Miércoles 30 de Octubre de 2024, 06:54
AVANZADA. El primer operativo en las tierras protegidas de El Mollar que fueron loteadas y ocupadas en forma ilegal, contó con el apoyo de una topadora que fue usada para derribar muros, allanando el camino de quienes liberaron la zona.
Siguiendo instrucciones del gobernador Osvaldo Jaldo, a fiscal de Estado Gilda Pedicone de Valls solicitó a la Justicia que ordene el retiro o, si correspondiera, demolición de las construcciones que ocupan tierras fiscales en la comuna tafinista de El Mollar, Medida que incluye viviendas, edificaciones de cualquier tipo, emprendimientos o instalaciones, incluyendo en la solicitud todo tipo de actividad incompatible con la condición de área natural protegida que ostenta la zona.Para los que saben del caso, la letrada que representa al Estado optó por una medida cautelar para lograr una rápida respuesta, en lugar de someter el caso a los tiempos que demanda una acción penal, lo que no implica que los usurpadores puedan considerarse librados de enfrentar un proceso legal en el futuro.
Pedicone de Valls sostuvo su demanda asegurando que
“Tucumán se encuentra legitimada para iniciar la presente acción, en mérito al marco jurídico ambiental vigente y en particular, por el riesgo certero de grave daño ambiental y el incumplimiento de toda la normativa tendiente a la protección ambiental que regula las áreas naturales protegidas vigente en nuestro territorio”.
En otra parte del texto, la fiscal de Estado señaló que “la construcción de viviendas y de loteos es incompatible con las áreas naturales protegidas, ya que estas zonas están destinadas a la conservación de la biodiversidad, la protección de los recursos naturales y el mantenimiento de servicios ecosistémicos fundamentales. La presencia de asentamientos humanos permanentes y la fragmentación del territorio generada por loteos alteran significativamente el equilibrio ecológico, impactando negativamente en la flora y fauna”.
“Las actividades de urbanización, construcción y parcelamiento traen aparejados múltiples impactos, como la pérdida de hábitats, la introducción de especies exóticas, la contaminación del suelo y del agua, y el aumento de la erosión. Además, los servicios e infraestructuras necesarios para la habitabilidad, como caminos, redes de energía, agua y saneamiento, demandan una transformación del paisaje que es contraria a los objetivos de conservación”, expuso Pedicone de Vals.
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