Jueves 08 de Mayo de 2025, 13:33

El primer hecho ocurrió el miércoles 30 de abril en Paternal y derivó en el ataque del miércoles en San Isidro.
Anabella vivió una semana de terror que comenzó en la víspera del feriado largo del 1° de mayo y culminó ayer por la tarde, cuando tres motochorros llegaron hasta la puerta de su casa en La Horqueta, de San Isidro, para intentar concretar la segunda parte del robo que había comenzado el miércoles pasado en el barrio porteño de Paternal.La mujer, que tiene una empresa junto a su marido, Diego, relató la secuencia, que parece extraída de una película e incluyó un robo, hackeo de cuentas bancarias y de correos electrónicos, y un posterior intento de asalto que no se concretó gracias a los rápidos reflejos del hombre, que alcanzó a ver que uno de los ladrones corría para abordarlo cuando acababa de estacionar en la puerta de su casa y aceleró justo a tiempo para evadirlo, aunque no pudo evitar que el asaltante le destrozara de un certero golpe el vidrio delantero derecho del auto.
“El miércoles pasado iba en la camioneta a la empresa que tenemos en Paternal. Estaba sola y llevaba la computadora y el bolso en el piso del asiento del acompañante. Ese día, la ciudad era un caos de tránsito por la víspera del fin de semana largo. Imaginate que un viaje que suele ser de 30 a 35 minutos desde mi casa hasta la empresa me tomó una hora y media”, contó la mujer.
Anabella relató que, en medio del embotellamiento sobre la avenida de los Constituyentes, una moto con dos hombres a bordo se puso a la altura de la puerta delantera del lado derecho de la camioneta y, de un golpe, le rompieron la ventanilla.“Yo me tiré encima de la cartera y de la computadora para que no se las llevaran, pero uno de los ladrones metió medio cuerpo dentro del auto y me sacó el celular, que tenía en el compartimiento del medio del torpedo del coche, a la altura de la palanca de cambios. Solo se llevaron eso”, recordó.
Los delincuentes, a través de algún software, desbloquearon el teléfono y aprovecharon para acceder a datos personales y bancarios de Anabella y su familia. “En pocos minutos sacaron el dinero de algunas cuentas bancarias. Incluso sacaron un préstamo por varios millones de pesos. También me hackearon el correo electrónico y hasta pudieron acceder a una cuenta en dólares de la cual no se deberían poder hacer movimientos”, dijo para graficar el conocimiento tecnológico que tenían los dos motochorros, que se alzaron con una abultada suma en pocos minutos.
Sin embargo, no lograron vaciar el total de las cuentas, ya que algunos bancos bloquearon los movimientos por considerarlos sospechosos.
La pareja explicó que lo que siguió los días de ese fin de semana largo y el lunes fue un sinfín de trámites para bloquear el número de teléfono, denunciar los movimientos bancarios y tratar de recuperar el acceso a algunas de las cuentas que habían sido bloqueadas preventivamente.
Cuando parecía que el hecho de inseguridad, que fue denunciado y es investigado por la Unidad Funcional de Instrucción del Distrito de Boulogne, a cargo de María Paula Hertrig, que había comenzado a quedar atrás, la pareja vivió un nuevo ataque a más de 30 kilómetros del lugar del robo del celular de Anabella.
“El martes fuimos al microcentro, a la sucursal de uno de los bancos que nos pedía que la reactivación de la cuenta fuera presencial. Fuimos los dos, en la camioneta de Anabella. No llevamos nada encima, por las dudas. Incluso estacionamos en una cochera diferente”, contó Diego.
Minutos antes de las tres de la tarde de ayer se produjo el segundo ataque, en la zona de Gurruchaga y Monroe, en La Horqueta. “Estaba por estacionar en la puerta de casa cuando vi que de atrás aparecían dos motos con tres tipos. Uno de ellos se bajó y empezó a correr. Como nuestro auto es automático demora unos segundos más en arrancar; por eso el delincuente llegó a romper de un golpe la ventanilla del lado en el que estaba Anabella; no consiguieron nada más porque logramos escapar”, recordó Diego, que se mostró preocupado no solo por los dos ataques, sino por la integridad de toda la familia.“Atando cabos, nos damos cuenta de que ellos tienen todos nuestros datos. Saben mi nombre, los datos de toda mi familia y que hay cuentas bancarias que no pudieron saquear. No nos sentimos seguros”, dijo y detalló que junto a su abogado, Julio Fonrouge, ya se reunieron con la fiscal.
/La Nacion
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