El juego TEG cumple 40 años y está más joven que nunca
Lunes 06 de Marzo de 2017, 09:01
En distintos bares de la ciudad, jóvenes y adultos se reúnen y pasan horas jugando al T.E.G. /Foto: Clarín
El T.E.G. cumple 40 años y, coherente con su espíritu, sigue dando batalla. Para celebrar la vigencia del clásico juego de mesa argentino que cosechó miles de fanáticos, ahora se lanzó una versión para chicos. El T.E.G. Junior plantea el engorroso desafío de competir contra aplicaciones y dispositivos. A la conquista de países y continentes, el juego de mesa que supo convocar a exaltados jugadores de varias generaciones cambió las reglas para adaptarse a los tiempos instantáneos que corren. Objetivos más simples, partidas más cortas y un rediseño integral son las claves de un fenómeno que se adecuó al cambio. También se desarrollaron versiones online, mazos de cartas y aplicaciones móviles.
El reto de la empresa Yetem fue que los padres “tegueros” le contagien la pasión a sus hijos. Desplegar ejércitos por Gobi o Kamchatka, cruzar fronteras y pensar estrategias para cumplir los objetivos secretos es la propuesta de un fenómeno inoxidable, que resistió el paso del tiempo a fuerza de ingenio. Con fecha de nacimiento a fines de 1976, el fenómeno fue creciento y alcanzó su apogeo en los años 80. Y en los 90 los fans comenzaron a organizar torneos, a crear asociaciones y ligas que, como las fichitas de colores, se desparramaron por todo el país.
El juego argentino que lleva vendidas más de un millón y medio de unidades está basado en el clásico juego de estrategia americano Risk ("riesgo"), creado por Albert Lamorisse en 1950.
“Ofrecemos contenidos. El juego no es fácil, rápido ni improvisado, lleva años de testeos”, señala Silvia Brodsky, directora de Yetem, la empresa que asumió el riesgo de multiplicar la criatura.
“Podemos estar entre 3 y 4 horas jugando, hasta se nos pasa la hora de comer”, reconoce Julián Fuentes (21), que casi como una religión destina el tiempo libre de las vacaciones para medir sus tácticas y estrategias. “Con mi papá y mi hermano nos agarramos fuerte, hacemos pactos, nos tomamos el conflicto en serio”, confiesa.
Lucía Wittens, de 10 años, recibió el juego en la versión infantil como regalo de Navidad: "Me lo llevé a las vacaciones y no paramos de jugar. Mis primos son fanáticos del más largo, pero yo prefiero éste (el Junior). Cuando llovía o estaba feo el día hacíamos torneos", dice.
La diseñadora gráfica María Aramburu estuvo a cargo de la actualización del planisferio para la versión Junior, que cuenta con 32 países en vez de 50. “Contemplamos estrategias de diseño desde la mirada de los chicos, su experiencia lúdica e identidad. Pusimos el foco en procesos que los involucran y consideramos los tiempos. En el T.E.G. Junior las partidas no duran más de 45 minutos”, señala Aramburu, especialista en juegos de mesa, que investigó actitudes, reacciones y comportamientos de los chicos al jugar.
Para el T.E.G. La Revancha, otro desprendimiento del original, Aramburu incorporó misiles y planteó cambios en la táctica habitual del conflicto bélico sobre un planisferio de 50 países. Cada jugador tiene un objetivo secreto a cumplir, para lo cual deberá ampliar sus dominios, reorganizar sus ejércitos (fichas), realizar pactos, emprender ataques y defenderse de los adversarios. El primero que logre su objetivo gana. Ocupar Europa, 4 países de Asia y 2 países de América de Sur, es uno de ellos.
"Estamos convencidos de que la era digital no disminuyó sino que incrementó el número de los apasionados por los juegos de mesa", dice Brodsky. Y despliega algunos de los beneficios: "Ejercitan ciertas habilidades como la agilidad mental, el pensamiento estratégico, la memoria y el uso de conceptos de cultura general a la vez que promueven el encuentro familiar o la reunión entre amigos para interactuar cara a cara".
En este sentido, los grupos de adultos que se reúnen periódicamente confirman la tendencia. Fabián Martínez Torres (48) integra La Cofradía de T.E.G. desde 2002 y participa de encuentros lúdicos todos los sábados, en el Club Oeste de Caballito. "Es un juego que cruzó la barrera del tiempo y uno de los pocos para adultos realizado en Argentina", dice Fabián que, además, integra Lúdicamente, una ONG que promueve iniciativas recreativas.
Para Claudia Messing, psicóloga y socióloga, los juegos de mesa constituyen un recurso válido para enfrentarse a las frustraciones infantiles. La autora de ¿Por qué es tan difícil ser padres hoy? señala que "Dejar de jugar cuando pierden o pretender cambiar las reglas son actitudes esperables entre los chicos. Por eso, el juego de mesa se constituye en un gran campo de enseñanza dado que el niño, desde el vamos, se siente en paridad con el adulto y puede ejercitar la tolerancia a la frustración".
La desilusión de sacar un puntaje flojo con los dados o perder países fue observada por el ojo atento de María Aramburu durante los testeos del T.E.G. Junior. En esas jornadas, la diseñadora le prestó especial atención a Paloma, de 7 años, porque era la más chiquita. "Era un juego dificil para ella, desconocido, y no sabía si se iba a integrar junto al resto de los nenes que ya tenían experiencia. Pero aprendió sin problemas. Sus caras de alegría cuando ganaba una batalla eran tremendas, se paraba y bailaba para festejar. Ellos se van de estos encuentros muy contentos, se llevan algo especial, se llevan un saber… una experiencia que estoy segura no olvidan", afirma la diseñadora.
La experiencia de respetar los turnos no es poca cosa. Miriam Goldstein, especialista en primera infancia, afirma que los juegos de mesa enseñan a ganar y perder: "Los ayuda a considerar las normas, promueven el desarrollo del lenguaje, la memoria y el razonamiento. Inciden en el poder de reflexión y en la búsqueda de estrategias", sugiere la directora de Agrupate Asesoramientos Educativos. También, dice, estimulan la socialización. Que en estos tiempos de consumo digital e instantáneo no es poca cosa.
Larga vida al T.E.G., un precursor que sigue dando batalla.