La “dieta de princesas de Disney”, el reto de TikTok que enciende las alarmas por su impacto en niñas

Sábado 13 de Diciembre de 2025, 10:04

Se trata de un desafío viral que propone bajar de peso con un régimen restrictivo imitando a personajes como Blancanieves y Frozen.



¿Quién no soñó alguna vez con convertirse en una princesa de Disney? Mi favorita siempre fue Blancanieves, con su pelo renegrido, sus labios rojos y una piel perfecta. De chica veía su belleza como un ideal inalcanzable, tan construido para la pantalla. Hoy lo entiendo siendo adulta, pero me pregunto qué hubiera pasado si, en plena adolescencia, las redes sociales me prometían que podía parecerme a ella si cumplía durante dos semanas un reto.

Cada vez más nenes, nenas y adolescentes consumen TikTok y se suman a desafíos virales:
se aprenden coreografías, replican diálogos y hasta copian maquillajes y outfits. Pero en el último tiempo empezó a circular un trend dirigido a los más chicos que, disfrazado de mágico, esconde un riesgo real.

Se trata de un reto de 15 días inspirado en las princesas que propone imitar la supuesta “dieta” que hacen estos personajes con el objetivo de bajar entre cinco y 10 kilos. El contenido tiene miles de reproducciones y encendió las alertas de los especialistas, que advierten que este tipo de régimen restrictivo puede tener consecuencias serias, especialmente a edades tan tempranas.

“Me preocupa que se normalice la restricción calórica extrema y que eso llegue tanto a los chicos como a las chicas que están en plena etapa de crecimiento. Si uno asocia dietas a princesas, convierte esto en una conducta peligrosa que genera algo aspiracional y el mensaje deja de parecer una advertencia médica y pasa a ser como un desafío con recompensa social que tiene que ver con los likes, con las visualizaciones. Esto borra los riesgos reales y muchas veces dificulta que la familia y la escuela lo perciban como un problema”,
señaló a TN la pediatra (MN 68.722) y coordinadora de la Secretaria de Medios y relaciones comunitarias de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), Ángela Nakab.

En ese sentido, la psiquiatra que se especializa en trastornos alimentarios (MN 97.898), Juana Poulisis, planteó: “Si un nene de seis u ocho años empieza a pensar que tal alimento engorda en vez de pensar ‘tengo hambre’ o ‘estoy lleno’, se está estimulando el inicio precoz a las dietas. Es un disparador y amplificador en cerebros vulnerables”.

“En las princesas con cuerpos flaquísimos y los héroes con la panza marcada se encarna el ideal de belleza y aparece el ‘si quiero ser como ella, tengo que comer como ella’. Como una no logra ser así, porque nadie se ve como ellos, empieza la comparación constante. No soy ni tan flaca, tan linda, tan perfecta. En vez de construirse una autoestima sobre los intereses y vínculos, lo construyo en una autoimagen corporalizada”, sostuvo.

Cada vez hay más niñas y adolescentes que hacen la dieta de las princesas de Disney que se hizo viral. (Foto: Captura TikTok)
Cada vez hay más niñas y adolescentes que hacen la dieta de las princesas de Disney que se hizo viral.

Cuáles son los principales riesgos de hacer una dieta tan restrictiva

Esta dieta consta de 15 días, mismo número que las princesas, y está basado en cada personaje. El día de Blancanieves, por ejemplo, corresponde comer solo manzanas; el de Ariel, La Sirenita, es consumir únicamente agua. En el caso de Elsa, la protagonista de Frozen, solo se puede ingerir agua fría y hielo; y en el de Jasmín, la princesa de Aladdín, permite frutas y verduras sin pasar las 600 calorías diarias. Así, hasta completar las dos semanas.

“Cuando mirás las descripciones de los videos solo hay ideas sueltas, no hay respaldo científico. Son superrestrictivas, pautas absurdas, no estaría recomendado para nadie”, apuntó la licenciada Elzita Borges, especialista en nutrición materno-infantil (M 1967/2).

De hecho, afirmó que puede llegar a haber un efecto rebote luego de cumplir a rajatabla con el reto, porque se consume todo aquello que no se ingirió de golpe. Y así, a tan corta edad, hay más posibilidades de generar un vínculo con la comida complejo y que puede quedar dañado de por vida.

Desde una mirada neurobiológica, analizó Poulisis, los contenidos que circulan en redes resultan especialmente atractivos para niñas, niños y adolescentes por cómo responde su cerebro a los estímulos. “En esa edad, tiene un sistema de recompensa donde la dopamina es muy sensible a lo novedoso, a lo colorido, a lo musical, todo lo que tienen estos videos”.

Entre los nueve y 11 años, la corteza prefrontal todavía no tiene desarrollado el control crítico, por lo que el mensaje entra sin filtro: se incorpora el ideal, pero no el cuestionamiento.

