Por qué algunas personas se meten el dedo en la nariz sin darse cuenta, según psicólogos

Jueves 18 de Diciembre de 2025, 07:04

Hurgarse la nariz mezcla alivio sensorial, hábito aprendido y regulación emocional; cuando es compulsivo puede requerir tratamiento.



Los hábitos más íntimos suelen revelar emociones y aprendizajes tempranos. Hurgarse la nariz es uno de esos gestos universales: nace en la infancia, se mantiene en la vida adulta y se realiza muchas veces de modo automático o en privado. No siempre es mala educación, sino una mezcla de impulso físico y alivio.

Especialistas en otorrinolaringología y psicología explican los mecanismos que lo sostienen. 

El Dr. Gan Eng Cern afirma: “Si bien hurgarse la nariz es un hábito que genera nerviosismo en algunas personas, para otras puede convertirse en un comportamiento compulsivo”. Un componente sensorial, mucosidad, picor o sequedad, impulsa la acción inmediata.

Qué lo motiva

Desde la conducta, el gesto puede ser autorregulación frente al estrés o pura rutina. Estudios señalan que produce una leve sensación de calma, lo que refuerza su repetición. Además, el entorno familiar y la ausencia de corrección temprana facilitan que el hábito persista sin que la persona lo note fácilmente.

Las razones específicas varían: alivio sensorial, aburrimiento, impulsividad o falta de control frente a estímulos. Un análisis citado dice: “La gente suele hurgarse la nariz cuando está aburrida. Para algunos, también es un hábito nervioso, como masticar chicle o morderse las uñas. Este hábito ayuda a aliviar la ansiedad en algunas personas”.

El hábito no es inocuo: puede irritar la mucosa, provocar sangrados, pequeñas heridas e infecciones. Con el tiempo genera inflamación y molestias crónicas. En lo social, aparece la vergüenza, culpa y deterioro de la imagen personal. En casos severos incluso puede llevar al aislamiento por la estigmatización del comportamiento observado.

Cuando es compulsivo y qué hacer

Si el gesto se vuelve incontrolable recibe nombre clínico: rinotilexomanía, parte del espectro de impulsos ligados al cuerpo. “Puede provocar graves daños en los tejidos nasales. Esta afección suele estar relacionada con otros problemas psiquiátricos, como los trastornos de ansiedad”, señalan fuentes médicas. Requiere abordaje multidisciplinario en casos severos frecuentes.

Los psicólogos recomiendan pasos prácticos: identificar desencadenantes, practicar respiración y mindfulness, hidratar la nariz para evitar picazón y reemplazar la conducta por alternativas como objetos para manipular. Hurgarse la nariz se reduce con recordatorios y rutinas nuevas; cuando no alcanza, conviene consultar a un profesional de salud mental calificados urgentemente.

En definitiva, hurgarse la nariz suele ser un hábito complejo: mezcla sensaciones físicas, aprendizaje y regulación emocional. No siempre indica patología, pero implica riesgos y malestar. La clave está en reconocerlo sin estigmas, probar estrategias conductuales y pedir ayuda profesional si la conducta es persistente, dolorosa o afecta la vida diaria.  /La 100