
Cuando el hígado metaboliza el alcohol, genera acetaldehído, una sustancia tóxica que puede causar inflamación y daño celular.
Cuanto mayor es la concentración de alcohol en una bebida, mayor es la cantidad de etanol que el organismo debe procesar, aumentando el riesgo de enfermedades hepáticas como el hígado graso, la hepatitis alcohólica o la cirrosis.
En este sentido, además del mezcal y el tequila, otras bebidas de alto riesgo incluyen el vodka, el ron y el whisky, con niveles de alcohol de entre 40% y 50%.
La ginebra, aunque se encuentra en último lugar dentro de este ranking, tampoco está exenta de efectos dañinos, ya que su graduación oscila entre el 40% y el 47%.
El consumo frecuente de este tipo de bebidas puede sobrecargar el hígado y afectar su capacidad de regeneración, lo que a largo plazo puede derivar en enfermedades crónicas. Además, mezclar alcohol con bebidas azucaradas o energéticas puede potenciar su impacto negativo en el organismo.
Para reducir los riesgos, los expertos recomiendan moderar el consumo de alcohol, optar por bebidas con menor graduación y alternar su ingesta con agua para evitar la deshidratación.
También es fundamental llevar una alimentación equilibrada y realizar chequeos médicos periódicos para evaluar la salud del hígado.
Si bien cualquier tipo de alcohol en exceso es perjudicial, conocer cuáles son las opciones más dañinas puede ayudar a tomar decisiones más saludables. /TN