Sábado 24 de Mayo de 2025, 09:15

AVANCES. Determinar la ubicación y las condiciones de los vertederos ilegales permitió avanzar con el proceso de erradicación.
El número de basurales a cielo abierto en San Miguel de Tucumán volvió a crecer y genera nuevas tensiones políticas y sociales. De acuerdo con la última actualización del portal de datos abiertos del municipio, hasta el 30 de abril se registraron 387 volcaderos, entre grandes y pequeños, lo que representa un aumento del 13% respecto a los 341 informados en marzo. La mayoría, 251, son considerados crónicos, mientras que 136 han sido erradicados, según relevamientos de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable que conduce Julieta Migliavacca.Si bien los datos generan alarma, desde la gestión municipal aseguran que el aumento en la cifra no obedece a una expansión del problema, sino a un cambio metodológico. "No es que hay más basurales, sino que ahora incluimos todos, incluso los más pequeños y aquellos que se encuentran en los límites del ejido urbano", explicó Migliavacca, en declaraciones al respecto. La modificación fue introducida en el sistema oficial de mapeo digital, alojado en el sitio
smtendatos.com.ar, donde se puede acceder a un mapa interactivo con información detallada calle por calle.
Los números, sin embargo, avivaron la polémica. El concejal radical
Leandro Argañaraz denunció en el Concejo Deliberante que existen al menos 170 basurales más que los informados por el municipio. En respuesta, presentó un proyecto de ordenanza para crear un “mapeo vecinal de basurales”, con el objetivo de que los vecinos puedan reportar sitios no detectados oficialmente. “Este es un tema de emergencia ambiental, y la información debe ser precisa y participativa. La Municipalidad hablaba de 500 basurales, luego bajó a 200, pero nosotros recorrimos los barrios y encontramos muchos más”, aseguró el edil.
La propuesta fue debatida sobre tablas, pero no alcanzó los votos necesarios para ser aprobada como ordenanza y fue girada a comisión por 12 votos contra cinco. Argañaraz cuestionó lo que considera una subestimación del problema por parte del Ejecutivo: “Este gobierno no puede enfrentar solo esta situación. La comunidad también tiene que ser parte de la solución”.Por su parte, Migliavacca defendió la política ambiental de la gestión de
Rossana Chahla, asegurando que el municipio “trabaja todos los días” en la limpieza de residuos sólidos urbanos y en la atención de pedidos ciudadanos. “Recibimos cada vez más reclamos por residuos no habituales. Eso quiere decir que la gente nos ve trabajando en la calle y sabe que puede contar con nosotros. Hay resultados, aunque esta es una batalla diaria”, afirmó.
En marzo, el municipio había revelado que 109 barrios convivían con basurales, de los cuales el 70% tenía al menos uno crónico. Con la nueva metodología, no es posible identificar cuántos barrios o secciones de la ciudad presentan ahora estos focos de residuos, dado que el sistema pasó a identificar las ubicaciones por calles y alturas, sin vinculación directa con límites barriales.
Mientras tanto, la ciudadanía exige acciones más firmes y sostenidas. Organizaciones barriales y ambientales apuntan a la falta de control, de educación ambiental y de infraestructura adecuada como los factores principales que impiden una solución de fondo al problema. El reclamo principal: una política integral y sostenida que incluya no solo limpieza, sino también prevención, vigilancia y compromiso comunitario.
La discusión está abierta, y los datos —tanto los oficiales como los alternativos— coinciden en algo: la basura a cielo abierto es un problema persistente en la Capital tucumana, que requiere del esfuerzo conjunto de todos los actores involucrados.
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