“La píldora es un tratamiento que sirve para tratar el síntoma de forma inmediata. Es decir, todo los problemas que se deriven de un desorden hormonal (irregularidad menstrual, acné, hirsutismo, etc) desaparecen al tomarla porque creamos un nuevo orden hormonal artificial. Pero esto no significa que el desorden hormonal de fondo se haya solucionado. El problema de base sigue ahí, pero como vivimos en la sociedad de la inmediatez esta es una opción muy utilizada. No es que la culpa la tenga el médico o la paciente, sino que es una consecuencia más de la estructura social en la que vivimos, donde queremos una solución rápida para que los síntomas desaparezcan y así seguir con nuestras vidas”, comenta Miriam Al Adib, ginecóloga al frente de los centros ginecológicos que llevan su mismo nombre.
Para Miriam Al Adib uno de los principales problemas que rodean a la salud femenina es la falta de información y educación sexual. Muchas mujeres toman la píldora sin saber que uno de los efectos adversos son los trombos, algo que dificulta que puedan valorar con objetividad si quieren someterse a ese tratamiento o no.
“No tengo nada en contra ni a favor del anticonceptivo. Es un medicamento y como tal tiene sus indicaciones y sus contraindicaciones, que hacen que algunas personas no lo puedan tomar. Luego también tiene sus beneficios y sus efectos adversos. Con toda esta información puesta en una balanza, cada mujer debería poder decidir cómo quiere enfocar su salud. Creo que no es un problema de si son buenos o son malos, más bien de si la persona que lo toma sabe por qué lo toma y cómo funciona este fármaco en su cuerpo. Si lo sabe y lo acepta, perfecto. Si lo sabe y no quiere asumir ese riesgo/beneficio, perfecto también. No lo toma y ya está. Si damos toda la información, incluyendo sus riesgos y beneficios, cada cual decidirá si asume esos efectos secundarios muy raros o no”, reflexiona la ginecóloga extremeña y subraya que “las mujeres no somos niñas y, como tal, no podemos seguir bajo ese rol infantilizado de tener que acatar todo lo que nos diga un médico”.
Igualmente, antes de recetar un anticonceptivo, Miriam Al Adib sostiene que siempre hay que hacer una valoración personal, clínica y analítica para descartar posibles contraindicaciones: “Por ejemplo, si tienes más de 35 años y eres fumadora, ya de entrada no sería conveniente tomar la píldora. Si tienes antecedentes de tromboembolismos en familiares menores de 50 años tienes que hacerte un estudio de coagulación para ver si no hay un riesgo protrombótico. Es decir, además de realizar un análisis de sangre hay que conocer el historial y los hábitos de esa mujer”, sostiene Al Adib.
Esta ausencia de valoración personal y clínica es precisamente lo que más molesta a Paloma, una mujer de 40 años a la que recetaron los anticonceptivos sin preguntarle por sus antecedentes familiares ni realizarle un análisis sanguíneo que descartase posibles problemas de coagulación.
“Tuve un tromboembolismo pulmonar masivo a los 32 años. Y puedo responder a estas preguntas gracias a que se cruzó en mi camino una doctora que decidió hacer una prueba más en urgencias, en la que descubrieron que tenía trombos en los dos pulmones”, comenta Paloma quien, después de haber sufrido este episodio, reconoce haber iniciado su particular cruzada contra la píldora porque, desde su punto de vista, “no todos los médicos advierten de forma adecuada de los riesgos”.
Laura López también denuncia que nadie le advirtió de las contraindicaciones ni le realizó un análisis de sangre: “Tampoco me preguntaron si era fumadora y en aquel momento consumía una cajetilla cada dos días. En la consulta del ginecólogo nadie me informó sobre que podía pasarme esto y de haberlo hecho, quizá me hubiese ahorrado estar un mes ingresada en el hospital como consecuencia de un derrame pleural que padecí después del trombo”, reflexiona Laura.
“Aunque todavía siento dolor al reírme o al acostarme de lado, hace un par de semanas me dijeron que el trombo ya se había disuelto del todo. Aun así, estoy con tratamiento anticoagulante. A mis 23 años ya estoy tomando Sintrom”, añade.
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