Lunes 26 de Agosto de 2024, 07:13
MALABARES. Colectas virtuales, ventas, ferias y otras estrategias usan los sacerdotes santafesinos para tratar de llegar a fin de mes sin que les corten los servicios de energía.
"Dios proveerá". Las dos palabras se escucharon repetidas en las últimas semanas en las parroquias del Arzobispado de Rosario, a medida de que empezaron a llegar las boletas de los servicios públicos con aumentos que multiplicaron por dos y por tres el importe del periodo anterior. Los tarifazos, advierten, llegan justo en el mismo momento en que caen las colectas de las misas y crecen los pedidos de ayuda en alimentos y otras urgencias sociales; lo que obliga a aguzar el ingenio para evitar que los templos se queden sin luz o calefacción.La semana pasada, el sacerdote
Javier Capoccetti, cura de la parroquia San Jerónimo de la localidad santafesina de Coronda, trascendió las fronteras de la localidad de 18 mil habitantes por su decisión de vender tortas fritas en la puerta del templo para poder pagar la última factura de la Empresa Provincial de la Energía.
Según relató, el templo pagaba alrededor de 40 mil pesos de electricidad, mientras que en agosto recibió una boleta de más de 130 mil pesos. Los montos no son exagerados, en una parroquia del macrocentro de Rosario, la factura de luz trepó a 450 mil pesos, a pagar en este bimestre; en otra de la zona norte hacen cuentas para afrontar los pagos de este mes: 120 mil pesos de luz y 160 mil de gas.
Los aumentos llegaron en el mismo momento en que se redujeron los aportes que los fieles hacen a las iglesias y se redujeron las colectas con las cuales se sostienen sueldos de sacerdotes, mantenimiento de los templos o programas sociales. No es que las canastas que pasan en las misas vuelvan vacías, sino que el dinero que reúnen alcanza cada vez para menos.
Algunos sacerdotes llevaron esta preocupación al Arzobispado. Pidieron un auxilio anticipándose a la posibilidad de no poder pagar los aumentos de los servicios y entrar en una mora imposible de afrontar. Otros, redoblaron el trabajo de sus comunidades: organizando polladas, rifas y hasta ofreciendo souvenirs con imágenes cristianas.
Las páginas de Facebook de las parroquias invitan a los fieles a sumarse a esas actividades. La parroquia Santa Lucia, del barrio Parque Casado, celebró el pasado 4 de agosto el Día del Párroco con un almuerzo con bingo y sorteo incluidos; la iglesia San Cayetano ofrece el calendario 2025, como una forma de colaborar con el sostenimiento del templo. Apenas dos ejemplos.
"Todas las parroquias se sostienen por el aporte de sus fieles en las misas, lo que llamamos la canastita, pero obviamente eso apenas alcanza para que pueda vivir el cura y mantener mínimamente la parroquia. Por eso, en muchos lugares se organizan almuerzos, polladas o rifas. Nos vamos acomodando como podemos y el obispado colabora con los lugares más humildes, porque en los barrios populares, no hay manera de afrontar esos gastos", señala un sacerdote con más de diez años de trayectoria en la ciudad.
A partir de enero de este año, el Estado argentino dejó de destinar fondos para la Iglesia Católica. Este acuerdo, que se inició en 2018, estableció un proceso gradual de renuncia de los altos cargos eclesiásticos a recibir financiación pública. Desde entonces, "el grueso del sostenimiento de las iglesias viene por las colectas. Son los fieles los que sostienen las actividades", explican desde el Arzobispado local.
"Cada parroquia tiene un consejo económico que está formado por la misma gente de la parroquia. Ese consejo es el que lleva las cuentas de la iglesia, define desde el dinero que se le da al sacerdote para su mantención hasta el pago de los impuestos. La venta de torta fritas en la parroquia de Coronda fue noticia, pero muchas veces el sacerdote informa el tema formalmente, dice tenemos tanto de boleta de luz, y la gente deja algo más en la canastita", relata la misma fuente.
Y destaca que el presupuesto que el Estado destinaba a la Iglesia era "algo más simbólico. Solo los obispos recibían un sueldo del Estado, en Rosario solo el arzobispo cobraba un subsidio del Estado, que él había rechazado hace unos años. En el Arzobispado de Rosario donde hay unos 250 sacerdotes, solo uno recibía un sueldo estatal".
