandó entre 13 y 14 horas. Stern describió el trayecto como peligroso y tenso, marcado por olas altas y condiciones que, si bien dificultaban la navegación, también reducían la detección por radar.
Mientras se desarrollaba el cruce marítimo, sistemas de seguimiento aéreo registraron la presencia de aviones F-18 de la Armada de Estados Unidos sobrevolando el Golfo de Venezuela y patrullando durante varios minutos una zona cercana a la ruta hacia Curazao. Fue la aproximación más cercana de aeronaves estadounidenses al espacio aéreo venezolano desde el despliegue ordenado por Trump meses atrás. De acuerdo con reconstrucciones posteriores, hubo comunicaciones previas con Washington para advertir que en la lancha viajaba Machado y evitar incidentes.
La líder opositora llegó a Curazao el martes por la tarde. Allí fue recibida por un contratista privado especializado en extracciones, que actuó por pedido de la Casa Blanca. Ya fuera del alcance del régimen, pasó la noche en un hotel de la isla antes de retomar el viaje. Todavía le restaban unos 9000 kilómetros para reencontrarse con su familia, su equipo y reaparecer públicamente tras casi once meses en la clandestinidad.
El miércoles por la mañana, cuando ya era imposible llegar a tiempo a la ceremonia del Nobel, Machado abordó un avión privado que había arribado el día anterior desde Miami. El vuelo partió del aeropuerto internacional de Willemstad y puso rumbo a Noruega. Antes de despegar, la dirigente avisó al Comité Nobel que no alcanzaría a asistir al acto, aunque confirmó que ya se encontraba fuera de Venezuela. Minutos después, su hija Ana Corina Sosa recibió el premio en su nombre, mientras el paradero de Machado seguía siendo un misterio para la mayoría.La aeronave, un Legacy 600 de Embraer, realizó una escala técnica en Bangor, Maine, tras casi cinco horas de vuelo. Luego inició el último tramo hacia Europa. El jet, con capacidad para 13 pasajeros, está matriculado en México y es operado por una empresa de aviación ejecutiva con base en Querétaro.
Cerca de la medianoche del miércoles, el avión aterrizó en el aeropuerto de Oslo. La imagen de María Corina Machado, observada a través de una ventanilla del avión semivacío, quedó registrada por las agencias internacionales que aguardaban su llegada. Desde allí se trasladó al Grand Hotel, en el centro de la ciudad, donde su equipo había montado el operativo desde el día anterior y donde se congregaban simpatizantes que aguardaban su aparición.Tras reencontrarse con sus tres hijos, Machado salió al balcón de la suite principal pasada la medianoche para saludar a quienes la esperaban. Luego bajó a abrazarlos. Su llegada a Oslo no solo marcó el final de una huida extrema, sino también un golpe simbólico para el gobierno de Maduro, incapaz de impedir que su principal adversaria política escapara del país y reapareciera en el escenario internacional.