Uno a uno, estos son los personajes que integran una banda de narcomenudeo

Domingo 19 de Marzo de 2017, 05:50




El líder: un hombre poderoso que mueve todo sin tocar la droga

La cabeza de la organización siempre se mantiene oculta, manejando los hilos lejos de los lugares de venta. Nunca tiene droga en su poder y es el hombre que da órdenes para mantener bien alineada a toda la banda.

En el barrio, se mueve con prudencia, imponiendo respeto a base de amenazas cuando cree que el negocio está en peligro o haciendo favores para que no lo denuncien.

Una de las misiones más duras que debe afrontar es elegir y entrenar a las personas para que lo asistan. Normalmente, por cuestiones de confianza, se inclinan por familiares que aprenderán los secretos de la operatoria para que se hagan cargo del grupo cuando él no esté. Las ganancias que pueden conseguir son millonarias.

La mula: no les importa poner en riesgo su vida por hasta $3.000

Son contratadas por los distribuidores para trasladar hasta un kilo y medio de droga en el interior de sus estómagos por hasta $ 3.000. Los narcos mayoristas, es decir aquellos que les venden a los que las comercializarán, buscan a las familias que se dedican a este tipo de tráfico desde hace mucho tiempo.

Si no los encuentran, los reclutan en las calles, y después de entrenarlos para que pueda ingerir las cápsulas, los envían con la sustancia. Si esa persona no les falla, los líderes de las organizaciones piden que les recomienden otra y, estos, normalmente eligen a un pariente.

Con el tiempo, muchos de ellos se terminan independizando y forman su propia estructura para transportar pasta base o cocaína.

El cocinero: un experto sin título que prepara y estira la cocaína

Así se lo conoce a la persona que se encarga de estirar la droga que reciben. Según confiaron fuentes policiales y judiciales, se trata de un oficio que se va trasmitiendo de a poco.

El narco mayorista muchas veces es la persona que les indica qué precursores químicos debe utilizar y cómo es el proceso de estiramiento y luego son ellos los que se encargan de realizar el proceso.

Sin embargo, los investigadores creen que existen “especialistas” en la materia que pueden cobrar hasta $ 3.000 para realizar el trabajo. El costo no es tanto por la labor, sino por el peligro que corren si son descubiertos con la droga. Otra particularidad: nunca trabajan en el mismo lugar.

El contador: la persona que tiene en su cabeza todos los números

En las grandes organizaciones, el líder no puede atender todos los frentes del negocio, por lo que se ve obligado a delegar responsabilidades. Y una de ellas es llevar adelante el negocio.

Estos engranajes, que en la mayoría de los casos son parientes del “jefe”, entre otras funciones, debe elegir los lugares de venta, arreglar con las personas que comercializarán la droga, contratar los soldados que le darán seguridad, repartir las dosis en los quioscos, retirar el dinero de los puestos de comercialización y llevar los números de los negocios.

Todas estas tareas son difíciles de realizar, ya que no sólo necesitan tener poder de decisión, sino haberse ganado la total confianza del capo de la banda.

El quiosquero: las madres con muchos hijos y los enfermos, los más buscados

En los últimos tiempos se desnudó una dura realidad: los líderes de las organizaciones narcos buscan en los barrios de la periferia personas necesitadas para que les vendan las drogas.

Las mujeres que viven sin sus maridos y con varios hijos menores de edad a su cargo; personas con enfermedades terminales y, en menor grado, matrimonios con problemas de adicción, son las más requeridas.

Les pagan, de acuerdo a las versiones de varias fuentes, hasta un 30% del total de la venta. Normalmente les entregan entre 100 y 150 dosis (valor promedio de $75), por lo que si llegan a comercializar todo, pueden obtener hasta más de $3.375. Otros, en cambio, les dan dosis para que consuman.

El soldado: jóvenes que brindan seguridad y generan terror entre los adictos

Son el último eslabón de la cadena, pero no los menos importantes. Son jóvenes que reciben una paga de hasta $200 y una moto como medio de movilidad, si es que no tienen uno. Otros, en cambio, trabajan por la dosis diaria.

Su misión es brindar seguridad. Escoltan a los “contadores” en su trabajo y vigilan los puestos de ventas. También son utilizados para poner orden cuando los adictos generan problemas en los quioscos.

Ellos, según los datos aportados por varias fuentes, también persiguen a los clientes morosos para que cancelen las deudas y, en caso de que no lo hagan, son capaces de matarlos con las armas que le dan los responsables de la organización que se dedica al narcomenudeo.
 

Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/722564/actualidad/estos-son-eslabones-narcoeconomia.html