Por eso, concluye, en tiempos de crisis económicas, crecen distintas alternativas terrenales para sostener no solo los templos sino también las tareas de asistencia social que desarrolla la Iglesia.De acuerdo a la última Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina, realizada en 2019 por el programa Sociedad, Cultura y Religión del Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del Conicet, el 63 por ciento de los argentinos se considera católico.
En la región centro del país, este porcentaje crece un poco: el 65,7 de los encuestados dijo pertenecer a la religión católica, el 18,4 sostuvo que carecía de religión, el 11,3 se reconocieron como evangélicos y el 2,5 como testigos de Jehová o mormones.
Por ser considerados lugares de culto los templos están exentos del pago de la Tasa General de Inmuebles, el Impuesto Inmobiliario y el servicio de Aguas Santafesinas. Además, como clubes y otras instituciones de bien público, tienen tarifas esepciales de luz y gas. Aún así, la llegada de las últimas facturas tomaron a los sacerdotes por sorpresa.
Juan José Estrade está al frente de la basílica Nuestra Señora de Lourdes, de Santiago al 1100. Mientras habla con La Capital revisa papeles hasta encontrar la factura de luz. "Carísima: 450 mil pesos. Son dos cuotas, pero aún así es difícil de afrontar", advierte.
Al día siguiente de recibir la boleta, el contador del templo fue a las oficinas de la Empresa Provincial de la Energía para inscribir a la iglesia en los beneficios en las tarifas a los que acceden las entidades sin fines de lucro y religiosas. Estrade señala que los fieles de la Iglesia están atraviesan las mismas carencias que los templos.
"Estamos sufriendo todos lo mismo, imposibles hablarles de estas cosas. La gente colabora, pero es un momento muy difícil en materia económica. No podemos hacer un almuerzo a beneficio con un bono de 30 mil pesos. Los fieles están igual que nosotros", asegura.
¿Cómo enfrentarán el aumento de los servicios? "Dios proveerá. Haremos las misas con velas. La gente no puede comprar una garrafa para hacer la comida, eso me preocupa más", afirma y compara la situación actual con la que atravesaron en la pandemia, cuando "gracias a Dios no faltó nada".Según el listado de la Secretaría de Culto de la Nación, la Arquidiócesis de Rosario reúne a 122 parroquias. Muchas de ellas, destacan desde el arzobispado local, están ubicadas en barrios populares donde la crisis económica golpea con fuerza. Para ilustrarlo con números, recuerdan que sólo en los primeros cuatro meses del año, la demanda en los comedores de Cáritas creció más del 30 por ciento.
La última colecta anual de la organización que coordina la asistencia social de la Iglesia recaudó en todo el país $1.565.102.732,40, un monto que aumentó un 156 por ciento respecto a 2023. "El incremento es considerable, pero a valores constantes no superamos la inflación", señala Fabián Monte. vicepresidente de Cáritas y párroco de la capilla San José Obrero, en el barrio de La Florida.
"La gente es generosa, se siente así, pero su economía también está resentida", señala Monte y asegura que con las colectas de las misas sucede lo mismo. "En los últimos 20 años la cantidad de gente que va a misa se mantiene constante y colabora con lo que puede", afirma.
El mes pasado, la comunidad de San José Obrero organizó un te canasta para juntar fondos para la construcción de la escuela secundaria y se acordó destinar un porcentaje de lo recaudado a las necesidades de la parroquia. "La mayoría de las parroquias hacemos eventos para sostenernos", afirma Monte y destaca que también pusieron en marcha varias medidas de ahorro, como la utilización de lámparas led, o el control del uso de calefacción. Incluso en la casa de retiro de Zavalla se instalaron paneles solares.
"Ahorramos todo lo que se puede, pero igual cuesta pagar las facturas. Hace 11 años que estoy en Cáritas. Siempre ha habido dificultades y pobreza, pero en esta ocasión el porcentaje se ha incrementado mucho en poco tiempo. Quizás lo podría comparar un poco con lo sucedido en la pandemia en cuanto al incremento de la ayuda, pero en un contexto totalmente distinto", concluye. /
La Capital
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