Jueves 08 de Mayo de 2025, 06:58
El narcotráfico vinculado al cannabis está dejando de ser un fenómeno marginal en Tucumán y empieza a convertirse en el principal objetivo de las autoridades del área de seguridad. Así lo demuestran las estadísticas oficiales del primer cuatrimestre de 2025: en apenas cuatro meses se secuestraron más de 123 kilos de marihuana, una cifra que quintuplica los 23 kilos incautados en el mismo período del año pasado. A esto se suma la incautación de más de 1.370 plantas, entre ellas una mega plantación de 550 ejemplares descubierta en El Puestito (Burruyacu), con un valor en el mercado negro que supera los $ 22.950 millones.
Mientras tanto, la violencia derivada del tráfico de cannabis va en aumento. Ya se registraron crímenes vinculados a este negocio ilícito:
Esteban Brito Chía y
Lucas Liberatore fueron asesinados durante operaciones de compraventa clandestinas. Y no son los únicos casos alarmantes. El 23 de febrero de 2023, uno de los sobrevivientes del “Crimen de las Flores” fue secuestrado por cuatro hombres —tres de ellos policías en actividad— que exigieron $ 400.000 a cambio de su liberación. Sus familiares pagaron $ 240.000, según consta en la causa investigada por el fiscal federal
Agustín Chit. El último prófugo fue arrestado esta semana en San Carlos de Bariloche.
Las denuncias por robos de plantas de cannabis o asaltos a cultivadores caseros crecen en silencio. “Era obvio que esto iba a ocurrir”, advirtió
Juan Carlos Frías, estudiante universitario. “Con las leyes que permitieron el autocultivo y ahora las trabas que existen para habilitarlo, mucha gente tuvo que volver al mercado ilegal”, explicó.
Julio Martínez, cultivador registrado, lo resumió con crudeza: “Si denuncio que me robaron las plantas, me fichan. Prefiero perderlas a que me metan en un lío”.
El vacío legal en la regulación del autocultivo ha generado una zona gris que favorece el avance de redes delictivas. “Muchos producen para su consumo, pero el excedente lo venden. Y eso ya es delito”, indicó Fernando Cuevas, quien reconoce que no todos los cultivadores entienden los límites legales.
En el circuito clandestino, el gramo de marihuana puede valer hasta $ 8.500, especialmente si se trata de flores de alta calidad, envasadas en frascos de vidrio de 10 gramos. “Ya es más caro que una dosis de cocaína”, comentó
Mariano Estefanosi. “Por eso, los transas ya están cultivando. Se avivaron”, agregó.
El fenómeno no solo preocupa a la Justicia, sino también a los vecinos. Desde hace meses, la Unidad de Narcocriminalidad viene advirtiendo sobre un cambio de perfil en los delitos vinculados al cannabis: ya no se trata solo de portación o consumo, sino de secuestros, extorsiones y robos organizados. “Lo más peligroso es que este mercado ilegal no para de crecer”, expresó un investigador policial.
Los especialistas también advierten que la falta de acceso a permisos de autocultivo empuja a muchos usuarios medicinales al circuito ilegal. Mientras tanto, desde el Ministerio Público Fiscal ya se investiga el accionar de bandas mixtas, conformadas por civiles y uniformados, que operan como verdaderas células narcopoliciales.
Con el aumento sostenido de decomisos, crímenes y conflictos judiciales, la necesidad de una regulación efectiva del cannabis en Tucumán se vuelve urgente. De lo contrario, el mercado negro seguirá marcando la agenda del narcotráfico en la provincia.