Jueves 25 de Diciembre de 2025, 16:11

Felicitas y Marcus se casaron en febrero de 2024.
El 25 de noviembre, Felicitas Lauría, una joven cordobesa de 22 años, fue junto a su esposo estadounidense a la entrevista final para obtener la residencia permanente en California y terminó encerrada y encadenada en una celda durante 10 días.
Su historia, como la de tantos otros, expone el costado más duro de la nueva política migratoria en Estados Unidos y el impacto devastador que puede tener en la vida de los inmigrantes.
La historia de amor
Felicitas viajó a Estados Unidos a principios de 2023 bajo el programa Au Pair (un programa de intercambio cultural). Fue con una visa de trabajo que dura dos años, pero a los pocos meses el amor se cruzó en su vida y todo cambió.
“Lo conoció a Marcus en el bar donde él trabajaba, justo la noche que ella cumplía 21 años”, contó a TN Mariana Lozita, la mamá de Felicitas. El flechazo fue instantáneo.
Jóvenes los dos, llenos de planes y con todo un futuro por delante para realizarlos, en febrero de 2025 Felicitas y Marcus se casaron y la joven inició el proceso de ajuste de estatus migratorio para quedarse en ese país.
Todo parecía encaminado: presentaron los papeles, Felicitas completó los trámites biométricos y, en septiembre, obtuvo su permiso de trabajo. Consiguió un nuevo empleo y se preparó para la entrevista conyugal, el último paso para acceder a la residencia permanente.
Ese, sin embargo, fue el día que su sueño de una nueva vida se convirtió en una pesadilla.
Felicitas, la joven cordobesa, quedó en libertad bajo fianza pero sigue bajo control migratorio.De la ilusión al encierro: cómo fue la detención de Felicitas
Según contó su mamá, durante la cita le preguntaron si su visa estaba vencida. Felicitas respondió que sí, pero aclaró que estaba amparada por el proceso de ajuste de estatus y el permiso de trabajo. De todas maneras, los agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) entraron y la detuvieron por no tener la visa vigente.
“Los estaban esperando a todos”, afirmó Lozita, haciendo alusión a otros tantos inmigrantes que, como su hija, fueron arrestados en el mismo momento.
“Feli cumplió con todos los pasos. Entró legalmente, estaba casada con un ciudadano norteamericano, no tenía antecedentes”, señaló la mujer, que no encontró otra respuesta más que el reciente cambio de la política migratoria de EE.UU. para lo que ocurrió con su hija.
“Las primeras 48 horas la tuvieron incomunicada, la desesperación que sentimos es inexplicable”, manifestó a este medio. Después, la trasladaron varias veces entre la comisaría y el centro de detención Otay Mesa, en condiciones inhumanas.
“Le pusieron una cadena de los pies hasta la cintura y en las manos. No le sacaban la cadena ni para ir al baño, salvo una mano para bajarse la ropa”, relató su madre.
Y continuó: “Le suspendieron la medicación para la tiroides que tenía que tomar y ni siquiera le dieron los lentes que ella usa para la miopía. Estuvo casi a ciegas pobre".
El calvario se extendió durante 10 interminables días, con la tradicional fiesta de Acción de Gracias en ese país en el medio, hasta que finalmente a principios de diciembre la dejaron salir bajo fianza.
“Estaba como cinco kilos más flaca”, resaltó Lozita, sobre el cambio físico que provocó la traumática experiencia en Felicitas. Además de ella, afuera también la estaban esperando su esposo Marcus y su familia política. “Fue muy emotivo el reencuentro”, dijo.
El reencuentro de Felicitas con su mamá, tras salir bajo fianza.
Una audiencia pendiente y libertad bajo fianzaFelicitas recuperó la libertad tras pagar una caución de US$1500, aunque con una tobillera electrónica y una serie de requisitos a cumplir mientras se define su situación.
“La tobillera le lastimaba mucho, tenía moretones”, apuntó la madre de la joven. Recién el 11 de diciembre, después de presentar un certificado médico, consiguieron que le quitaran el dispositivo electrónico.
Entonces fue el momento de quitarle la pausa al sueño de formar una familia y empezar una nueva vida lejos de la ciudad cordobesa de Villa María, donde nació.
“A pesar de todo lo que pasó, Feli ni se planteó volver a la Argentina. Ella retomó su trabajo y está allá con su marido, la familia de él la quiere mucho”, aseguró su mamá.
La joven también reanudó los estudios en el ciclo básico y después entraría a la facultad de Leyes.
“Ella ya hizo dos años de abogacía, está intentando hacer valer los créditos de esas materias”, contó la madre.
El 11 de marzo de 2026 es la fecha pautada para la audiencia en la que se decidirá su estatus migratorio, aunque
Lozita indicó que su abogado tratará de adelantar la fecha.
“El único miedo que tiene Felicitas es que salga una resolución contraria, porque no quiere dejar a su marido”, expresó la madre. Y cerró:
“Si sucediera, acá los estaremos esperando a los dos. Pero tenemos fe de que todo va a salir bien”. /
TN
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