
Los más de 4.000 residentes del vecindario de Titirangi, en Auckland, Nueva Zelanda, no daban crédito a lo que se encontraron cuando se levantó el confinamiento.
Una de las consecuencias que trajo las cuarentenas por el coronavirus es que los animales han visto vía libre para pasear a sus anchas por calles y espacios naturales.
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Los más de 4.000 residentes del vecindario de Titirangi, en Auckland, no daban crédito a lo que se encontraron cuando se levantó el confinamiento:
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