Sábado 24 de Mayo de 2025, 23:36
La escalada de ejecuciones sumarias en Sudán, tras dos años de sangriento
conflicto, ha dejado unos 120.000 muertos
y ha desplazado a cerca de 14 millones de personas.
Organizaciones internacionales y de derechos humanos han documentado estas
violaciones contra civiles, calificándolas de crímenes de guerra, y han instado
a la comunidad internacional a abrir investigaciones urgentes para llevar a los
responsables ante la justicia.
El jueves, el líder de la “tribu Rafa’a”, Málik al-Hasan Aburúf, acusó al ejército sudanés de haber matado a más de 460 personas y detenido a unas 150. Afirmó que las “Fuerzas de Acción Especial” y las “Brigadas islamistas” cometieron una masacre contra poblaciones de etnias concretas.
En sus declaraciones, señaló que familiares de las víctimas en la ciudad de
Sennar, capital del estado homónimo, le informaron que “las unidades del
ejército y las milicias afines —las Brigadas islamistas y las Fuerzas
Conjuntas— atacaron a personas de origen darfurí, mataron a decenas, torturaron
a quienes se encontraron con las Fuerzas de Apoyo, incluidas mujeres, y no
eximieron siquiera a las vendedoras de té, de las cuales al menos dos fueron
asesinadas”.
Pidió a la comunidad internacional que intervenga “para poner fin a las violaciones y presionar por un alto el fuego”, y advirtió: “Los que pagan las consecuencias de esta guerra son los ciudadanos inocentes, por lo que la comunidad internacional debe adoptar decisiones decisivas para cesar las hostilidades y negociar el fin del conflicto”.
Aumento de las ejecuciones sumarias
Mientras el ejército sudanés afirma haber avanzado en varias regiones, continúa
cometiendo masacres y ejecuciones selectivas de civiles por motivos étnicos,
según documentan activistas sudaneses.
A mediados de mayo, la alianza “Fundación” acusó al ejército y a las Brigadas islamistas de asesinar a civiles en sus hogares basándose en su identidad y pertenencia tribal durante la ofensiva en Al-Hamadi, en el estado de Kordofán del Sur.
En un comunicado, señaló que este “trágico escenario” se repitió al entrar esas
brigadas en Sennar, Jartum, Bahri y otras localidades de Sudán, y describió identidades
étnicas similares de masacres ocurridas en Umm Samíma la semana pasada. Lamentó
además el “silencio mediático” tanto local como internacional sobre estos
hechos.
“Hacemos un llamado a los sudaneses, a la región y al mundo a que estén atentos a los planes terroristas de lo que llaman la ‘Hermandad Islámica’, que se presentan bajo el nombre de ‘ejército sudanés secuestrado’, y cuya verdadera lealtad no es con Sudán ni con sus ciudadanos”, afirmó un miembro de la dirección de las Fuerzas Civiles Unidas y líder de la alianza “Fundación”, Mehdi.
Continuación de las masacres… ¿es parte de una estrategia?
Este año, la ONU, Human Rights Watch y el Observatorio Sudanés de Derechos Humanos han registrado un alarmante aumento de masacres contra civiles cometidas por el ejército sudanés y sus aliados.
En marzo, en Darfur Occidental, el ejército lanzó un bombardeo indiscriminado
que, según un informe del New York Times, dejó decenas de cuerpos calcinados y
restos humanos dispersos en el mercado de la localidad de Tura, con estimaciones de al
menos 500 civiles muertos.
Human Rights Watch acusó además a las “Fuerzas Escudo de Sudán”, aliadas al
ejército, de atacar el 10 de enero de 2025 la aldea de Kambu Tayba, en el
estado de Al Jazirah, matando a 26 civiles, entre ellos un niño, saqueando
propiedades y quemando hogares. Describió estos actos como crímenes de guerra
y, en algunos casos, como posibles crímenes de lesa humanidad.
En octubre de 2024, informantes de los barrios de Al Halfaya, al norte de Jartum, denunciaron que el ejército y las Brigadas Bará ibn Malik ejecutaron a decenas de jóvenes civiles por disparos a quemarropa, acusándolos de colaborar con las Fuerzas de Apoyo Rápido sin juicio previo. Según la prensa sudanesa, los milicianos los sacaron de sus casas, los llevaron a una plaza pública y los fusilaron en plena luz del día.