Lunes 27 de Marzo de 2017, 07:18
Todavía se acuerda. Pasaron más de cuarenta años de aquella mañana pero se acuerda y vuelve la bronca: “Me estaba atando los cordones, había ajustado la rueda de un auto que estaba por vender y entonces el tipo que lo iba a comprar me dice ‘Mirá esa gitana toda sucia, gitana de mierda’. Lo corrí dos cuadras con la llave cruz para cagarlo a trompadas. La gitana que barría la vereda de mi casa era mi mamá”. Ahora está sentado en el escritorio de su agencia de autos. Cerca suyo, hay una calcomanía de la iglesia evangelista gitana a la que concurre, una foto de los autos de lujo que ostentaba en su agencia de Barcelona hace algunos años, y el mate que comparte con su primo gitano, con quien también comparte antepasados rusos.