
El Lambo original tenía un ancho de 1,6 metros adelante y 2 metros atrás. “Lo único que me permitía tener esa distancia atrás era el tren trasero de un Ford Sierra, así que compré uno y lo desarmé”, recordó.
También contó que los semiejes los extendió. Son mitad los de la Fuego y mitad los del Sierra. La parte delantera del auto, a su vez, es de un Ford Taunus. “Va despegado 10 cm del suelo”, explica.

Walter cuenta que el al principio todos le decían que estaba loco: “Empecé este proyecto con mi mujer y mis hijos. Y un año después falleció mi papá. Él era uno de los que creía en mí. Y por él lo terminé”.
El “trasplante” del motor fue posible gracias a sus conocimiento técnicos. De hecho, según cuenta, ya había fabricado una moto y un cuatriciclo antes.
“Tengo conocimientos técnicos en varios campos. El motor se puso tal cual pero en la parte de atrás. Fabriqué una pieza que la llamo convertidor de torque, y hace que los cambios entren como si la caja estuviera adelante, porque la selectora queda atrás, al lado del caño de escape”, explicó.
Confiesa que actualmente lo tiene guardado y no lo usa mucho. Para él tiene un significado especial y encierra catorce años de historias.
También, como dice él, lo hizo “para poder demostrar que cualquiera con un poco de decisión puede llegar a lograr cosas que para otros son imposibles”.

