Lunes 15 de Septiembre de 2025, 08:23
La historia de Grainne Kealy, una mujer irlandesa que perdió toda su frente en un accidente automovilístico y que, casi 20 años después, exhibe una transformación física notable tras una cirugía reconstructiva innovadora, ha capturado la atención internacional. Su caso, reportado por Daily Mail, refleja los avances en reconstrucción facial y funciona como advertencia sobre los riesgos de viajar con los pies en el tablero del automóvil.
El accidente que transformó la vida de Kealy ocurrió en diciembre de 2006, cuando tenía veintidós años. Viajaba como pasajera en un Jeep conducido por su novio en Borris-in-Ossory, Laois, Irlanda, cuando el vehículo perdió el control sobre una placa de hielo y se estrelló contra un muro. Aunque el coche circulaba a 50 km/h, la posición de Kealy —con las botas apoyadas en el tablero— fue determinante en la gravedad de las lesiones. Según relató a Daily Mail, el airbag se desplegó y sus rodillas impactaron su rostro a una velocidad estimada de 320 km/h, destrozando todos los huesos de la cara.
Las consecuencias fueron extremas. Los médicos extirparon íntegramente la frente, dejándola sin esa parte del cráneo durante dos años. En ese periodo, Kealy vivió con la cabeza hundida y una apariencia que describió como extraña. En sus propias palabras: “Durante dos años no tuve nada en lugar de mi frente. Mi cabeza se hundió y tenía un aspecto un poco extraño”. Además de la pérdida de la frente, sufrió una fuga de líquido cefalorraquídeo, múltiples fracturas faciales y la pérdida de dos dientes. Su novio solo presentó heridas leves.
La reconstrucción de su rostro requirió dieciséis intervenciones quirúrgicas. El procedimiento clave tuvo lugar en junio de 2009, cuando un equipo de neurocirujanos, cirujanos plásticos, especialistas maxilofaciales, otorrinolaringólogos, dentistas y oftalmólogos le implantó una frente de cerámica italiana personalizada. Kealy bromeó en redes que ahora es “parte italiana”. Las imágenes del antes y después, publicadas en Instagram, muestran una transformación que borra casi por completo las secuencias de las lesiones originales.
A pesar del éxito médico, Kealy sigue enfrentando secuelas físicas y emocionales. En declaraciones a Daily Mail, reconoció que todavía le cuesta aceptar su nueva apariencia y ha necesitado tratamiento con antidepresivos. “Todavía no me gusta mirarme al espejo y no me gusta mi cara”, confesó.
Padece también una lesión cerebral adquirida, que le causa problemas de concentración, olvido de palabras y dolor de cabeza permanentes. Kealy explicó que no tiene recuerdos de los tres meses anteriores al accidente, del siniestro en sí ni del mes posterior.
Activismo y concienciación sobre riesgo vial
Desde su residencia en Nueva Zelanda, Kealy se ha convertido en una activa defensora de la seguridad vial. Utiliza redes sociales y entrevistas para advertir sobre el peligro de viajar con los pies en el tablero. “Por favor, recuerda mantener los pies FUERA del tablero. Da miedo ver cuánta gente todavía lo hace. No tienes ni idea de lo peligroso que puede ser. Por favor, no cometas el mismo error que yo”, instó en una de sus publicaciones. Explicó que el airbag se activa mediante un propulsor sólido que se quema a gran velocidad, y la bolsa puede salir disparada a 322 km/h, convirtiendo cualquier objeto o parte del cuerpo en un proyectil.
La labor de Kealy cobra relevancia por la persistencia de este hábito peligroso. En 2019 expresó su preocupación al ver a celebridades compartiendo imágenes con los pies en el tablero, alertando sobre la influencia de esas conductas. “Me rompe el corazón pensar en cuántos millones de personas han visto a estas celebridades con los pies en el tablero”, lamentó en declaraciones a Daily Mail.
El caso de Kealy no es único. Según datos citados por Daily Mail y atribuidos a la NRMA, en 2006 —el año de su accidente— cuatrocientas personas en Australia fueron hospitalizadas por lesiones derivadas de poner los pies en el tablero. Estas cifras destacan la importancia de la prevención y la educación en seguridad vial.
A pesar de las dificultades, Kealy ha decidido compartir públicamente su historia con el fin de evitar que otros pasen por situaciones similares. “He estado esperando durante años para poder contarle a la gente mi historia, pero nunca fui lo suficientemente fuerte para abrirme y hablar de una experiencia tan desgarradora”, reconoció. Ahora, tanto su testimonio como su transformación física constituyen un claro llamado a la responsabilidad y la prudencia en la carretera.
Con la esperanza de que su experiencia sirva como advertencia, Kealy confía en que su historia ayude a crear conciencia y a salvar vidas, recordando que decisiones aparentemente inofensivas pueden tener consecuencias irreversibles. /Infobae