Domingo 04 de Mayo de 2025, 17:58
Por Santiago Fioriti
No importa si los acumularon durante años con compras hormiga en el mercado negro, si alguien se los regaló o si los obtuvieron haciendo algún trabajo lícito cuyo ingreso nunca declararon. Los argentinos que tengan dólares apilados debajo del colchón podrán usarlos libremente para comprar electrodomésticos o para depositárselos a una concesionaria a cambio de un auto cero kilómetro. Incluso, los podrán utilizar para adquirir un terreno y construir una casa en un country. No habrá que pagar multas ni hacer una declaración jurada ni se dispondrán topes para el gasto.
Estos detalles, junto a otros que se mantienen bajo siete llaves y que podrían ser polémicos y hasta judicializables, forman parte de un complejo plan que el Gobierno prepara para tratar de impedir que la falta de pesos, propios del inédito ajuste que hizo la administración libertaria, enfríe la economía. “Queremos cambiar radicalmente los patrones del consumo, que se termine el miedo a ser perseguido -dicen en la cima del poder-
Será el final de la pregunta maldita en los bancos y de la vieja AFIP... ¿De dónde sacaste esta plata?”.
La iniciativa no será enviada al Congreso, sino que buscará ser puesta en marcha a través de resoluciones conjuntas por parte de la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA), el Banco Central y el Ministerio de Economía. El anuncio podría concretarse en las próximas semanas. El ministro Luis Caputo solo dijo que será una “sorpresa” y que apuntará a incentivar el uso de la moneda estadounidense. En su entorno consideran que “la economía ya está sana” y que este será el paso siguiente a la salida del cepo.
Javier Milei, que en la campaña electoral prometía la dolarización, se puso al frente de la movida. “¿Para cuándo lo hacemos?”, le preguntaron. “Ya, cuanto antes”, fue la respuesta. Milei viene de decir que el nivel de actividad vuela y que superará el 5,5% que proyecta el FMI para este año, pero tanto él como Caputo admiten que más pronto que tarde el crecimiento podría ralentizarse como consecuencia de la escasez del peso.
La masa total de pesos de la moneda alcanza los $45 mil millones. En el oficialismo sostienen que los ciudadanos atesoran -por fuera de los que tienen sus ahorros en el exterior o en los bancos locales-, entre 160.000 y 200.000 millones de dólares. Creen que la mayoría no los usa porque teme una represalia del Fisco. Tienen en mente a un universo de profesionales que van desde abogados y dentistas hasta empleados de empresas importantes que reciben en blanco una parte de sus ingresos, pero complementan buena parte de ellos sin emitir factura. También piensan en quienes trabajan de modo informal y cuentan con capacidad de ahorro.
“La idea es que a aquel que tenga dólares y no pueda justificarlos se le permita ir, por ejemplo, a comprarse una camioneta”, afirman.
La dinamización de la actividad, el control de los mercados y la baja de la inflación son pilares del Gobierno de cara a las elecciones legislativas de este año. Cuando hay un temblor, como pasó antes del acuerdo con el Fondo y cuando la inflación se disparó al 3,7% en marzo, La Libertad Avanza se pone en guardia. Esa posición defensiva, sin embargo, se incrementa aun cuando el clima pareciera menos propenso al conflicto. Es el estilo Milei. Desde la salida del cepo se lo nota más duro, más combativo y más irascible, lo que es mucho decir, frente a las críticas.
El Presidente se siente cómodo cuando aglutina enemigos. Algunos reales, otros imaginarios. Enemigos que, a su juicio, quieren hacer que su gobierno fracase para que el país quede sumido, una vez más, en la frustración y el caos. Agrega: eso haría que vuelvan los de siempre. Para el Presidente, ese entramado cobija a cinco tipos de protagonistas del Círculo Rojo: políticos, empresarios, sindicatos, economistas y periodistas.
Pero, desde hace al menos dos semanas, cuatro de esos actores quedaron relegados y la batalla cultural se centra en la prensa. El líder libertario y sus principales exégetas están obsesionados. No hay día en el que no haya algún ataque. Y no discriminan, da igual el apellido. El cuestionamiento puede centrarse en los grandes columnistas de los diarios de las últimas décadas, en un simple cronista, en un dueño de medios o en un fotógrafo al que le cuesta llegar a fin de mes.
