Martes 29 de Abril de 2025, 01:56
En un acto más propio de un régimen feudal que de una democracia moderna, el autócrata santiagueño Gerardo Zamora anunció el pago de un bono de $500.000 a los empleados estatales, aprovechando el Día del Trabajador para asegurarse lealtades en las urnas. El anuncio fue parte de su discurso en la Legislatura provincial, donde con tono triunfalista dejó inaugurado el período de sesiones ordinarias, mientras maniobra para prolongar su poder eterno a través de su círculo familiar.
Este 2025 no es un año cualquiera: en noviembre, Santiago del Estero elegirá gobernador. Aunque Zamora aún no develó cuál de sus allegados ocupará el trono provincial, su estrategia para manipular al electorado ya está en marcha: comprar abiertamente voluntades con dinero público.
Durante su mensaje, en el marco del 205º aniversario de la autonomía provincial, el señor feudal defendió el federalismo como si su provincia fuera un modelo de prosperidad, mientras presumía de un "equilibrio fiscal" que en realidad se sostiene en base a salarios de miseria y dependencia del Estado. Con descaro, lanzó: "Cuando gusten, pueden venir a Santiago del Estero, que aquí les podemos enseñar sobre equilibrio fiscal", olvidando mencionar que su equilibrio se basa en el sometimiento de la sociedad.
El pago del bono fue anunciado para el miércoles 30 de abril, a las 8 de la mañana, beneficiando a todos los empleados públicos, incluidos los municipales, a quienes también financiará, para que nadie quede fuera del esquema de clientelismo electoral.
Zamora, siempre orgulloso de sus maniobras populistas, recordó que el año pasado ya había entregado bonos en distintas etapas: febrero, abril, julio y diciembre, sumando millones de pesos en "premios" preelectorales. Este 2025, fiel a su estilo de cacique imbatible, volvió a repetir la fórmula: febrero, abril, julio, y diciembre. Todo sea para mantener aceitada la maquinaria de poder.
El todopoderoso gobernador se vanaglorió de su "férreo equilibrio fiscal", mientras la provincia enfrenta una recesión brutal, salarios que apenas alcanzan a sobrevivir y un sector privado inextistente.
En su relato, Zamora dibujó una provincia próspera, donde los empleados públicos tienen ingresos "entre los más altos del país", aunque este espejismo se desmorona apenas se observa la desesperante realidad de Santiago del Estero: pobreza estructural, dependencia estatal y falta de alternativas económicas genuinas.
Finalmente, el caudillo vitalicio presentó el bono de $500.000 como "un poco de oxígeno" para la economía, en un discurso plagado de cinismo. Mientras el pueblo sufre los efectos de gobiernos nacionales que él apoyó en el pasado, Zamora se erige como "salvador", entregando limosnas con recursos públicos para perpetuarse en el poder.