Al respecto, Nakab enumeró los síntomas más comunes que pueden surgir después de una dieta así:

Una desnutrición relativa, con déficit energético y de micronutrientes. Bajo rendimiento.

Puede generar mareos, desmayos, lipotimias, alteraciones del ritmo cardíaco y de electrolitos.

Retraso del crecimiento, trastornos menstruales, fatiga crónica.

El desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria como anorexia, bulimia o atracones. También ansiedad y cuadros depresivos, y hasta una mayor insatisfacción corporal y autodesprecio.

En esta etapa el cerebro, los huesos y la pubertad dependen de una higiene adecuada; la restricción puede reducir masa ósea, afectar la maduración sexual y cognitiva.

Las princesas de Disney, un consumo cultural que funciona como anzuelo

Las princesas de Disney funcionan, desde hace décadas, como un refugio emocional de la infancia, pero hoy ese universo también se convirtió en un anzuelo poderoso para instalar mensajes peligrosos. “Si vos pensás en cualquier princesa, son figuras de apego cultural. Tiene que ver con los juegos de cuando sos chica, lo que lees cuando vas a dormir, la peli en familia. El cerebro guarda eso como un lugar seguro, deseable, amoroso”, explicó la psiquiatra Juana Poulisis. Esa carga afectiva hace que cualquier mensaje que llegue de la mano de esos personajes tenga un impacto mucho más profundo.

La niñez y la preadolescencia son, además, etapas clave en la construcción de modelos a imitar. En ese contexto, cuando las redes muestran a personajes asociados a dietas o restricciones, el mensaje se vuelve una especie de manual de conducta: “Si Elsa hace esta dieta, está bárbaro. Es como una guía de lo que hay que hacer”.

“Si yo veo a Elsa comer clean o que restringe ciertos alimentos y celebra bajar de peso, se activan circuitos de aprendizaje observacional y el cerebro lo percibe como algo bueno, valioso, para hacer lo mismo”, describió la especialista.

La insatisfacción de la imagen corporal en medio del desarrollo por los modelos que ven en las redes sociales. (Foto: IStock)
La insatisfacción de la imagen corporal en medio del desarrollo por los modelos que ven en las redes sociales.

A ese componente se le suma la lógica de las redes sociales. “Estamos combinando un formato audiovisual corto, repetitivo, muy estimulante, con liberación de dopamina, y una identificación con personajes que ya aman. Eso hace que los chicos piensen que van a tener un cambio rápido de su estructura física, como menor peso o mejor apariencia”, completó Nakab.

Esa exposición precoz a ideales de delgadez no afecta a todos por igual, pero puede dejar marcas profundas. De acuerdo a las expertas, en chicos y chicas con predisposición, este tipo de contenidos puede acelerar la aparición de conflictos con el cuerpo y la autoestima. Lo que se presenta como un juego con princesas, en realidad, puede convertirse en la puerta de entrada a un problema mucho más serio.

Las nueve recomendaciones para que los padres estén alerta

Las tres especialistas consultadas esbozaron algunas recomendaciones para que los padres incorporen y estén alertas para evitar estas situaciones:

Comer en familia con regularidad: compartir las comidas ayuda a modelar hábitos, crear rutinas, generar conversaciones y reconocer señales de hambre y saciedad. Fortalece el vínculo y permite detectar a tiempo cambios en la relación con la comida.

Desterrar la palabra “dieta” del hogar: evitar hablar de dietas, del peso o de la corporalidad propia o ajena. El foco debe estar puesto en la salud, el bienestar físico y emocional, y en ofrecer variedad de alimentos con libertad, pero con límites claros.

No prohibir, ni obligar, ni negociar con la comida: la recomendación es que, en general, el 80% de lo que se consume sea saludable, dejando espacio también para los gustos. La comida no debe ser premio ni castigo y menos un conteo de calorías permanente.

Promover actividad física por placer, no para “quemar”: el movimiento debe estar asociado al disfrute, no al control del peso ni a la culpa.

Acompañar y supervisar el uso de redes: ver los contenidos junto a los chicos, comentarlos y explicar que muchos videos son extremos, editados o irreales. Limitar el contenido problemático y aprender a modificar el algoritmo.

Retrasar el acceso al celular: la recomendación es que no tengan teléfono propio antes de los 12 o 13 años. Los estereotipos de peso aparecen entre los 7 y 10 años y se intensifican en la preadolescencia. La exposición precoz puede ser un factor de riesgo en chicos con predisposición.

Dar el ejemplo en casa: modelar una relación sana con la comida, sin culpas, sin moralizar los alimentos y con hábitos posibles en la vida real.

Cuidar la comunicación: hablar mirando a los ojos, sin el celular de por medio. Escuchar qué les pasa, qué buscan y qué sienten.

Consultar ante cualquier señal de alarma: cambios físicos, de conducta o de ánimo deben ser motivo de consulta con el pediatra y, si es necesario, con un equipo interdisciplinario. La intervención precoz mejora el pronóstico. /TN