Esas críticas se replican en las redes sociales, en especial en X. Allí la batuta permanece en mano de Daniel Parisini, más conocido como el Gordo Dan, a quien se ha visto ingresar en más de una oportunidad a la Casa Rosada. Algunos lo llaman el ministro sin cartera. Otros intentan ser más originales: lo han bautizado como el ministro de X.Parisini cuenta con un poder desmesurado para quien, se supone, no ostenta ningún cargo. Ese poder le ha permitido bajar línea política y hasta anunciar la salida de funcionarios. El miércoles logró que desplazaran a Alberto Pascual como jefe del PAMI en Junín, luego de un tuit de Marina Biagetti, una influencer que integra Las Fuerzas del Cielo, la agrupación que lidera Dan. Biagetti había sido echada por Pascual. La joven subió a X su descargo: dijo que la habían expulsado por integrar Las Fuerzas del Cielo. Suficiente. El eyectado terminó siendo Pascual, hombre de Sebastián Pareja, el armador de Karina en tierra bonaerense.
La militancia ayuda al Gordo Dan con reposteos y comentarios. Esta semana, Dan pidió que varios periodistas vayan presos. Los tuiteros deliraron de felicidad. Milei está fascinado con el personaje. Se conocen desde hace años y lo visita en su canal de streaming. Los ministros también circulan por ese estudio.
“El Gordo Dan es la materialización del espíritu de La Libertad Avanza” -confían quienes lo tratan con frecuencia- “¿Ministro de X? Está bien eso, es una buena denominación”. Algunos lo impulsan como candidato a diputado. Difícil. Lo quieren donde está.
Dan y sus discípulos pueden ser letales. Algunos manejan información privilegiada y la usan rápido cada vez que las circunstancias lo ameritan. En las últimas semanas, además de los periodistas, uno de los blancos fue Mauricio Macri. La tensión con el fundador del PRO va en aumento, pese a que desde ambas fuerzas impulsan una alianza electoral en la provincia de Buenos Aires con el único fin de derrotar al kirchnerismo.
Macri no mira demasiado las redes, pero sus asesores le cuentan que hay un ejército de libertarios que lo cuestiona. El viernes, Macri dijo que el Gobierno no subió “ni un lugar” en el Índice de Percepción de la Corrupción que mide la transparencia de los países. “Que empiece a barrer por casa”, señaló. Como si fuera poco, cargó contra Karina Milei. El dardo envenenado llegó a oídos del Presidente. Quienes se ilusionaban con una reunión Milei-Macri tendrán que esperar un poco. Hasta que no transcurra la contienda porteña no habría novedades. ¿Y luego? El resultado sería determinante.
Mientras LLA y el PRO negocian en provincia, el otro foco de tensión en el principal distrito electoral del país se da en el peronismo. La suspensión de las PASO obliga a Cristina y a Axel Kicillof a tomar una decisión crucial: armar listas juntos o ir cada uno por su lado y dividir a los votantes. Les pasa lo mismo que a sus rivales. La ruptura los alejaría de una victoria, incluso podría condenarlos a una derrota durísima. “La lógica sería respetar nuestra biblia:’todos unidos triunfaremos’, pero no está asegurado”, dice un referente del peronismo del Conurbano.
Cristina coquetea con una candidatura a legisladora provincial, aunque tampoco descarta presentarse como diputada nacional. Son las herramientas de las que disponen Máximo Kirchner y La Cámpora para plantarse de igual a igual frente al gobernador. Los intendentes más cautos trabajan para que ambas listas se negocien. Algunos proponen a Sergio Massa como garante. Dicen que puede ordenar las pretensiones de Kicillof y Máximo.
“Yo voy a hacer lo que diga Cristina”, dice Máximo. Hasta hace poco decía otra cosa: que Kicillof tenía que hacer lo que dijera Cristina. El mandatario lo desconcertó cuando se rebeló y desdobló las elecciones. No lo creían capaz.
Ahora, Kicillof dice que está dispuesto a charlar sobre las listas, pero advierte que no se va a dejar someter. Se lo transmitió a los líderes de la CGT con los que se reunió en la previa del Día del Trabajador en la sede de la calle Azopardo. Aquella cumbre inesperada generó desconfianza en Cristina y agudizó su malestar con quien fuera su hijo político dilecto, con el que ya no habla ni por teléfono. /
Clarín