Martes 26 de Junio de 2018, 17:05
Era la hora de la verdad. Habían quedado atrás los malos resultados ante Islandia y Croacia. Olvidadas quedaron las internas entre los jugadores y el cuerpo técnico. Era momento de tirar todos para adelante e ir por la clasificación a los octavos de final del Mundial de Rusia 2018. Y así se hizo. Poniendo lo que hay que poner, apareciendo cuando hay que aparecer, la Selección argentina le ganó 2-1 a Nigeria y clasificó con agonía a la próxima ronda.
Así es otra cosa. Así podés ilusionarte. Porque no se puede jugar brillantemente siempre en un Mundial. Cuando no se puede deslumbrar, hay que ser eficaz. Y dejarlo todo. Y así ocurrió en el primer tiempo. Porque el equipo nacional mostró otra cara, otro sacrificio, otra voluntad. Tuvo la pelota ante un rival que pareció dormido, como sabiendo de antemano cuál era su destino.
Los dirigidos por Jorge Sampaoli mostraron firmeza y orden cuando tuvieron que defender, y electricidad a la hora de atacar. Con un Lionel Messi enchufado desde el arranque pisando el área y siendo imán de todas las pelotas. Y fue precisamente él, el mejor, el capitán, el salvador, el que abrió el marcador a los 14 minutos después de un gran pase de Éver Banega (a quien Messi pidió entre los titulares), bajándola de zurda y cruzando el remate de derecha para hacer explotar a todo el estadio.
El festejo de Messi en el 1-0