Lunes 08 de Septiembre de 2025, 19:55
El accidente que mantiene internado al ciclista José “Cheo” Hernández en la ruta Nacional 9 volvió a abrir el debate sobre la falta de condiciones seguras para quienes pedalean en Tucumán. El hecho, refleja una realidad que se repite cada día: la convivencia forzada entre bicicletas y vehículos de gran porte en vías rápidas que no fueron diseñadas para ese fin.El tramo que une San Miguel de Tucumán con El Cadillal es uno de los más utilizados por ciclistas, tanto profesionales como aficionados, debido a su recorrido recto y a su conexión con un punto turístico clave. Sin embargo, la Ley Nacional de Tránsito 24.449 prohíbe la circulación de bicicletas en autopistas y rutas sin condiciones específicas de seguridad. A pesar de los carteles que lo indican, la ausencia de una vía alternativa empuja a los bikers a elegir igualmente ese trayecto, exponiéndose a riesgos constantes.
A la falta de alternativas se suman el mal estado de la calzada, banquinas deterioradas y la inexistencia de ciclovías que garanticen protección. “
Primero y principal hay una falta total de educación vial en el ciudadano en nuestra provincia. También falta infraestructura adecuada para la práctica del ciclismo y las pocas bicisendas que existen no están en condiciones para ser utilizadas, incluso están mal ubicadas”, señaló Jesús Durán, ciclista tucumano con amplia experiencia. Para él, el problema no es únicamente de obras, sino también de convivencia. “No hay que desconocer el crecimiento del parque automotor y para lo cual no se pensó el diseño del tránsito para que puedan convivir tanto el que maneja un vehículo como el que va en dos ruedas”, advierte.
En la misma línea, Gabriel Quiroga considera que el peligro se mantiene aun en los sectores donde hay banquina asfaltada: “
Si bien en esa parte de la ruta tiene la banquina asfaltada por lo que nosotros siempre transitamos por ese lugar, por lo visto no impide que pueda ocurrir un accidente”. A su entender, la solución no se limita a construir rutas exclusivas para ciclistas, algo que juzga inviable por los altos costos, sino que debe complementarse con un cambio cultural: “
Hay que tratar de concientizar a los conductores sobre que tengan cuidado en esa zona por la cantidad de ciclistas que la usan para entrenar, y a los ciclistas de que también hay otras alternativas para poder entrenar sin que sea tan peligrosa”, agregó.
Ambos coinciden en que una ciclovía sería un paso fundamental.
“Es tan importante la educación vial como la infraestructura”, insiste Durán, quien suele optar por senderos de montaña o caminos secundarios cuando entrena. Quiroga, por su parte, reconoce la existencia de un proyecto para crear una ciclovía, aunque no se mostró muy ilusionado: “Con eso se solucionaría el problema, pero lo veo muy lejano”, finalizó.
El debate pone de relieve una contradicción evidente: mientras la normativa prohíbe circular por la ruta sin ofrecer alternativas reales, los ciclistas se ven obligados a compartir espacio con vehículos que circulan a gran velocidad. Los accidentes recientes en la 9 y en otras rutas, como la 301, confirman la urgencia de transformar esta realidad. La construcción de ciclovías no solo sería un recurso para reducir los riesgos, sino también una apuesta por un modelo de movilidad más seguro y sostenible en Tucumán. /
La Gaceta