Martes 14 de Octubre de 2025, 22:25

Un jubilado tucumano atraviesa una situación límite: enfermo, con una pierna en grave estado y sin acceso a atención médica. Gasta más de dos tercios de su jubilación en medicamentos y vive solo, sin familiares ni asistencia estatal.
El caso de Andrés Argañaraz, un jubilado de 79 años que vive solo y en condiciones de extrema precariedad en Medinas, departamento de Chicligasta, expuso el costado más doloroso del conflicto por el puente de Humaitá Segunda: la vulnerabilidad de los adultos mayores olvidados por el sistema.Durante una cobertura sobre la falta de obras en la zona, se encontró a Argañaraz sobreviviendo sin asistencia social ni atención médica adecuada.
Cobra una jubilación mínima de unos $300.000, de los cuales más de dos tercios se destinan a medicamentos para tratar la diabetes, la hipertensión y secuelas postoperatorias.
“Antes me daban los remedios gratis, pero vendí unas motos que siguen a mi nombre y ahora me cobran la mitad”, contó con resignación al programa
VIVO.
Su situación de salud es crítica. Presenta una úlcera avanzada en el pie, que él mismo intenta vendar con trapos y asegurar con un cable.
“No me internan porque dicen que pertenezco al privado. Pero no tengo dinero”, explicó.
El cuadro se agrava con un presunto episodio de mala praxis médica: según relató, tras una cirugía recibió una biopsia con datos de otra persona. “Tenía otro nombre, otra edad y otro DNI. Le reclamé al doctor y me dijo que estaba todo bien, pero desde entonces no me siento igual”, aseguró.
En medio del dolor, Argañaraz pronunció una frase que conmovió a todos:
“Cuando ya no pueda más, me voy a cortar las venas. No tengo salida”.Sus palabras generaron un pedido urgente de intervención al Ministerio de Salud, a la Comuna de Medinas y a las autoridades provinciales, para que brinden asistencia médica, psicológica y social inmediata.
Ante la gravedad del caso, se lanzó una campaña solidaria para recolectar alimentos, ropa y muebles destinados a mejorar las condiciones de vida del hombre, quien actualmente se alimenta con mate cocido y pan.
El caso de don Andrés se ha convertido en un símbolo del abandono estatal que padecen miles de adultos mayores en el interior rural tucumano. Mientras el reclamo por el puente de Humaitá Segunda sigue sin respuesta, la historia de este vecino recuerda otra urgencia: tender un puente humano, solidario y real hacia quienes más lo necesitan.
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