El dato más negativo al respecto es
el progresivo, pero incesante desarme de colocaciones a plazo, especialmente en lo que va de octubre, dado que son pesos “invertidos”.
Ese tipo de depósitos, más estables al estar constituidos con un plazo mínimo de 30 días, habían llegado a tocar más de $51,74 billones, antes de caer hasta los $49,1 billones el último martes. Y eso, pese a que en ese lapso los bancos incrementaron del 38% al 42% en promedio las tasas ofrecidas para tratar de estimular las renovaciones.
“No sirve de mucho eso en este tipo de contexto. Fijate que la mayor parte de las renovaciones se hacen a fin o a comienzos de mes.
Y cuando ya quedás a menos de 30 días de un comicio como este, el ahorrista que duda, ya lo retira porque no quiere quedarse con dinero inmovilizado hasta después de las elecciones”, había recordado a LA NACION un importante ejecutivo del sector días atrás.
Las tasas de interés suben, pero no atraen lo suficiente
Parte de eso, como algunas de las ventas de bonos del Tesoro en pesos (otras se gatillaron solo ante la necesidad de hacerse de pesos en un contexto de marcada iliquidez), financiaron a su vez la demanda de dólares, lo que queda a la vista por el incremento en paralelo de casi US$2900 millones que mostraron los depósitos privados en dólares:
su stock saltó de US$32.200 millones a US$35.100 millones, ubicándose en un nivel récord.“Estamos viendo un proceso de dolarización ‘al taco’ porque en el mercado hay mucho miedo con estas elecciones y se teme que el sistema de bandas desaparezca luego de ellas“, comentó el analista financiero Damián Brik.
“
Ya no sólo se frenan y hasta caen los depósitos a plazo fijo, ya cae también el stock en caja de ahorros en pesos”, coincidió en observar su colega Amílcar Collante, economista de Profit Consultores.