El desahogo de Javier Milei, las preguntas que nadie quiere responder y contactos con Macri

Domingo 28 de Septiembre de 2025, 08:07

Scott Bessent junto a Javier Milei



Por Santiago Fioriti
Clarín

Un político relevante de la Argentina, muy requerido por el Círculo Rojo, de esos que aspiran a que el Gobierno aproveche el oxígeno que le acaba de suministrar Estados Unidos, apela a una metáfora futbolera para describir el momento dramático en el que se encuentra el Gobierno: “Patearon el penal afuera y el partido se terminaba, pero el árbitro agarró la pelota y dijo: ‘Esperen, patéenlo de nuevo, pero si fallan no hay más penales y quedan eliminados’”.

La pelota volvería a estar ahora, según esa alegoría, en los pies de Javier Milei. Es lo que interpretan, también, aquellos que por amor o por espanto a quienes se paran en la vereda de enfrente desean que la administración libertaria se reponga. El gran enigma es si su líder sabrá aprovechar la oportunidad política y si tendrá el temple moldeado para enfrentar los cambios y los desafíos que requieren la nueva era con vistas a las trascendentales elecciones nacionales del 26 de octubre. El tiempo apremia y lo que viene no es fácil. Que se sepa, la crisis financiera halló un ancla pero no se evaporó, las internas en la Casa Rosada no cesaron, los dólares que necesita la economía siguen siendo escasos y los apoyos de los legisladores y de los gobernadores para, al menos apaciguar las sucesivas derrotas en el Parlamento, están lejos de concretarse.

Todo eso contrasta con la euforia con la que la comitiva argentina regresó de Estados Unidos. Es cierto, el clima cambió, pero la desconfianza no se despeja tan fácil en los ambientes de poder afectados desde hace varias décadas a las crisis cíclicas. “Se nos mezclan la esperanza y la certeza de que estamos ante el último tiro”, dice un poderoso empresario que hasta hace menos de una semana se preguntaba si la Argentina se encaminaba indefectiblemente, de nuevo, hacia un cataclismo.

El dólar tocaba el techo de la banda, el Banco Central vendía 1.100 millones de dólares en tres días para contener la suba de la moneda norteamericana y el riesgo país superaba los 1.500 puntos básicos. Los mercados extendían una sensación de pánico y dejaban al desnudo que ni el mega-ajuste de la economía ni el superávit fiscal podían impedir, como creían equivocadamente el equipo económico y el propio Presidente, una corrida cambiaria. Mucho menos se aplacaban los rumores de que al Gobierno se le haría cuesta arriba llegar al 26 de octubre sin alterar, de mínima, el rumbo cambiario, con el agravante de que sectores marginales del peronismo auguraban una huida de Milei en helicóptero.

El combo se completaba con la derrota electoral en la provincia de Buenos Aires del 7 de septiembre -en rigor, fue el inicio del cimbronazo-, que puso en duda la popularidad presidencial, hasta entonces defendida por la mayoría de los encuestadores, y dejó en ridículo la estrategia oficial de plantear que los electores tenían una única opción, que era la de terminar “para siempre” con el kirchnerismo.

La apuesta fracasó y el triunfo de Axel Kicillof, hoy ya convertido en precandidato presidencial para 2027 sin siquiera la necesidad de anunciarlo, adquirió la forma de un búmeran. Una serie de preguntas cruciales se instalaron desde aquella noche entre inversores y banqueros: ¿entonces puede volver el kirchnerismo al poder? ¿hay lugar para una quinta oportunidad después de los mandatos del matrimonio Kirchner y del de Alberto Fernández? ¿se puede seguir promocionando la llegada de inversiones ante esa sola posibilidad? ¿qué pasaría con los tenedores de bonos si volviera a triunfar el peronismo en octubre?

El sorpresivo hilo de tuits del secretario del Tesoro de EE.UU, Scott Bessent (dijo que estaban en marcha “todas las opciones de estabilización” y que el gobierno de su país haría “lo que sea necesario”), la confirmación de una reunión bilateral con Donald Trump en el marco de la Asamblea General de las Nacional Unidas y el posterior anuncio de un desembolso de 20 mil millones de dólares para dar vuelta las expectativas en solo 48 horas. Inédito y en tiempo récord. Tan fulminante que no pudo menos que propagarse la inquietante elucubración acerca de qué exigirá a cambio la administración de Donald Trump.

En la delegación que viajó a la Asamblea de la ONU niegan que se haya abordado la eliminación del swap de monedas con China y que Trump les haya pedido que la Casa Rosada rearme sus vínculos políticos con la oposición para no seguir acumulando caídas en el Parlamento. No sería, acaso, tan relevante. Eso está implícito en el vínculo y -asumen incluso en Balcarce 50- se trata de una recomendación constante. Estados Unidos procura que no se utilice el yen como moneda para el intercambio comercial. En la bilateral Trump-Milei sí se habló de “hacer algo” en Venezuela, aunque los detalles se mantienen en estrictísima reserva. Trump tiene a la Argentina como único aliado en la región.

