Domingo 02 de Febrero de 2025, 10:16

Antonio Silva encabeza un proyecto que nació del dolor y que busca honrar la memoria de Pablo, quien amaba el deporte y perdió la vida de manera trágica a los 14 años.
El club Sportivo Pablo Maximiliano Silva de Rosario nació de un profundo dolor, pero también de un sueño por cumplir. Antonio decidió fundar el club para homenajear la memoria de su hijo Pablo, que murió a los 14 años al ser alcanzado por una bala perdida tras un tiroteo en noviembre de 2018.
La tragedia ocurrió mientras miraba un partido de fútbol en el que jugaba uno de sus tres hermanos, en un potrero del barrio Itatí, Quilmes, provincia de Buenos Aires.Antonio habló del sufrimiento diario que le dejó la tragedia y cómo su nuevo proyecto deportivo, sumado al amor por sus hijos, lo motivó para seguir adelante.
“Me siento culpable todo el tiempo”Antonio todavía carga con el peso por lo ocurrido aquel 21 de noviembre de 2018. Su hijo se había quedado dormido con el celular en la mano y aunque intentó despertarlo, no logró hacerlo. Decidió irse solo al club Juan XXIII, donde trabajaba como coordinador de las inferiores. Horas más tarde, recibiría la llamada que nunca hubiera querido atender.
“¿Por qué no me levantaste?”, le reprochó Pablo a su papá a través de un mensaje y después se fue a ver el partido de su hermano en el potrero del barrio.
“En un momento dijo que se iba a comprar una fruta, se cruzó, y este individuo viene disparando y mi hijo queda en el medio”, explicó Antonio.
El bullicio habitual de la canchita de Pueyrredon y Garibaldi se interrumpió por el estruendo de los disparos. Pablo cayó al piso tras recibir un impacto de bala en la cintura.
“Le perforó la aorta y lo desangró”, le contó Antonio a TN. El joven no era el blanco de ataque, pero el destino lo puso en medio de una disputa ajena.
“Me siento culpable todo el tiempo. Me pregunto por qué no me lo traje conmigo. Después pasó lo que pasó: vino una moto a los tiros y me lo mataron”, recordó el papá de Pablo.
Según las pruebas del expediente judicial, el tiroteo se produjo como consecuencia de una disputa entre bandas por el control del narcomenudeo en la zona. “A uno le habían robado una moto y él salió en busca de venganza”, comentó Antonio sobre el hombre que apretó el gatillo.
“Tengo una causa para seguir adelante”: cómo nació Sportivo Pablo Maximiliano SilvaAntonio le dedica toda su vida al fútbol y, tras la pérdida de su hijo, su relación con el deporte se hizo más fuerte: “Es lo que amo hacer y hoy es un poco más. Tengo una causa para seguir adelante. Cuesta mucho, pero es un orgullo”.
En el momento de la muerte de Pablo, Antonio era coordinador del club Juan XXII, donde su hijo también jugaba. “Él siempre me decía cada vez que íbamos a entrenar: ‘¿Por qué no nos armamos un club?’”. Por eso el hombre decidió “hacer algo por los chicos y transformar el dolor en algo lindo”.
A principios de 2020, empezó su proyecto con tres chicos, pero para marzo ya había reunido casi 20. La pandemia interrumpió sus planes, pero lejos de rendirse, aprovechó el tiempo para inscribir al club en la Liga Rosarina. “En septiembre se retomaron un poco las actividades y seguimos juntando chicos”, detalló.
Así nació la iniciativa, en medio un clima difícil, por lo que muchos lo llamaron “el club pandémico”. Gracias a su esfuerzo y la buena relación de Antonio con el presidente de la liga, empezaron a competir con tres categorías.
El escudo del Sportivo Pablo Silva tiene un trébol de tres hojas, símbolo de la paz.
“Queremos que se sigan sumando chicos”
Sportivo Pablo Silva avanza y así lo ve Antonio con una mezcla de orgullo y gratitud. “Fuimos creciendo, sumando gente que quería colaborar. El 2022 fue mejor, y a partir de ahí, el club siguió desarrollándose de manera significativa”, expresó.
En la actualidad, el club cuenta con alrededor de 500 chicos. En 2024 participó en todas las categorías de la liga rosarina y obtuvo el campeonato de fútbol en séptima división. “Esperemos este año sea mucho mejor que el pasado. Queremos que se sigan sumando chicos”, manifestó con la esperanza de que su proyecto avance y brinde oportunidades a los más jóvenes.
El club cuenta con numerosas categorías, distribuidas entre seis de baby fútbol: sub 8, 10, 12, 14, 16, además de la primera masculina, femenina y las inferiores femeninas. Y funciona en un predio ubicado en la calle Uriburu 3875, en Rosario.
El espacio fue cedido por la Municipalidad y el objetivo principal de Antonio es contar con un lugar propio en el futuro para así “generar sentido de pertenencia para los chicos”.

Antonio, en el predio en el que juega Sportivo Pablo Silva.
“Los hijos están preparados para despedir a un padre y no un padre a un hijo”
La pérdida de su hijo fue un golpe devastador para Antonio, un dolor que le cambió la vida para siempre. “Él tenía 14 años y la verdad que fue algo que marcó en mi vida un antes y un después. No tengo rencor, pero los hijos están preparados para despedir a un padre y no un padre a un hijo”, señaló, y recalcó: “La imagen de él me lleva a que pueda seguir adelante”.
Antonio encontró un consuelo en su amor por el fútbol. En cada chico que va al club ve una manera de mantener viva la memoria de su hijo. A pesar de la tragedia, Silva no está solo. Tiene tres hijos que lo acompañan día a día y son “los pilares en su vida para seguir y no decaer”.
Del dolor de perder a su hijo a pedir justiciaAntonio recuerda con dolor cómo su hijo cumplió los 14 años el 5 de octubre y fue asesinado pocas semanas después, el 21 de noviembre. Ese día caluroso, cuando se encontraba en su casa, le avisaron que a Pablo le habían disparado. “Pensé que me habían dicho en los pies, pero era en la espalda y la bala le quedó en la segunda vertebra. Su cuadro era irreversible”, recordó.
La persona que le disparó a Pablo está presa. “Le dieron 13 años y medio de cárcel”, puntualiza Antonio, a quien la condena le pareció insuficiente y reclama justicia. “Es poco, pero sé que hice todo para que mi hijo pueda descansar en paz”, comentó.
Las anécdotas de Pablo y aquellas características que lo definían como persona hacen que su papá lo recuerde con mucho amor.
Un día, Antonio llevó a Pablo a comprar un pantalón para un cumpleaños de 15. El joven eligió uno, se lo probó y se lo llevó a su casa. Sin embargo, cuando su papá le pidió que se lo volviera a mostrar para ver cómo le iba, se dio cuenta de que le quedaba corto.
“Era para un amigo que no ropa tenía para ir a la fiesta”, explicó Antonio, conmovido por la generosidad de su hijo, quien pensó en el otro antes que en él mismo.
Otro de los lamentos de Antonio es la oportunidad que su hijo perdió por culpa de una lesión. En enero de 2018, Pablo tenía programada una prueba en Lanús. Pero una fractura en el brazo le impidió viajar a Buenos Aires. “Jugaba de enganche y manejaba las dos piernas. Era muy habilidoso”, destacó.
La pérdida de Pablo, tan joven y lleno de sueños, dejó una marca imborrable en la vida de su padre, quien lucha por mantener viva su memoria a través del club que lleva su nombre. /
TN
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