Las enseñanzas que les dejó un siglo de terremotos a los japoneses

Martes 02 de Enero de 2024, 13:48

Un edificio se derrumbó de costado en Wajima, prefectura de Ishikawa



Por Rupert Wingfield-Hayes - Ex corresponsal de la BBC en Tokio

Han pasado casi 13 años desde el devastador terremoto y tsunami que dio lugar al accidente en la planta nuclear de Fukushima.

Sin embargo, el recuerdo en Japón aún está fresco. Y, el lunes, todos esos recuerdos volvieron a resurgir cuando Ishikawa comenzó a temblar y empezaron a sonar las alarmas de tsunami.

Estas alertas no son inusuales en Japón. Cuando me mudé aquí por primera vez, saltaba de la cama con el más mínimo temblor que nuestro edificio registrara.

Pero, a los pocos meses, seguía durmiendo cuando esto sucedía. En Japón, los sismos rápidamente se hacen parte de tu vida. Te acostumbras, hasta un punto...

Siempre tienes una sensación inquietante en el fondo de tu mente: ¿Cuándo ocurrirá el próximo gran terremoto? ¿Es seguro nuestro edificio?

Para esta generación, esos miedos se materializaron el 11 de marzo de 2011.

Durante dos minutos, la tierra se sacudió de una forma que nadie había experimentado en su vida. Y seguía temblando.

Cualquiera que haya pasado por esto recuerda exactamente dónde estaba y lo aterrado que se sentía. Pero lo peor estaba por suceder.

A los 40 minutos, los primeros tsunamis llegaron a la costa, estrellándose contra los diques y arrasando con ciudades y pueblos a lo largo de cientos de kilómetros en la costa noreste de Japón, todo transmitido por televisión en vivo desde un helicóptero de noticias que sobrevolaba la ciudad de Sendai.

El día siguiente trajo noticias aún más terribles. Una planta nuclear estaba en crisis. La planta de Fukushima había sufrido serias averías. Cientos de miles de personas fueron obligadas a abandonar sus hogares. Ni siquiera Tokio se sentía segura.

Lo que ocurrió ese día dejó un profundo trauma colectivo. En los meses siguientes, estuve buscando un nuevo lugar para vivir en Tokio. Mi esposa estudió mapas geológicos para ver dónde estaba el lecho de roca más fuerte, en terrenos elevados y alejados de los ríos.

Estaba obsesionada con la antigüedad de los edificios. Fue muy clara: “Buscamos algo que haya sido construido después de 1981".

Una vez que nos mudamos a nuestro edificio de 1985, comenzamos a acumular alimentos y agua. Apiñadas bajo la pileta del baño había cajas de comida empaquetada con una fecha de vencimiento a cinco años.

El pavor y el horror de 2011 regresaron el lunes. El número de muertos se acerca a 50 y es probable que aumente aún más. Se han roto carreteras y puentes han quedado destruidos.

Cientos de edificios se derrumbaron, atrapando a la gente entre sus escombros. El terremoto también provocó enormes deslizamientos de tierra.

Pero la gran mayoría de los edificios siguen en pie. En las grandes ciudades de Toyama y Kanazawa, la vida esta mañana parecía estar volviendo a una especie de normalidad.

Hablé con un amigo en la cercana ciudad de Kashiwazaki. “Fue realmente aterrador”, me dijo. “Con diferencia, el mayor que he experimentado aquí. Y tuvimos que evacuar lejos de la costa. Pero ahora estamos de vuelta en casa”.

A pesar de los grandes daños, el terremoto del lunes es también una historia notable del éxito de Japón en la mitigación de tales desastres.

Japón no informa sobre los terremotos comentando su magnitud, sino que dice cuánto tiembla el suelo. La escala va del 1 al 7. Y el lunes en Ishikawa el temblor alcanzó el máximo: 7.

El triunfo de la ingeniería del país queda claro cuando se comparan las consecuencias del desastre del lunes con el enorme terremoto que azotó Tokio en 1923.