Murió Ernesto Acher, figura del inicio de Les Luthiers, creador de La Banda Elástica y pionero de unir al humor con la música

Sábado 13 de Diciembre de 2025, 15:33

Ernesto Acher.



Murió Ernesto Acher, un músico que logró pasar las barreras de los estilos y logró unir a la música clásica con el jazz, siempre con una mirada desde el humor. Fue integrante de Les Luthiers entre 1971 y 1986, donde sobresalió junto al exquisito elenco como compositor, actor, cantante y ejecutante de más de una veintena de instrumentos. Más adelante fundó La Banda Elástica, nucleando a destacadas figuras del jazz argentino.

Acher fue además humorista, arquitecto multiinstrumentista y director orquestal. Realizó obras tan variadas como una banda sonora, un cuarteto para clarinete y cuerdas, un sexteto para cuerdas y un poema sinfónico para viola y orquesta. También actuó como comediante desde 1993, hizo radio, incursionó en la dirección orquestal y desarrolló múltiples proyectos musicales y humorísticos.

En el año 2002 decidió radicarse en Chile en donde, además de su actividad artística, fue durante siete años profesor en la Universidad Diego Portales de Santiago. Después de haber vivido en Concepción, Santiago y Linares, en septiembre de 2016 emprendió el regreso a Buenos Aires, donde residió hasta su muerte.

Ernesto Acher siempre se caracterizó por unir la música con el humor.

La época de oro de Les Luthiers

Ernesto Acher ingresó a Les Luthiers en marzo de 1971 como reemplazante por unos meses de Marcos Mundstock, tanto en la lectura de los textos de presentación como también la ejecución de instrumentos. Un año después, cuando volvió Mundstock, lo invitaron a unirse al grupo como compositor, arreglador y multinstrumentista.

Según contó en numerosos reportajes, fue el impulsor de la estructura colectiva del grupo, del uso de equipos de amplificación para las presentaciones, y también el artífice de la carrera discográfica de Les Luthiers, al conectarlos con el sello Trova. Su influencia es notoria en obras vinculadas al jazz y el folklore como Miss Lilly Higgins y Epopeya de los quince jinetes, además del poema sinfónico Teresa y el Oso, y la Cantata de Don Rodrigo. Sus papeles protagónicos más recordados son Don Rodrigo de la Cantata, el rey loco de El rey enamorado y el niño de La gallina dijo Eureka.

Les Luthiers en 1985. 

Colaboró con Carlos Núñez Cortés y Carlos Iraldi en la construcción de varios instrumentos insólitos que caracterizaban al grupo, además del diseño de Antenor, el robot musical de Muchas gracias de nada. En vivo tocó clarinete, clarinete bajo, corno, trombón, fliscorno, piano, flauta dulce, armónica, acordeón, batería y percusiones varias, sin olvidar creaciones del grupo como gom-horn, bocineta, chelo legüero, calephone, yerbomatófono, tubófono y dactilófono.

Dejó el grupo a fines de 1986 por razones que siempre mantuvo en privado. Usualmente respondía a esa pregunta con un diplomático "Les Luthiers era un matrimonio múltiple, y no es de caballeros preguntar a un matrimonio qué le pasó".

El jazz de La Banda Elástica

A principios de 1988, Ernesto Acher reunió a algunos de los mejores músicos del ambiente jazzístico argentino y fundó La Banda Elástica, cuya formación incluía a Carlos Costantini, Hugo Pierre, Enrique Varela, Jorge Navarro, Ricardo Lew, Juan Amaral y Enrique Zurdo Roizner.El debut fue en el Teatro Cervantes, en junio de 1988, con gran éxito. Hicieron temporadas en salas de Buenos Aires como Teatro Blanca Podestá, Teatro Lorange, Teatro del Globo, editaron tres discos, recorrieron el interior del país, y viajaron a Montevideo, Sao Paulo y Asunción.

En 1991 ideó y organizó Juntos en concierto, fusionando a la Banda Elástica con la Camerata Bariloche, con shows en el Teatro Opera y Luna Park. El grupo se disolvió en 1993.

Ernesto Acher vivió varios años en Chile y volvió "porque extrañaba". 

Unos años después, Acher se fue a vivir a Chile. Según explicó a Clarín: "Me fui en el 2000 a dirigir, un poco de casualidad, por un cambio de agendas con un amigo. Fui a Concepción a dirigir la orquesta de la Universidad. Me invitaron para el año siguiente y me pidieron que me quedara. Era un buen proyecto y encontré buenos amigos. Después de tres años ahí, me fui un par de años a Santiago y luego me fui a vivir a las afueras con mi pareja de ese momento, una chica chilena, a un lugar divino, Cajón del Maipo, junto a las montañas y el río. Fue una hermosa etapa, pero tuve que volver al centro de Santiago por un tema de salud. Ahí estuve enseñando literatura, técnica narrativa e historia del arte en la Universidad Diego Portales. Y después elegimos una vida más tranquila y nos fuimos a un pueblito al sur, Linares. Fue muy linda experiencia. Pero nunca dejé de venir acá a dar conciertos y a ver a la familia y a amigos. Pero a los 76 años, una edad en la que las raíces empiezan a pesar, ya extrañaba mucho y volví".

En Chile hizo Homenaje a Piazzolla, Fantasía en concierto, La orquesta va al colegio, y ¿Acher en serio?, con una formación de cámara y un repertorio que incluía obras de Jobim, Schreker, Piazzolla y Richard Strauss.

Incansable

A lo largo de las últimas tres décadas, Acher armo un unipersonal llamado Humor, con Acher, tuvo un programa de radio llamado Los rincones de Acher, creó un ciclo de shows que bautizó Veladas espeluznantes, y fundó la Offside Chamber Orchestra, una sinfónica en miniatura, de solo 23 integrantes.

Un proyecto de gran repercusión fue el espectáculo Gershwin, el hombre que amamos, junto a Jorge Navarro y Rubén Baby López Fürst, con quienes editó discos y un DVD. Con su amigo Jorge de la Vega crearon Los animales de la música, con mucho humor y sutilezas musicales que entusiasmaron a chicos y grandes durante varias temporadas.

Con el humorista cubano Alejandro Virulo García hizo Cuarteto de humor en una misma cuerda, con giras por México, Venezuela, España y Cuba.

Ernesto Acher. 

Una vez regresado a Buenos Aires, retomó su actividad humorística, radial y musical, siempre junto a grandes amigos como Navarro y De la Vega. “Lo que me da placer y orgullo es que mantengo los amigos de la infancia, con los que me crié. Nuestros padres eran parte de una barra y por eso nos conocemos de toda la vida. No me acuerdo de no conocerlos, estuvieron siempre. Son como hermanos. Y a pesar de estar afuera, siempre estuvimos en contacto. Fuimos barra de fútbol hasta bien grandecitos”. /Clarín