Fue el único Papa que visitó la Argentina.
Incluso, creyentes de distintos rincones de la provincia no dudaron en pernoctar en las inmediaciones de la para ganar, al día siguiente, una ubicación privilegiada.
Alrededor de una hora y 45 minutos duró la histórica visita de Karol Wojtyla, que quedará grabada por siempre en el recuerdo de los tucumanos.
Juan Pablo II, el hombre que nació en Polonia en 1920 con el nombre de Karol Józef Wojtyla, por siempre estará en el recuerdo de los argentinos.
El “¡Juan Pablo II,/ te quiere todo el mundo!” se hizo escuchar en ambas visitas que se sucedieron en circunstancias especialmente sensibles como lo fueron la Guerra de Malvinas y y, ya con la democracia recuperada, con la rebelión militar carapintada de Semana Santa que estaba en ciernes.
Cuando el viernes 11 de junio, alrededor de las nueve de la la mañana de un día lluvioso, Juan Pablo II se inclinó para besar tierra argentina, estaba iniciando tal vez el viaje más atípico de su papado.
La diplomacia vaticana siempre se caracterizó por la estratégica planificación de sus acciones. Sin embargo, esta visita a una Argentina envuelta en una guerra sangrienta y desigual contra una de las potencias mundiales tuvo como objetivo el cese del fuego y se decidió precisamente en el Reino Unido, país que Juan Pablo II recorrió a principios de junio, en una gira prevista con mucha antelación. Es que si el Papa no llevaba personalmente también su mensaje de paz a los argentinos, sería una afrenta para Latinoamérica, la región más católica del planeta.
En ese primer discurso, casi al pie del avión que lo traje al país, el pontífice expreso otras 38 veces la palabra Paz.
Al día siguiente, Corpus Cristi, Juan Pablo II ofició dos misas multitudinarias: la primera, a la mañana, en la basílica de Luján -viajó desde Morón en un vagón especial de la línea Sarmiento- y la segunda en un altar frente al Monumento de los Españoles, cerca del mediodía. Allí, frente a miles y miles de fieles -principalmente jóvenes-, el Papa dejó su último mensaje. (ver recuadro)
Cuatro horas después, partiría de Ezeiza hacia Rio de Janeiro, última escala de su imprevista gira sudamericana. Y dos días más tarde, el 14 de junio de 1982, las fuerzas militares argentinas capitularon ante los ingleses, en un enfrentamiento absurdo que dejó casi mil muertos entre ambos bandos, la mayoría, jóvenes compatriotas.
En 1987, el Papa llegó por segunda vez a la Argentina.Esta vez, la nueva visita de Juan Pablo II (que entonces tenía 67 años) fue planeada hasta en su más mínimo detalle. En realidad, era el epílogo de una gira por Sudamérica que comenzó en Uruguay (Montevideo), cuatro días en Chile (Santiago, Valparaíso, Punta Arenas, Puerto Montt, Concepción, Temuco, Coquimbo y Antofagasta) y casi una semana en Argentina, en la que recorrió Buenos Aires, Bahía Blanca,
Tucumán, Corrientes, Viedma, Mendoza, Córdoba, Salta, Paraná, Rosario y nuevamente en Buenos Aires, para cerrar la Jornada Mundial de la Juventud.
“En mi primer saludo a la Iglesia en Argentina quiero expresar aquel mismo deseo con el que Jesucristo fortalecía los ánimos de sus discípulos durante la ultima Cena, al decirles: “La paz os dejo, mi paz os doy”, se dirigió a quienes le dieron la bienvenida".
Más tarde, Juan Pablo II subió a uno de los papamóviles que lo llevó a la Nunciatura -donde se alojó- para luego ser recibido oficialmente por Alfonsín en la Casa Rosada.
En sus más de seis días en la Argentina, el Papa llevó su palabra a nueve ciudades, dirigió 26 mensajes pastorales, y bendijo a unos cinco millones de personas. En la noche del sábado 11, encabezó el Encuentro con los Jóvenes y al día siguiente, Domingo de Ramos, presidió la III Jornada Mundial de la Juventud, con un altar inmenso en la Avenida 9 de Julio y Avenida Santa Fe, con una multitud -se arriesgo que hubo un millón de personas- que llegaba hasta Avenida de Mayo.