Murieron sus hijos en un choque y hoy celebra una obra que puede evitar nuevas muertes

Martes 27 de Mayo de 2025, 08:00

Murieron sus hijos en un choque y hoy celebra una obra que puede evitar nuevas muertes



La historia de Luciana Casmuz es sinónimo de tragedia, pero también de resiliencia. A casi 11 años del accidente vial que le arrebató a sus dos hijos pequeños, hoy celebra la construcción de una rotonda en el cruce de las rutas 306 y 323, en Santa Rosa de Leales, Tucumán: el mismo lugar donde ocurrió el siniestro que cambió su vida para siempre.

El 31 de agosto de 2014, Luciana viajaba junto a su familia hacia las Termas de Río Hondo cuando un camión los embistió. El impacto fue devastador. La camioneta en la que iban volcó, y el caos se apoderó del lugar. Sus hijos, María Emilia (8 meses) y Ramiro (3 años), murieron. Ella sobrevivió con heridas graves, entre ellas un brazo destrozado en ocho partes. Pero lo más profundo fue el dolor emocional.

Desde entonces, Casmuz transformó ese dolor en acción. Apenas pudo recuperarse, comenzó a juntar firmas para pedir la construcción de una rotonda que protegiera a quienes cruzan esa intersección peligrosa. "Con la partida de mis hijos ya eran 47 las personas que habían muerto en ese cruce", explicó. La comunidad se unió al reclamo y, finalmente, el proyecto se concretó.

La obra, impulsada por la Dirección Provincial de Vialidad y financiada por el Banco Interamericano de Desarrollo, contempla una glorieta de 146 metros, ensanchamiento de la calzada, dársenas, un nuevo puente y un refugio para pasajeros. Esteban Romano, inspector de la DPV, aseguró que la intervención mejorará notablemente la seguridad vial de una zona marcada por innumerables siniestros.

Vecinos como Luisa Aranda y Luis Fernández, testigos frecuentes de accidentes en el cruce, celebran la obra como un verdadero milagro. “Este camino es muy peligroso, sobre todo en época de zafra. La rotonda era fundamental”, afirman.

Luciana, hoy instructora de yoga, maestra de Reiki y madre de un nuevo hijo, Alejo, siente que cierra un ciclo. “Esta rotonda es de mis ángeles. Es memoria, amor y prevención”, dice, conmovida. Agradece a cada persona que la ayudó y reflexiona: “Podría haberme quedado quieta, pero algo dentro mío me empujó a moverme”.

Su mensaje es claro: “Hay que crear conciencia. La seguridad vial depende de todos. No hay que esperar a que nos pase”. La rotonda que pronto se inaugurará no solo honra a sus hijos, sino que puede evitar nuevas tragedias. Es un símbolo del poder transformador del dolor cuando se convierte en compromiso colectivo.