Martes 02 de Septiembre de 2025, 07:20
En la Argentina, construir se volvió una apuesta mucho más costosa: los valores en dólares acumulan un incremento del 122% desde octubre de 2023.
Este salto reconfiguró el mapa del sector y llevó a que las consultas sobre el costo real de levantar una vivienda se multipliquen en 2025.
Los cálculos actuales marcan que el metro cuadrado más básico arranca en US$ 1400 + IVA (US$1547), mientras que una construcción estándar se ubica en US$ 1600 + IVA (US$ 1768).
En el caso de proyectos de mayor categoría, la cifra trepa a US$ 2000 + IVA (US$ 2210). Así, una casa de 100 m² exige entre US$ 154.700 y US$ 221.000, dependiendo de la calidad de materiales elegida.
Cuando se comparan estas cifras con las propiedades usadas en la Ciudad de Buenos Aires, el contraste es claro: el metro cuadrado promedió US$1815 en julio, con precios publicados de alrededor de US$297.761 para viviendas de tres dormitorios y hasta US$488.509 para las de cuatro.
Aunque la diferencia es notoria, se trata de promedios que surgen de la heterogeneidad del mercado porteño.
El encarecimiento está vinculado a la dinámica cambiaria. Con un dólar relativamente estable en los últimos meses, los costos expresados en moneda estadounidense dejaron de ajustarse con la inflación en pesos y las devaluaciones, alcanzando niveles inesperados.
Los desarrolladores explican que, en períodos de suba del dólar, el efecto inmediato se da sobre insumos como el acero o el cemento, que se cotizan en divisa extranjera, pero en esta etapa la presión vino más bien por la estabilidad cambiaria y el peso de la inflación local.
A pesar de todo, algunos referentes aseguran que los aumentos comienzan a desacelerarse.
La apertura de importaciones alivió los valores de ciertos materiales, aunque la mano de obra sigue subiendo y compensa esa baja.
Voces del sector, como Federico Azzollini y Damián Tabakman, coinciden en que los precios empiezan a amesetarse, aunque la caída en la demanda y la postergación de proyectos reflejan que el escenario todavía es de cautela. /El Economista