La Policía tucumana descubrió varias motos de alta gama robadas en Buenos Aires, desarmadas, que iban rumbo a Bolivia para ser cambiadas por cocaína

Domingo 14 de Abril de 2024, 09:38





Bolivia se convirtió en el nuevo destino de las motos de alta gama que se roban en el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Luego de apoderarse de esos vehículos, los delincuentes los desarman y mandan las partes por encomiendas a Jujuy y Salta, a ciudades linderas con Bolivia.

Una investigación expuso que una organización criminal demoró solo 96 horas en completar todos los pasos de ese proceso delictivo, esto es, robar una moto de alta gama en el conurbano, desarmarla, embalar las partes, despachar la encomienda y cambiar ese material por cocaína en la frontera.

El 22 de marzo pasado a un vecino de Lanús Oeste le robaron a mano armada su KTM Adventure 390. El dueño del vehículo radicó la denuncia en la seccional 1ª de ese distrito. Todavía no se había iniciado el proceso administrativo en la compañía de seguros cuando un grupo de efectivos de la policía de Tucumán, durante un control de cargas, revisó el camión de una empresa de transporte en el límite con Salta y encontró una moto desarmada en varias encomiendas, según destaca La Nación.

El número del cuadro de la moto correspondía a la KTM Adventure 390 que había sido robada en Lanús y tenía pedido de secuestro ordenado por una fiscalía del mencionado Departamento Judicial. En cuatro días, la moto había sido desguazada, colocada en cajas, despachada en un transporte que tenía como destino Jujuy. Los integrantes de la banda habían dividido la KTM en seis bultos.

Además de la mencionada KTM, los efectivos de la policía tucumana hallaron una moto de la misma marca, pero 250 Adventure, que había sido robada el 14 de marzo en la localidad de Tapiales, en La Matanza, y una Husqvarna, dos Yamaha y tres Honda, sustraídas en territorio porteño.


El procedimiento que terminó con el hallazgo de la KTM se concretó el 26 de marzo pasado en el puesto de la policía de Tucumán, instalado en el límite entre dicha provincia y Salta, en la localidad de 7 de Abril. Allí, los efectivos de la fuerza de seguridad tucumana detuvieron a un camión de una empresa de correo privado. Al revisar la carga, hallaron dichos bultos con las partes de una moto.

Cuando cotejaron los números de motor y del cuadro con la base de datos del Sistema Federal de Comunicaciones Policiales (Sifcop) y la oficina de Verificación de Dominio, se estableció que la moto había sido robada en Lanús.

Ante el hallazgo de la KTM, valuada en US$14.000, robada en territorio bonaerense y, debido a que el rótulo de la encomienda tenía una dirección en Jujuy, los efectivos de la policía tucumana alertaron al Juzgado Federal N° 2 de dicha provincia, porque se trataba de un delito interjurisdiccional.

Esta KTM fue una de las 30.617 motos que se robaron en la Argentina en un lapso de un año, según las últimas cifras oficiales de la Superintendencia de Seguros de la Nación. En este caso, el territorio tucumano era un punto de paso. De no haber sido por la intervención de la policía de Tucumán que interceptó el camión, la moto robada en el Gran Buenos Aires hubiera sido recibida por la otra célula de la banda que opera en Jujuy, que se hubiera encargado de armarla o de cruzarla en partes hasta Bolivia donde la cambiarían por cocaína que haría el camino inverso para su venta en el conurbano.

Para la organización criminal que se dedica a esta modalidad delictiva, el tiempo es clave. La banda opera con el margen que transcurre entre que los dueños de las motos robadas radican las denuncias y la Justicia y las policías cargan los pedidos de secuestro en la base de datos del Sistema Federal de Comunicaciones Policiales.

Cuatro días antes, durante la fase 7 del Operativo Lapacho, tal como se denominó a una serie de procedimientos de saturación y control encarados por la policía de Tucumán en los distintos puestos situados en los cruces con provincias vecinas, los efectivos del destacamento 7 de Abril secuestraron 40 bultos con partes de motos.

Durante la revisión de los cuadros y motores, los investigadores comprobaron que correspondían a motos que habían sido robadas entre el 5 y el 14 de marzo en territorio porteño, en Tapiales, partido de La Matanza y Longchamps, en el partido de Almirante Brown. Según fuentes de la policía tucumana, las motos desarmadas fueron valuadas en US$92.000. A partir de la investigación encarada por los detectives tucumanos se estableció que la organización criminal operaba en forma celular.

La banda era comandada por un organizador que contaba con la colaboración de un delincuente que se encargaba de conseguir a los gatilleros que robaban las motos a mano armada. Los vehículos se llevaban a un taller, en el que otra parte de la organización las desarmaba y vaciaba los líquidos hidráulicos, el aceite y el refrigerante. Luego, las partes se embalaban y se despachaban como encomiendas en los camiones de los correos privados, con destino a La Quiaca, en Jujuy, o Salvador Mazza, en Salta.


Desde allí, los otros integrantes de la banda pasaban las motos de alta gama robadas en la región metropolitana a Bolivia, donde las cambiaban por cocaína. En la frontera, el kilo del mencionado estupefaciente cuesta US$2500; pero el valor se duplica en territorio bonaerense.

La ganancia de la banda dedicada al robo de motos, que combinó esa modalidad con el narcotráfico, se multiplica a partir de los cortes y mezclas que se realizan para estirar la droga. Las dosis que se venden a través de los distintos búnkeres, kioscos o pases tienen un 15% de pureza, en el mejor de los casos, según explicaron investigadores que siguen a las bandas de narcomenudeo.

Debido a que los conductores de los dos camiones en los que se transportaban las encomiendas con las partes de las motos robadas no tenían ninguna vinculación con la banda, desde el Juzgado Federal N° 2 de Tucumán se dispuso que sean liberados.

Los responsables de la fuerza de seguridad tucumana, en tanto, alertaron a los responsables de las policías porteña y bonaerense sobre la nueva modalidad delictiva y los domicilios de los destinatarios de los bultos, en La Quiaca y en Salvador Mazza.

Salvador Mazza, lindera con Yacuiba, en Bolivia, tiene una ubicación estratégica en la ruta de la cocaína. Hace cinco años se había detectado un sistema de trueques que funcionaba de manera aceitada entre los contrabandistas: granos argentinos por droga boliviana.

La zona de intercambio estaba ubicada en un lugar conocido como El Cañaveral, a un par de kilómetros del paso internacional, donde la distancia entre un país y el otro se reduce a apenas treinta metros. En dicho sector, las casas fueron construidas en la frontera misma y contaban con portones para facilitar el recorrido de esa corta distancia para los paseros que, con carretillas, llevaban los granos desde el lado argentino y regresaban con cocaína desde Bolivia.

Ahora el material de intercambio también incluye motos de alta gama robadas en la región metropolitana. /Por Gustavo Carabajal - La Nación