Jueves 07 de Agosto de 2025, 15:31
La caída del consumo empieza a percibirse en toda la provincia y el país. En las calles, los comerciantes salen de sus locales, se miran entre ellos con incertidumbre, y la preocupación es compartida. Las cifras son alarmantes. Las ventas se desplomaron, muchos locales comercializan casi al costo, y el financiamiento con tarjetas de crédito se ha vuelto insuficiente o insostenible. Las tasas de interés no ayudan a incentivar el consumo en cuotas, mientras que los alquileres aumentan y los costos fijos se vuelven cada vez más difíciles de afrontar. A esto se suma una presión impositiva que, según estimaciones, se lleva cerca del 50% de las ganancias de los comercios por parte del Estado en sus tres niveles.
Esteban Lamontanaro, presidente de la Cámara de Comercio de Yerba Buena, expresó su preocupación en una entrevista con La Gaceta Central. Explicó que la baja de ventas ronda el 30% en la mayoría de los rubros, y que el impacto del freno de la actividad ya se ve reflejado en los cierres de negocios. De los 360 comercios asociados a la cámara, al menos una docena cerró sus puertas solo en el último mes. “Estamos hablando de negocios con 15 o 20 años de antigüedad. Comercios tradicionales que ya no pueden sostenerse. Muchos no logran cubrir el costo del alquiler, y aunque existe intención de compra, la gente no tiene el poder adquisitivo para concretarla. Todos priorizan alimentos y necesidades básicas. Hoy, vivir dignamente es caro”, señaló.
También remarcó que los comerciantes enfrentan serias dificultades para concretar ventas con tarjetas de crédito, ya sea por límites insuficientes o por la imposibilidad de acceder a préstamos personales. En este escenario, muchos intentan sostener sus estructuras vendiendo al costo o reduciendo personal, aunque reconocen que no saben cuánto más podrán resistir.
Si bien había una cuota de esperanza entre los pequeños y medianos empresarios respecto a una posible recuperación económica tras el cambio de gobierno, Lamontanaro sostuvo que “esa expectativa se fue diluyendo” y que ahora prevalece “una sensación de angustia”.
La situación se agrava con la carga impositiva. Según el empresario, la presión fiscal se ve agravada por una doble o triple imposición del impuesto sobre los Ingresos Brutos, lo que deja a los comercios locales fuera de competencia respecto a provincias limítrofes con menor carga tributaria. En su caso particular, dedicado a la venta de vehículos, explicó que una diferencia de dos a cuatro puntos porcentuales puede modificar totalmente el precio final de una operación. Así, muchos clientes optan por concretar sus compras en otras provincias.
Lamontanaro reiteró que el Estado se lleva cerca de la mitad de las ganancias en impuestos, y lamentó la falta de gestos de acompañamiento por parte de las autoridades. “Siempre te responden que se desfinancia la provincia o el municipio, pero también debería haber contemplaciones hacia quienes están tributando aun en medio de esta crisis”, afirmó.
Según explicó, el nivel de presión fiscal llega al punto de que, si un comercio se atrasa un mes en el pago de algún tributo, recibe intimaciones automáticas por correo electrónico o incluso embargos. “Con la situación actual, deberían aflojar un poco y dejar de apretar tanto”, concluyó.