Lunes 07 de Julio de 2025, 21:01

La planta de Colombres suma 21 días de inactividad en lo que va del año. Por segunda vez, suspende a 600 empleados y paga el 75% del salario. El gremio SMATA advierte sobre un panorama cada vez más preocupante para la industria automotriz nacional.
El portón de acceso a la planta de Scania en Colombres vuelve a cerrarse. Esta vez, por quince días. No es la primera ni la última suspensión del año: ya suman 21 jornadas sin producción desde enero, y la cifra podría seguir creciendo si no mejora el panorama global.
La fábrica de componentes —referente en Tucumán y con peso clave en las exportaciones industriales de la provincia— enfrenta el mismo dilema que atraviesa al sector automotriz en todo el país: la caída de la demanda internacional, la apertura de importaciones y una política económica que, según advierten los gremios, debilita a la industria nacional.
“Hay preocupación, hay incertidumbre. Hay familias detrás de cada trabajador”, señala con crudeza Luis Diarte, secretario general de SMATA en Tucumán. La voz del dirigente sindical resume el estado de ánimo de los 600 trabajadores directos y más de 100 tercerizados que, entre domingo y el 20 de julio, quedarán otra vez sin tareas.
Como en ocasiones anteriores, el acuerdo con el sindicato prevé el pago del 75% del salario, una suerte de paliativo que no alcanza a disipar el temor creciente. A la suspensión se le suman datos que inquietan: retiros voluntarios, cesantías y un futuro en el que la estabilidad parece cada vez más frágil.
La planta de Scania, ubicada al este del Gran San Miguel, produce cajas de cambio y ejes para camiones pesados. Su producción abastece en buena parte al mercado externo, pero el freno económico mundial golpea de lleno. La empresa lo explicó en un comunicado oficial: “Disminución temporal de la demanda internacional”.

Pero desde SMATA ponen el foco también en decisiones locales.
“El Gobierno abrió las importaciones, y esto ya lo vivimos en los 90. Cuando abrimos así, destruimos la industria nacional”, advirtió Diarte. Y fue más allá: estimó que entre 25.000 y 30.000 empleos industriales podrían perderse a nivel nacional si no se modifica el rumbo actual.
En paralelo, otras terminales automotrices viven realidades similares o peores: Volkswagen aplicó despidos, General Motors redujo personal, y Córdoba ya siente el impacto del retroceso industrial.
Desde Tucumán,
Diarte asegura que “no hay riesgo de cierre inmediato”, pero insiste en que el contexto es crítico.
“Tucumán no es una isla. Si esta política sigue, se va a agravar”, advierte.
Mientras tanto, en la planta de Colombres el silencio de las máquinas empieza a volverse costumbre. Y el futuro, aunque aún no está escrito, parece exigir decisiones urgentes para evitar que la pausa temporal se transforme en un final indeseado. /
El Ocho
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