Medio siglo de "Los Eléctricos"

Lunes 01 de Febrero de 2016, 16:02

Los Eléctricos, en Suipacha al 900.



Desde hace más de medio siglo, Los Eléctricos es un clásico de la gastronomía tucumana.

Luis Esteban es hijo de “Pichón” Fernández, el hombre que en 1964 decidió montar una sanguchería con el sobrenombre de su equipo de básquet: Los Eléctricos. El primer local se levantó en la calle Haití y, después de varias mudanzas, se instaló definitivamente en la calle Suipacha al 900. Fue en el año 82, según recuerda Esteban, “el heredero”.

“Para ese entonces, la sanguchería ya se había hecho un nombre. Por eso es que yo insistí tanto con que teníamos que volver. Cerramos en febrero de 2007 porque estábamos verdaderamente cansados, pero en septiembre de 2013 volvimos a abrir, a pesar de que mi viejo no estaba muy convencido. Y fue un éxito, como si nunca hubiéramos cerrado”, confiesa Esteban mientras corta a mano una bola de lomo que luego irá a parar a la sartén.

Se fueron porque estaban cansados, dice el heredero. Cualquier día de semana, con un movimiento medio, él y los empleados están llegando a sus casas a las 5 de la madrugada para retomar la rutina al día siguiente antes del mediodía. Para no volver a caer en el agobio del trabajo, decidieron poner un límite: “solamente” venden 40 kilos de pan por día, lo que equivale a unos 400 sánguches. “Y a las 0.30 olvidate, ya nos quedamos sin nada. Pero es la única forma de sostener esto, porque se hace imposible”, confiesa.

Según Esteban, desde el mismo día de la apertura el bar estuvo lleno. “Se acercaban clientes de toda la vida, no podían creer que estemos abiertos de nuevo. Incluso uno se me largó a llorar en la barra: me contó que el bar le recuerda a su papá y que ahora él trae a su hijo. Son todas cosas que van mucho más allá del sánguche y el sabor, son experiencias que te hacen decir ‘sí, teníamos que abrir de nuevo’”.

En su bar no tienen aderezos especiales como la cebolla rehogada y, si un turista pide recomendación, los muchachos le dicen que no piense más, que pruebe el clásico de milanesa y verduras, mayonesa y mostaza. Si insisten mucho, les agrega queso y jamón, pero no huevo. “¿Ketchup?, ¿qué es eso? -desafía Esteban y responde: eso es para los pibes que van a las cadenas de comida rápida. De todos modos, tenemos, porque siempre hay alguien que pide”.

“El pan es el 50% del sánguche, la carne es el 40% y lo demás es el restante 10%. Sin un buen pan, no hacemos nada”, ilustra. La respuesta más satisfactoria que puede recibir Esteban y su equipo es que los sánguches mantienen el mismo sabor de siempre.



Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/587805/sociedad/dos-grandes-milanga-volvieron-al-ruedo.html