Los pumas comenzaron a cazar pingüinos en la Patagonia: por qué indica el éxito de la restauración ecológica en la zona

Miércoles 17 de Diciembre de 2025, 22:08

Un estudio científico indicó que la creación de un parque nacional en la costa patagónica permitió la recuperación simultánea de grandes carnívoros y aves marinas, generando un singular caso de coevolución depredador-presa



Los pumas del Parque Nacional Monte León, en la costa atlántica de Santa Cruz, incorporaron de forma sistemática a los pingüinos de Magallanes en su dieta, un comportamiento inédito en la región que está transformando la dinámica ecológica local. El fenómeno fue documentado por un estudio publicado en la revista Proceedings of the Royal Society y se vincula directamente con procesos de restauración ambiental y cambios históricos en el uso del territorio.

La investigación revela que, tras décadas de persecución humana a los grandes depredadores durante el siglo XX y la posterior creación del parque nacional en 2004, los pumas se encontraron con una abundante y nueva fuente de alimento: una colonia continental de aproximadamente 40.000 parejas reproductoras de pingüinos de Magallanes. Este escenario favoreció una interacción depredador-presa que antes no existía a gran escala.“Más que una nueva estrategia de los pumas, se trata de una interacción inesperada”, explicó a Infobae Emiliano Donadio, director científico de Rewilding Argentina y coautor del estudio. Según detalló, la eliminación histórica de depredadores permitió que los pingüinos, que normalmente nidifican en islas, colonizaran la costa continental. Con la reducción de la caza de pumas y la conversión de antiguas estancias ganaderas en áreas protegidas, los felinos regresaron y comenzaron a aprovechar esta nueva presa.


Entre 2019 y 2023, el equipo científico colocó collares GPS a 14 pumas y utilizó cámaras trampa para monitorear su comportamiento. Los registros muestran que los felinos concentran su actividad cerca de la colonia de pingüinos durante la época reproductiva, que se extiende por más de la mitad del año. Esta disponibilidad constante de alimento redujo sus desplazamientos y modificó su organización espacial.


Uno de los hallazgos más llamativos es el impacto de esta dieta sobre la población de pumas. Los individuos que consumen pingüinos tienen territorios más pequeños, se mueven menos y presentan mayores niveles de interacción social, un comportamiento poco habitual en una especie conocida por su carácter solitario. La densidad de pumas en Monte León alcanzó valores récord: entre 13,2 y 13,3 individuos cada 100 kilómetros cuadrados, más del doble que en otras regiones de Sudamérica.


“El nivel de interacción social que hemos presenciado ha sido sorprendentemente alto”, señaló Mitchell Serota, ecólogo de la Universidad de California en Berkeley y autor principal del trabajo. La abundancia de recursos, explicó, parece reducir la competencia entre los animales.

En cuanto al impacto sobre los pingüinos, los investigadores indicaron que no se registraron efectos negativos significativos. Los censos realizados entre 2004 y 2017 muestran que la colonia se mantuvo estable e incluso creció levemente, lo que sugiere que puede soportar los actuales niveles de depredación.

La presencia de pingüinos también genera efectos indirectos en el ecosistema terrestre. Durante los meses en que las aves están en la colonia, los pumas disminuyen la caza de guanacos, especialmente en una etapa clave para la supervivencia de sus crías. Sin embargo, los monitoreos indican que la población de guanacos se mantiene estable y no muestra cambios significativos a largo plazo.

Según Donadio, el caso de Monte León ilustra cómo la restauración ambiental puede reactivar procesos ecológicos complejos. “Los pingüinos se alimentan en el mar, pero muchos son cazados en tierra y sus restos fertilizan el suelo. Los pumas que cazan pingüinos conectan el mar y la tierra, mostrando formas impensadas en las que funciona la naturaleza cuando logramos restaurarla”, afirmó.


El estudio fue posible gracias al trabajo conjunto de la Fundación Rewilding Argentina, el Parque Nacional Monte León y la Universidad de California-Berkeley, con financiamiento de National Geographic. Monte León se consolida así como un laboratorio natural para observar nuevas relaciones entre depredadores y presas en la Patagonia argentina.