Domingo 25 de Octubre de 2015, 07:53
¿Para qué sirve un diputado? ¿O un senador? ¿Qué es de la vida de aquellos sonrientes candidatos a los que la ciudadanía les pierde el rastro apenas empiezan a atender en Buenos Aires? ¿Qué hacen con su tiempo? ¿Cuál es el aporte concreto al mejoramiento de la calidad de vida de quienes los votaron? Cuando son tantas las preguntas y tan variopintas las respuestas la figura del parlamentario se desluce. Es harto difícil separar la paja del buen trigo legislativo, más frente a un universo de 87 representantes tucumanos que pasaron por el Congreso de diciembre de 1983 a la fecha.
Buena o mala, se trata de una construcción política tucumana, pero para nada homogénea. No hay un colectivo capaz de transportar a todos. Son 87 historias, 87 individualidades a las que se sumarán quienes sean elegidos hoy. Es interesante husmear entre las bambalinas de esta ecléctica lista, muchos de cuyos nombres van acomodándose en la estantería del olvido.
- La impronta peronista queda expuesta en los números: más de la mitad de los parlamentarios elegidos (46 de 87) salieron de las listas del PJ, Frente de la Esperanza, Frente para la Victoria o como se rotulara al espacio en el período correspondiente. Radicales y bussistas quedan palo y palo, con la salvedad de que la potencia de Fuerza Republicana se desarrolló principalmente en una década, la de los 90.
- Lo notorio es que de esas tres vertientes se nutrieron las representaciones tucumanas en el Congreso. Obtener una banca sin la cobertura de esos paraguas fue casi imposible durante estos 32 años. El ex fiscal Esteban Jerez fue diputado por Recrear, en tiempos en los que Ricardo López Murphy despertaba algún interés en el electorado. Su período lo completó Nancy Bulacio, allá por 2007. Manuel Martínez Zuccardi llegó a diputado con el sello del Frepaso, a mediados de los 90, mientras que Exequiel Ávila Gallo izó la histórica Bandera Blanca para acceder a la Cámara Baja en 1987. Claro que a él lo votó el protobussismo. Ávila Gallo generó curiosidad en el Congreso con sus modos y su eterno moñito, compartió la cama de Moria Casán en televisión y murió afirmando que era el Frankenstein que había creado -o mejor dicho recreado- al monstruo Bussi.
- A Olijela Rivas y Julio Miranda los une un récord: contando el paso por ambas cámaras permanecieron 19 años en el Congreso. A diferencia de Miranda, la “Mamila” no pudo ser gobernadora, porque perdió la elección a manos de Bussi en 1995. Otros cinco tucumanos se dieron el gusto de ser diputados y senadores; Beatriz Rojkés, Ricardo Bussi, Delia Pinchetti, José Cano y Silvia Elías.
- Cuando volvió la democracia, en 1983, se sorteó la duración del mandato de los legisladores, teniendo en cuenta la renovación del Senado por tercios y la de Diputados por mitades. Por eso a algunos les tocaron turnos de dos años en la Cámara Baja (Víctor Chehín, Carlos Montero, Julio Bulacio y el propio Miranda), mientras que en el Senado fueron seis años para Olijela Rivas (luego reelecta por ¡nueve años!) y nueve para Ramón Araujo. Pero Araujo murió al poco tiempo y a su mandato lo completó Arturo Jiménez Montilla.
- Otros representantes tucumanos que murieron ejerciendo el cargo fueron el ex gobernador Amado Juri (lo suplió Edmundo Robles Ávalos), el intelectual y periodista José Ignacio García Hamilton (entró Norah Castaldo) y el médico sureño Carlos Almirón, un incondicional de Bussi que le dejó su escaño al hoy macrista Pablo Walter.
- Es notorio el caso de José Vitar, elegido una vez por el peronismo orteguista (Frente de la Esperanza) y otra en el barco de la Alianza (UCR-Frepaso). Siguiendo con los cambios de camiseta, Manuel Yapura Astorga llegó al Congreso para terminar el mandato del radical Félix Arturo Mothe y hoy milita en el peronismo alperovichista.
- Nicasio Sánchez Toranzo había sido presidente de la Cámara de Diputados durante la gestión de Isabel Perón. Volvió en 1983, tras perder la interna con el imbatible Fernando Riera (“vamos a proceder a la depuración de los malos elementos”, prometía Sánchez Toranzo en un inolvidable spot de campaña). También había sido diputado en los 70 Antonio Guerrero (el más joven de los parlamentarios en ese momento), hasta que retornó a la Cámara en 1989.
- Después de la profesora Rivas, hubo que aguardar hasta 1993 para que Tucumán contara con otra parlamentaria. Fue la ex religiosa Gioconda Perrini.
- Las reglas del juego fueron modificándose con los años. ¿Dos ejemplos? La ley de cupo femenino y la reforma de la Constitución -fruto del Pacto de Olivos-, que determinó la elección de senadores por voto directo (antes los designaban las legislaturas provinciales) y la incorporación de representantes por la minoría en la Cámara Alta.
- Durante estos 32 años pasó de todo en el Congreso: Obediencia Debida, Punto Final, privatizaciones menemistas (diputrucho incluido), estatizaciones kirchneristas, crisis del campo y una interminable lista de etcéteras. Pero el caso de las coimas a cambio de la votación de la ley de flexibilidad laboral fue un punto de quiebre para la de por sí lábil Alianza. En el medio de esa opereta quedó Ramón Ortega, senador por Tucumán. No se decía que había cobrado, pero sí que estaba al tanto de todo. Hoy el ex gobernador está en las antípodas de la política, dedicado a su renacida carrera artística.
- Pero el de Antonio Bussi fue el caso que más afectó a la provincia. La Cámara de Diputados lo declaró moralmente inhábil para integrar el cuerpo y no le permitió asumir en 2003. Del Bussi diputado del período 1993-95 nadie se acordaba.
Fuente: http://argentinaelige.lagaceta.com.ar/nota/658531/politica/87-historias-tucumanas-para-pintar-32-anos-democracia.html
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