Sábado 31 de Mayo de 2025, 09:58

Luis Caputo y Karina Milei
Por Ricardo Roa
¿Por dónde empezar? Por una conclusión obvia de la semana: pensamos que nos salvaríamos de otro gobierno lleno de odios y crispaciones, que viviríamos más relajados, pero no. Y eso que dadas las circunstancias desastrosas en que asumió, la economía le está yendo a Milei mucho mejor de lo que podía esperarse.¿Por qué entonces se pasa tanto y tan seguido de rosca? La primera razón tiene que ver con su personalidad. Es la configuración de fábrica, como se vio en la Catedral donde ninguneó a su vicepresidente Villarruel y dejó sin saludo y con el brazo extendido en el aire al jefe de la Ciudad. Un gesto humillante y violento como una trompada justo en el Tedeum (A ti, Dios) por el 25 de Mayo que él mismo presidía.
Milei debería haber recordado la historia de Carlos Menem con el juez Urso, al que había nombrado y que lo mandó preso: seis meses detenido en la quinta de Gostanian. Menem se lo encontró, le dio la mano y sólo le dijo: -Gusto en encontrarlo, doctor. Años después, cuando Urso murió, lo despidió con esta frase: “Dios no permitió que el rencor nublara mi mente”. Volvé Carlos, te perdonamos.
El dios de Milei quizás no es el mismo que el de Menem, y las Fuerzas del Cielo son parte de otra historia que vuelve más adelante. Está claro que Milei está agrandado porque ganó en la Ciudad. Y más porque le ganó a Mauricio Macri.
Una pulgada de poder y nos enloquecemos: hubo cinco elecciones y es la primera que gana, no votó la mitad de la gente y sacó el 30%. Pero Milei es así, y es así como celebra: pasando facturas. Es un mal ganador. Se deja llevar por la ira, se irrita tanto que apenas puede pensar en lo que hace y en lo que produce con lo que hace. No es política, es psicología.Pero hay en esto de pelearse con casi todo el mundo también una razón de conveniencia: parte de la construcción de su identidad está en la confrontación. Y muchos que lo siguen ven sus agresiones como si fueran expresiones de franqueza, o incluso de autoridad. No para meter miedo, que es el arma más conservadora de la política. Alguno debería decirle: ojo, estas cosas hartan y se van a volver en contra. Pero no sólo no lo frenan: lo alientan. Uno de sus ministros llegó a felicitarlo por el desprecio a Jorge Macri.
Peor, otro, el de Economía. Se hace difícil identificar a este Toto Caputo con el anterior. Nadie sabe qué mosca le picó. O se sabe, si damos por cierto lo que cuenta el periodista Juan Luis González. Dice que, para sumarlo al Gobierno, Milei le dijo, como si fuera Carrió: “Dios me dijo que sos parte de la misión”. Y que Caputo dudó hasta que su mujer, Jimena, lo convenció así: “Las fuerzas del Cielo me dijeron que él (Milei) es parte de la misión y que vos tenés que acompañarlo”. Hay que creer o reventar.
Caputo es un experto en hacer plata con la plata, lo que exige evitar sacar conclusiones sin datos o sin datos suficientes. Es el que dijo que el periodismo va a desaparecer. Los primeros grandes periodistas de la historia fueron Marcos, Mateo, Lucas y Juan, y escribieron un best seller que aún se vende. Caputo se puso una ridícula camiseta con la imagen de Milei para recibir al presidente de la Ford. Trabaja para Milei y tiene que defender a Milei, pero no le piden tanto, doctor Caputo. Ahora salió a pegarle a Ricardo Darín porque sintió “vergüencita ajena” de que hubiera dicho que la docena de empanadas cuesta $48.000. El ministro teorizó sobre el precio de las empanadas, que tienen mil precios, como cualquier paisano sabe.
Un par de días antes, había cenado con el ministro de Defensa en Pizza Cero. Interesa contarlo sólo para contar que una docena de empanadas allí cuesta, según el relleno, entre $ 60.000 y $ 65.000. Valen la pena: son realmente ricas. El ministro no se escandalizó.
¿Y qué dijo Milei? Que “Darín demostró ser un ignorante y un operador berreta”. Lo que se dice una opinión serena y objetiva, y todo por decir cuánto le cobran una docena de empanadas. Por supuesto, el insulto habla de Milei, no de Darín, y también de una forma degradada de hacer política. En cualquier momento mandan al Gordo Dan a pedir que metan presos a cinco actores. Están buscando si Alfonsín también lo hizo.
¿Caputo será el Anibal Fernández de la Recoleta? Aníbal fue el comunicador estrella de los K. De Quilmes, decía las cosas más cínicas de forma despreocupada. Famoso por su ingenio y por sacarle lustre a algunas citas, también lo fue por sus comentarios baratos y por decir disparates. Dejó unas cuantas frases célebres del relato k y el intento tenaz de hacer pasar gato por liebre, como la sensación de inseguridad y que “la Argentina tiene menos pobres que Alemania”. Entre paréntesis, ahí también hizo su valioso aporte Kicillof, que dijo: “Hemos dejado de medir la pobreza para no estigmatizar a los pobres”.
Parafraseando a Kierkegaard: la política hay que vivirla hacia adelante pero solo puede ser comprendida mirando hacia atrás. Hay que recordarlo porque el kirchnerismo es contagioso: el relato libertario copia su fórmula maniquea del mundo dividido entre buenos y malos. Comparten más cosas, como el gen de la manía fundacional y la descalificación del periodismo.Se ve bien claro en la batalla desatada en el canal Paka Paka, desde siempre una usina de contenidos progres y de izquierda que fue bandera de los Kirchner y que los libertarios se proponen reemplazar yendo en la misma dirección pero en sentido ideológicamente contrario.
El mileismo, que cuestionó el adoctrinamiento político de los chicos, plantea hacer algo igual: ha comprado series como Tuttle Twins, de una productora de Utah, Estados Unidos, que enseña a los niños los derechos individuales, las ideas liberales de figuras como Milton Friedman y Adam Smith y echa pestes sobre Carlos Marx. En el Gobierno dicen que aún evalúan el cambio, pero la productora yankee anunció con entusiasmo que ha sido contratada para “reemplazar los dibujos de contenido marxista”.
Creíamos que sólo el peronismo era incorregible. Salimos de una historia amañada de izquierda para entrar en otra igualmente amañada de derecha. Las dos, financiadas por un Estado que no tiene plata para cosas básicas, como pagarle mejor a los médicos y los enfermeros del Garrahan.
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