
Martes 23 de Diciembre de 2025, 23:39
A pesar de la vigencia de una tregua descripta como frágil entre el gobierno reconocido internacionalmente y los hutíes —respaldados por Irán y que controlan la capital, Saná— el escenario yemení sigue registrando desarrollos militares sobre el terreno.
En el último episodio, unidades de las Fuerzas Armadas del Sur lograron frustrar este lunes 22 de diciembre de 2025 un intento de infiltración de elementos de la milicia hutí en el frente de Tur al-Bahah – distrito de Haifan, dentro del área fronteriza de As-Sabihah.
Una fuente militar declaró al sitio Al-Amanah Net que los combatientes de la 4.ª Brigada “Hazm”, en el sector de Al-Hajmah, respondieron con firmeza al fuego enemigo. Se produjeron enfrentamientos intensos en los que se emplearon morteros y armas medianas, y el ataque fue repelido, obligando a los hutíes a retroceder. La misma fuente agregó que las fuerzas del Sur “provocaron bajas” en las filas hutíes, con varios muertos, y que sus tropas lograron recuperar el cuerpo de uno de los atacantes.
La fuente subrayó que las fuerzas armadas del Sur se encuentran en “alto nivel de preparación” y continúan cumpliendo su deber de defender las fronteras del sur árabe y frustrar cualquier intento de infiltración o agresión por parte de la milicia hutí.
Esta escalada llega dos semanas después del lanzamiento de la operación “Al-Mustaqbal Al-Wa‘id” (El Futuro Prometedor), mientras reportes periodísticos hablan de señales de movilización hutí alrededor de algunos frentes, en paralelo a una actividad renovada de Al Qaeda y a intentos de movimiento de elementos vinculados a los Hermanos Musulmanes en zonas conocidas previamente por su fragilidad de seguridad.
La operación “El Futuro Prometedor”, lanzada por instrucciones de Aidarus bin Qasim Al-Zubaidi, comandante en jefe de las fuerzas del Sur, logró —según el texto— victorias rápidas y decisivas mediante la liberación de distritos y sitios vitales en el valle y el desierto de Hadramaut, el control de pasos y campamentos y el aseguramiento de rutas que eran consideradas arterias para el contrabando de armas y la actividad terrorista.
Tras la operación, las ciudades del valle y el desierto de Hadramaut registraron un nivel de estabilidad que —según la nota— no se veía desde hacía años: disminuyeron las expresiones armadas, bajó la tensión y se reactivaron servicios, mientras mercados y calles recuperaban su ritmo habitual.
Con el éxito de la operación, se describen concentraciones populares espontáneas en la zona, con cánticos de apoyo a las fuerzas del Sur. Reportes citados señalan que los residentes expresaron alivio por una acción militar largamente esperada y reafirmaron su confianza en la capacidad de estas fuerzas para imponer seguridad, estabilidad y expulsar a los actores que amenazan la vida de la población.
En un comunicado previo, las fuerzas del Sur dijeron que, en “estos momentos decisivos”, anunciaban al pueblo del sur —dentro y fuera del país— y especialmente a la población de Hadramaut (valle, desierto y costa) una victoria largamente esperada, con objetivos estratégicos centrados en “limpiar y liberar” todas las ciudades y zonas del valle y el desierto de Hadramaut, adoptar medidas para normalizar la situación, preservar la seguridad y estabilidad, y proteger intereses públicos y privados.
Luego, tras la liberación del valle y el desierto y de la provincia de Al-Mahra, llamaron a “más cohesión” y a alinearse con las fuerzas armadas y de seguridad con sus distintas formaciones, destacando en particular a las Fuerzas de Élite Hadramíes. También señalaron “la particularidad” de la etapa que atraviesa el sur, que exige esfuerzos coordinados y sentido de responsabilidad por parte de los liderazgos civiles, políticos y militares, junto con el rol de los distintos sectores sociales, especialmente empresarios, en el marco de construir un “Estado federal moderno” para el sur.
El texto sostiene además que la ruta terrestre desértica (a través del valle y el desierto de Hadramaut) habría funcionado como un eslabón para conectar cargamentos hacia áreas bajo control hutí, pasando por ciudades o corredores de contrabando. Según la nota, la unidad del “frente del Sur” habría cortado líneas de suministro y frenado lo que describe como un “triángulo” integrado por Al Qaeda, los Hermanos Musulmanes y los hutíes.
En paralelo, varias provincias del sur registran —según el texto— concentraciones populares pacíficas continuas, y también actos en varias ciudades europeas, en apoyo a la proclamación de un “Estado del Sur Árabe”.
En el mismo marco, 16 ministerios, además de ministros, vice ministros, viceministros y autoridades locales de la capital Adén y de otras provincias del sur árabe, emitieron comunicados oficiales con fecha 22 de diciembre de 2025 en los que expresan su respaldo total a trabajar bajo el liderazgo del Consejo de Transición del Sur.
Los firmantes remarcaron su alineamiento con las fuerzas armadas del Sur, con las aspiraciones del pueblo del sur árabe y con lo que describen como su “derecho legítimo” a recuperar un Estado independiente y plenamente soberano. También anunciaron su apoyo al liderazgo del Consejo de Transición del Sur en la decisión de declarar un Estado del Sur Árabe, en respuesta a las demandas populares expresadas en concentraciones masivas en plazas y espacios de protesta abierta.
Asimismo, enfatizaron la estabilidad administrativa y la continuidad del trabajo en instituciones estatales, con compromiso de disciplina funcional para garantizar los servicios a la ciudadanía durante lo que califican como una etapa “crucial”. Y pidieron a la comunidad internacional y a la coalición árabe respetar las aspiraciones del pueblo del sur y facilitar que ejerza su voluntad política, tras más de 31 años de lo que describen como ocupación bajo una “unidad” que, según el texto, derivó en marginación y deterioro económico, de servicios y de seguridad.
Según Mohammed Al-Zubaidi, la causa del sur árabe ya no se limita al marco local ni queda atrapada en disputas de política interna: se habría convertido en una causa política, legal y humanitaria transfronteriza que avanza hacia el plano internacional como la causa de un pueblo privado de su Estado, y no como una disputa de poder.
Agregó que, con la expansión del movimiento pacífico en el interior y en el exterior, y con el crecimiento de la conciencia internacional sobre la importancia de la estabilidad en el mar Arábigo, el golfo de Adén y Bab el-Mandeb, la voz del sur árabe sería hoy más clara e influyente, apoyada en una voluntad popular amplia, una historia de Estado reconocido y el derecho a la autodeterminación.
Por su parte, Maryam Barahma sostuvo que recuperar un Estado del sur árabe no significa “separación” en un sentido negativo, sino una corrección de un rumbo histórico desequilibrado: una unidad impuesta sin bases justas no produjo estabilidad, sino ciclos repetidos de conflicto. En ese sentido, consideró que un Estado del sur árabe sería una solución sostenible, abriría la puerta a una paz real basada en justicia y reconocimiento mutuo, y aportaría estabilidad en el mar Rojo y el golfo de Adén, además de ser un socio activo en la lucha contra el terrorismo. Según su planteo, apoyar al sur árabe no sería solo una postura moral, sino una decisión estratégica que serviría a los intereses de la comunidad internacional al proteger rutas de navegación y reducir focos de conflicto.