Bergoglio había llamado a la Iglesia a salir de sí misma e ir hacia
las periferias, no solo las geográficas sino también las existenciales.
Fue una improvisación programática explicada con claridad.
Mañana
lunes habrá una nueva congregación de los purpurados, que deberán
afrontar ante todo el problema de si debe continuar participando el
cardenal Angelo Becchiu, castigado por el Papa por el escándalo de la
venta con estafa a la Iglesia por la venta de un edificio en Londres,
con pérdidas de 200 millones de dólares. Un escándalo mayúsculo y un
proceso judicial interno.
El tema es difícil. Becchiu afirma que tiene derecho a entrar en el
Cónclave y las congregaciones porque el Papa no lo expulsó del Colegio
de Cardenales. El secretario de Estado Pietro Parolín, entregó hace unos
días dos documentos en los que el Papa dice que no puede participar.
Tal vez los cardenales tendrán que votar si lo echan o lo mantienen.
El
de Becchiu es el primer dolor de cabeza para los cardenales. De los 133
cardenales votantes, 108 fueron elegidos por Francisco. Los cardenales
provienen de 71 países y reconocen que han tenido poco tiempo para
conocerse.
El cónclave y los votosLa primera aproximación a las fuerzas que se contenderán el nombramiento del futuro Papa oscilan entre conservadores y progresistas.
Los progresistas parecen contar con la mayoría de los dos tercios de los 133 votantes. Esa mayoría calificada gira en torno 90 votos y allí los conservadores y grupos menores pueden bloquear el resultado.
De acuerdo a las normas del Cónclave, si no hay un resultado positivo hay que insistir por un total de 33 votaciones. Si se llegara a esa situación, la imagen de la Iglesia caería en una profunda crisis.
Por ahora los cardenales considerados progresistas tienen tres nombres guías: el candidato favorito de Francisco es Matteo Zuppi, romano de 70 años, cardenal arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana. El segundo es el filipino Luis Antonio Tagle, de 67 años, llamado
“El Francisco asiático". A Zuppi se lo llama en cambio Francisco II.
Entre los dos hay un tercero con muchas posibilidades. Es el secretario de Estado Pietro Parolin, de 70 años, número dos de la Curia Romana debajo del Papa, que podría entrar en juego como una variante aceptable por grupos más conservadores que lo consideran moderado.
Hay mucho para analizar pero todavía no comenzó el juego. Entre los conservadores no hay nombres fuertes. De quien más se habla es del húngaro Peter Herdo, de 72 años, de alto nivel intelectual.
Los cardenales veteranos creen en su mayoría que la elección llegará en pocos días. /
Clarìn