El pedido de auxilio por parte del Gobierno argentino comenzó a motorizarse por distintas vías, formales e informales. Los movimientos se aceleraron en los días posteriores a la derrota de La Libertad Avaza en tierra bonaerense y los contactos se volvieron urgentes durante el pico del tembladeral financiero, entre el miércoles 17 y el viernes 19 de este mes. Fue cuando el ministro de Economía salió a instalar que venderían hasta el último dólar con tal de respetar el esquema de bandas cambiarias, aunque una cosa fue lo que dijo y otra lo que se hizo. Las reservas no iban a alcanzar si la demanda se mantenía y tampoco Estados Unidos lo hubiese permitido de modo tan liviano.

La crisis política y económica amenazaba, entre otras cosas, con hacer tambalear el plan de reducción de la inflación, el principal sostén del Gobierno. “Algo tenemos que anunciar y debe ser antes del lunes”, se acordó en las horas de mayor tensión en la cima de la Rosada. Milei dio la orden de fatigar los contactos con la Casa Blanca, de manera casi desesperada, tras una charla con Toto Caputo. El staff económico concentró allí su energía. José Luis Daza, el segundo de Caputo, se comunicó con Bessent, con quien mantiene una particular relación desde la época en la que el actual funcionario trabajaba con George Soros. “Les hizo ganar mucha plata con los fondos de inversión. Esas cosas no se olvidan” cuenta alguien que accede a su intimidad.

Los dos Caputo también intervinieron. Toto como ministro y, Santiago, a través del misterioso empresario vinculado al mundo de la Inteligencia, Leonardo Scatturice, quien hace más de un mes, desde Miami, se jactó en diferentes charlas políticas con la administración mileísta de saber que vendrían 25 mil millones de dólares. Se equivocó por cinco mil.

El canciller Gerardo Werthein fue más discreto. El jueves de la semana pasada realizó un llamado al secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, al que le expresó la preocupación de Milei por el ataque en los mercados, algo que Trump le reconocería en la cumbre del martes. El viernes de aquella semana, Werthein recibió la respuesta que esperaba: la bilateral con Trump estaba encaminada. Milei se enteró al instante y en su entorno decidieron no contar nada hasta tener la confirmación definitiva de la fecha y la hora, que llegaron el sábado. Adorni tuiteó el domingo a la noche.

Otra de las grandes preguntas, por ahora sin respuesta, es cuándo se producirá el desembolso de los 20 mil millones. Esa pregunta llega de la mano de otra, que nadie quiere ni mencionar: ¿qué ocurriría si La Libertad Avanza tuviese un nuevo paso fallido por las urnas? ¿cambiarían las condiciones?

A Milei le quedan cuatro domingos para la contienda nacional. Debe definir, en ese lapso, si abre su administración a los aliados y si se vuelve a sentar con gobernadores que fueron sus aliados y que ahora le arruinan todas las votaciones en el Congreso. El mercado no solo le factura la derrota electoral y la no acumulación de reservas. En las últimas semanas se encendieron mil alarmas por la caída de los vetos presidenciales. Es algo que también se habla en Estados Unidos,. Milei se quedó sin herramientas, no ya para sacar leyes, sino para evitar que la oposición haga y deshaga a su gusto.

Esa es parte de la pulseada interna entre Karina Milei y Santiago Caputo. No es cierto que haya mermado el conflicto o que el reacomodamiento de la campaña que anunció Milei en la Residencia de Olivos haya mejorado la convivencia. La hermanísima sigue reticente a ampliar el Gobierno y a tejer alianzas potentes. Caputo considera que se dejó pasar una enorme posibilidad de coaliciones electorales con los gobernadores que podrían haber acercado a los libertarios a los cincuenta puntos a nivel nacional.

El jefe de Estado debe decidir si, como le exige cada vez más el establishment, retoma un diálogo sincero con Mauricio Macri. En los últimos días hubo decenas de mensajes privados hacia el líder del PRO. De operadores, funcionarios importantes (amén de la foto con Guillermo Francos) y hasta de un periodista que hizo de nexo entre el primer mandatario y el ex presidente para solicitarles que volvieran a verse. Macri, según dos de esas fuentes, se mostró dispuesto a colaborar. Pero querría hablar directo con Milei y no con su hermana. ¿Lo harán? Habrá que ver qué piensa Karina.

La secretaria General de la Presidencia podría sentirse amenazada. En los albores del Gobierno, Macri les ofreció una ayuda concreta: entre 20 y 25 funcionarios clave para que se sumaran al Gabinete. Le respondieron con una frase que le resultó ofensiva: le preguntaron si estaba en busca de “cajas”. La conversación se frustró. Milei, desde ese día, cedió el armado en Karina y Caputo y se concentró en la economía. /Clarín