Aterrado con perder la categoría, Mario Leito salió a respaldar el modelo que vació el fútbol

Domingo 14 de Diciembre de 2025, 21:52

Con el fantasma del descenso como telón de fondo, Leito salió a respaldar un modelo agotado que desnaturalizó la competencia y multiplicó los intereses políticos.



Tras la consagración de Estudiantes de La Plata en Santiago del Estero, el presidente de Atlético Tucumán, Mario Leito, volvió a mostrar sin matices su alineamiento con Claudio “Chiqui” Tapia y Pablo Toviggino, máximos responsables de un modelo de fútbol argentino cada vez más cuestionado, desordenado y sostenido únicamente por intereses económicos.

Desde su cuenta de X, Leito celebró el título del Pincha y utilizó el contexto para defender el torneo de 30 equipos y la realización de la final en el estadio Madre de Ciudades, presentándose discursivamente como un paladín del “federalismo”. Sin embargo, su postura parece responder menos a una convicción futbolera y mucho más a una necesidad política y deportiva: sin este formato inflado y artificial, la gestión que encabeza en Atlético Tucumán probablemente estaría hoy peleando el descenso o jugando en el ascenso.

“El camino que inició la AFA en 2017 tiene dos aristas fundamentales”, sostuvo Leito, justificando un campeonato sobredimensionado que ha deteriorado la competitividad, desvirtuado los descensos y convertido a la Primera División en un torneo sin exigencia real. Bajo el disfraz de la “Argentina profunda”, el dirigente defiende un esquema que garantiza supervivencia dirigencial, no calidad futbolística ni justicia deportiva.

El argumento del federalismo, repetido como mantra, resulta funcional a un entramado que utiliza a las provincias como escenario pero no como beneficiarias reales. Jugar una final en Santiago del Estero no hace federal al fútbol argentino cuando las decisiones, los negocios y el poder siguen concentrados en un círculo cerrado que responde a Tapia y Toviggino. La crítica de los hinchas, lejos de ser “ataques a una provincia hermana”, apuntó a la falta de sentido deportivo y logístico, algo que Leito elige ignorar deliberadamente.

En su defensa cerrada de la conducción de la AFA, el presidente Decano dejó en claro su lugar dentro del sistema: respaldo incondicional a cambio de protección. Mientras el fútbol argentino pierde prestigio, competitividad y credibilidad, dirigentes como Leito prefieren sostener un modelo insostenible, cuestionado y cada vez más divorciado de la pasión del hincha, priorizando el reparto de poder y dinero antes que el juego.

Leito hoy no defiende al interior ni al fútbol federal: defiende un sistema que le conviene, aun cuando ese sistema erosiona las bases mismas del deporte. En nombre de una supuesta igualdad, se avala un campeonato inflado que solo sirve para que algunos sigan en la mesa chica, aunque el fútbol argentino siga pagando el costo.